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WCIT-12: Dubai y el gobierno de Internet; por Luis Carlos Díaz

Dos discusiones paralelas para alimentar la discusión: ¿quién y cómo gobernará Internet? y ¿Qué posición lleva Venezuela a ese debate?

En 2005 fue la Cumbre Mundial de la Sociedad de la Información. Se celebró en Túnez en medio de protestas que rindieron frutos recientemente con la caída de su gobierno. En ese momento la situación de Internet era bastante distinta: no tenía tantos usuarios, no se hablaba de redes sociales, los políticos no tenían Twitter para fingir modernidad ni el terreno digital le dolía a tanta gente. Sin embargo, hubo representación de 170 países en sus más de 19 mil participantes.

La periodista y activista Sally Burch estuvo en esa Cumbre como algo más que reportera. Entre sus conclusiones anotó: “el avance más destacado se registró en el tema de gobierno de Internet, que vaticina una modesta pero notable apertura hacia una mayor participación multilateral y multisectorial, en un dominio controlado casi exclusivamente por las corporaciones y el gobierno estadounidense”.

Pasaron 7 años y la mayoría de las plataformas que utilizamos (Google, Facebook, Twitter, servidores de Amazon) pertenecen a corporaciones y en ocasiones las puede controlar el gobierno estadounidense. La ligera diferencia a nuestro favor es que no siempre están de acuerdo.

Otra de las decisiones de 2005 fue crear un Foro sobre el Gobierno de Internet específicamente, con participación de gobiernos, empresas y sociedad civil. La tarea se le designó a la ONU pero la discusión ha pasado de largo, aunque en la web pareciera erróneamente que el control lo tienen los usuarios.

Control versus libertad

Un problema base para gobernar Internet se divide en una premisa y una constante.

●     Premisa: Internet es una plataforma de comunicación abierta, libre, [¿trans-? ¿post-?] nacional, que impulsa el desarrollo de la sociedad del conocimiento.

●     Constante: los gobiernos quieren controlar Internet, las empresas quieren controlar Internet, los ciudadanos-usuarios quisieran controlar a sus gobiernos y a las empresas.

Con eso en la mesa llegamos a Dubai 2012. Del 3 al 14 de diciembre es la World Conference on International Telecommunications (WCIT-12), y vistas las posibilidades políticas y económicas de la red demostradas estos años, hay temores reales de que estén en riesgo la apertura y la libertad de Internet. Allí se revisará y se propondrán modificaciones al Reglamento de Telecomunicaciones Internacionales (ITR), el documento marco que está vigente desde 1988. Le pasa como los pensum universitarios, que se quedan rezagados.

Uno de los problemas del WCIT-12 es que su proceso de consulta y discusión previa a la agenda de diciembre ha sido opaco. Apenas abrieron un buzón electrónico para recibir propuestas, que es lo que hacen los políticos cuando desean parecer modernos: usar tecnología que nos lleva a 1995. El evento está organizado por la Unión Internacional de Telecomunicaciones (ITU), quienes además de la mala fe por mantener el secretismo en medio de las expectativas, han sufrido episodios de fugas de información cuyo contenido ha generado malestar.

Como la agenda real sigue oculta, se han ido filtrando documentos. El sitio wcitleaks.org ha ido colgando algunas propuestas por países. Pero sólo se han conseguido 36 de 215 documentos. Entre ellos hay uno de Rusia en el que propone regular Internet dentro de su territorio, la misma propuesta de China y algunos países árabes, lo que significa tener las llaves para cerrarle puertas a sus ciudadanos.

Quién tiene la llave

El investigador Alejandro Pisanty, presidente del capítulo mexicano de la Internet Society, comentaba recientemente en un foro que las propuestas en la mesa van por el orden de cederle a la ITU el control de Internet como un ente superior a los países, el otro es darle más poder a los estados sobre el control de conexiones y contenidos en sus territorios, y por otra parte están las empresas como los consorcios europeos que buscan diversificar el cobro de tarifas por servicios de interconexión, lo que entraría en conflicto con el principio de neutralidad de Internet. La ISOC ha publicado sus preocupaciones en un documento oficial.

La discusión es compleja porque se trata de administrar un nuevo espacio de legislación como lo fue en su momento la tierra, el aire o las aguas territoriales, con nuevos criterios. Darle a la ITU el poder sería un exceso, pero dejárselo a los gobiernos de los distintos países terminaría fracturando la horizontalidad de Internet según los intereses nacionales y fabricaría archipiélagos de conectividad no globalizada. La globalidad de Internet sufriría si se imponen los modelos controlados que tienen China o Irán y que también intentaron imponer en Estados Unidos con las luchas antipiratería. Dejarlo en manos de las empresas terminaría en una Internet de distintas capas con servicios premium para quienes puedan pagarlos y conexiones pobres para los pobres.

La manera de gobernar actualmente Internet tampoco es la ideal. El peso de EE.UU. es muy grande, pero en paralelo hay poca solidaridad con países cuyos entornos digitales están afectados por los bloqueos y la persecución de activistas, como Rusia, China, Irán y Siria, junto a otros 40 países con restricciones.

Los temores son básicos: más control sobre Internet puede aumentar la censura de contenidos y frenar la innovación.

Por lo tanto, si en la WCIT-12 no hay acuerdos claros o un grupo domina sobre otro, el resultado podría ser tiránico y acabar con la www como la estamos empezando a conocer. Piensen todos los cambios logrados en apenas 20 años de existencia.

La discusión criolla

La pregunta que no hemos podido responder en la última semana de pesquisas es quiénes y cómo representarán a Venezuela en la reunión de Dubai. ¿Le toca al CNTI, al MINCI, a Conatel o al Ministerio de Ciencia y Tecnologías pronunciarse? Pues asisten todos juntos. Recordemos que en Venezuela más del 90% de las conexiones de cable a Internet pasan por Cantv, que es una empresa del Estado. Además, se desconocen las posiciones públicas del gobierno venezolano respecto a Internet, porque tienden a ser contradictorias.

Por ejemplo, en 2009 decretaron que la conectividad y la actualización tecnológica eran gastos sunturarios que ameritaban recortes (decreto 6649); luego han hecho inversiones en computadoras para niños escolarizados, pero la conectividad en escuelas no avanza con el mismo ímpetu. Por otro lado las aprobaciones cambiarias para telecomunicaciones no son prioritarias, lo que nos ha rezagado en banda ancha, y se le suma que la reforma de la ley de Telecomunicaciones hecha en diciembre de 2010 no respetó los canales de consulta pública y democracia participativa ofrecidos por la revolución.

Las posturas más extrañas ocurrieron en el marco de la CEPAL, durante las reuniones del Observatorio Regional de Banda Ancha, del que Venezuela no es miembro pero sí asistió a unas reuniones. De todos los países de la región, sólo Venezuela y Cuba se opusieron a un modelo mixto de desarrollo de interconectividad en el que participara la empresa privada junto con el Estado. Querían todo en manos del Gobierno, como propone el modelo de hegemonía comunicacional. La discusión en Dubai estará muy interesante, aunque nuestra representación nacional aún no defina públicamente qué lugar jugará en las alineaciones.

Entre los documentos filtrados del encuentro está la lista de asistentes. Por Venezuela irán 19 funcionarios públicos del Ministerio de Ciencia y Tecnología, Conatel y Cantv. Esos son muchos más representantes que los que irán por México, Colombia, Chile o Argentina. Ni en la prensa oficial ni en las páginas de sus organismos están las posiciones que llevan a Dubai, sin embargo podemos suponer que estarán alineadas con el plan socialista de la nación, que se discutió recientemente en el Ministerio de Ciencias.

En las 40 páginas del “Segundo Plan Socialista 2013-2019” sólo aparece la palabra Internet una vez, para decir que se incorporarán nuevos desarrollos en las zonas sin servicio de conexión a las telecomunicaciones. Eso es coherente con lo que se ha hecho hasta los momentos: se han sumado usuarios al servicio sin mejorar la infraestructura, lo que ha producido unos de los anchos de banda más lentos y caros del continente.

En el cuarto “gran objetivo histórico” se alerta algo curioso: “plantea la necesidad de seguir sumando esfuerzos por desmontar el sistema neocolonial de dominación imperial, eliminando o reduciendo a niveles no vitales el relacionamiento económico y tecnológico de nuestro país con los centros imperiales de dominación”. Además de ser una frase llena de humo, entraña riesgos sobre nuestra desconexión del sistema global de comunicaciones o al menos una tendencia a su control. Reducir a niveles no vitales es como un homicidio, pero dicho en términos burocráticos.

Mientras, el objetivo estratégico 1.5.3.3 del documento dice “Garantizar la creación y apropiación del conocimiento para el desarrollo, producción y buen uso de las telecomunicaciones y tecnologías de información”. Lo que no se ha discutido públicamente es qué se considera buen uso. Su interpretación es muy abierta.

Visto así, haremos seguimiento activo de las discusiones en Dubai sobre el futuro de Internet y veremos si es posible que la tentación de controlar no atente contra la fertilidad de una web libre y ciudadana.