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Farías 1 – Medios 0; por Leo Felipe Campos

No es fácil hablar desde la derrota, y menos después de perder de esta manera, con ese gol de último minuto. Como coordinador de fútbol de Líder, uno de los dos diarios deportivos de tiraje nacional en el país, debo bajar la cara con algo de vergüenza y resignación.

César Farías, seleccionador nacional de fútbol de Venezuela, se plantó en nuestro terreno, tan lleno de baches y urgencias, y secuestró el estilo del equipo periodístico: jugó a la polémica, al contragolpe, a la anticipación. Hizo que buena parte del país prendiera sus televisores, que se interesara por una historia inexistente, aquella que dice que el fútbol es un arte parecido al de la guerra y que a veces esconde intrigas más típicas del poder político que de una fiesta de patadas, toques, goles, celebraciones y amalgamas patrias ¿Cuántos en este país no quieren que Venezuela asista por primera vez a un Mundial de fútbol?

El DT ganó como suele hacerlo, con lo justo y echándose a la mitad de la tribuna en contra, contradiciéndose en varios compases del partido, con eso que llaman orden y un gol a pelota parada, casi de carambola. Pero ganó y lo hizo otra vez con una jugada ensayada, de pizarra.

Piensa mal y acertarás. Nosotros, los del equipo de periodistas, lo hicimos, cada uno a su modo, pero no nos importó, o no fue suficiente, porque la sed por vencer a veces te lleva a cometer errores infantiles cuando estás fatigado. Y en este juego, cada vez más moderno, más veloz, más potente, lo que vende es el escándalo y lo que importa es vender. Vender más.

El lunes 20 de agosto, César Farías ofreció una entrevista exclusiva al diario El Universal que, extrañamente, nadie firmó. Vaya finta. Allí dijo que había jugadores de la Vinotinto que estaban endiosados y que no le temblaría el pulso al momento de tomar decisiones antipáticas para la convocatoria ante Perú y Paraguay, seleccionados con los que Venezuela jugará los próximos 07 y 11 de septiembre. No dio nombres, pero envió emisarios a que hablaran con varios medios de comunicación para soltar algunas prendas: Juan Arango, Renny Vega, José Salomón Rondón, César “Maestrico” González. “Por ahí van los tiros”.

Los entrenadores de ese violento oficio que es el periodismo te enseñan que si te dejan la pelota ahí rifada en el área chica, tienes que pegarle al arco. Duro. Con todo. Como sea. Yo, centrodelantero débil y lento, decidí dar un último toque, lo que en el fútbol llaman “hacer una de más”. Evadir la gloria del tubazo.

“Bueno, si ya lo sacó El Universal”, refunfuñé remolón en una conversación con mis jefes y amigos, “¿qué más da esperar otro día para hablar con el hombre y descubrir de qué se trata todo esto?”. De modo que ese martes 21 de agosto, quien publicó la segunda parte del ‘comunicado Farías’, no fue Líder, el medio para el que juego a gusto desde hace una temporada y media, sino Tal Cual. Comprenderán que después de ese autotúnel, lo único que escuchaba era mi respiración entrecortada y gritos desde la banda para que echara el resto, para que bajara y recuperara el balón perdido, para que subiera, driblara y anotara.

Así que el 22 sería nuestro turno: la tarde anterior no solo hablamos con el seleccionador, sino con Juan Arango, en Alemania. La polémica la creó el DT. El capitán respondió con fuerza y desconcierto desde la larga distancia: “no llevaré a ningún jugador celebridad, solo por su nombre y su buen mercadeo”, dijo uno. “Eso es decisión de él, pero no entiendo por qué se pone a decir esas cosas”, contestó el otro. “No puedo llevar a jugadores que estén atravesando una situación emocional difícil”, siguió Farías. Arango, que se está divorciando, respondió que sí, claro que sería un golpe para él si no lo convocaban. Bingo.

Desconozco si ese día se vendieron más o menos periódicos, pero sí sé que a simple vista realizamos una buena jugada desde cierta perspectiva periodística y editorial, porque conversamos directamente con los protagonistas de la historia, solo que decidimos pasar por alto un pequeño detalle: el fondo de la historia. Si alguien me pregunta hoy si creo que hicimos un mal trabajo en el seguimiento de esta información, respondo sin titubear que no, o no del todo, o no para el equipo que tenemos y el campeonato que disputamos, pero tampoco podría ocultar fue que en ese momento cuando Farías comenzó a elaborar su juego.

En los días subsiguientes, gran parte del esfuerzo de programas radiales y televisivos, además de otros diarios de circulación regional y nacional, incluyendo a Líder, se dirigió a descubrir por qué el técnico decía lo que decía, y qué pensaban los jugadores señalados: además de Arango, José Salomón Rondón. Una novelita por entregas y con declaraciones de todos. Hasta Lino Alonso, asistente de Farías, habló con los medios el sábado 25 de agosto, repitió que sí, que las decisiones antipáticas vendrían y que, palabras más, palabras menos, ahí estaban las claves, había un plazo mínimo para hacer las convocatorias a los clubes y ese plazo había finalizado. O sea: averigüen, llamen a los equipos donde juegan los venezolanos y si la convocatoria no está, ya saben.

Pero no sabíamos. Nunca supimos. El ego de los periodistas satisfechos se proyectó como un esperpento y dibujó la figura enorme de un goleador sobre una valla publicitaria con los brazos en alto. Cada uno tuvo lo que quiso: conversaciones exclusivas, posibles explicaciones, retuits, rating, share, clicks, esa retahíla de términos cortos y vacíos que le sirven a los jefes de información para alzar la cara con orgullo frente a los gerentes de ventas.

César Farías anunció su convocatoria el martes 28 a las 5 pm y José Salomón Rondón y Juan Arango estaban en la lista. No faltó ningún jugador celebridad, como había prometido en forma de amenaza. Es absurdo y tremendo tratar de determinar si se asustó, si hubo presiones corporativas o federativas, o si estuvo planeado todo desde el principio, pero queda claro, una vez anunciada la lista de convocados, que la única decisión antipática que tomó fue abrirse a los medios para enviar los mensajes que deseaba a los futbolistas que quería.

Ante buena parte de la audiencia, los periódicos, programas de radio, páginas web y programas de televisión, quedaron (quedamos) como vendedores de humo, como simples amplificadores de los delirios del DT, como defensas lentos que ven pasar la pelota entre sus piernas rumbo a la línea de gol, como gigantes ingenuos que corren detrás del atacante de forma automática, como esos marcadores que se comen no una, ni dos, sino tres gambetas en el mismo lance, como VTV frente a Chávez, como Globovisión frente a Capriles, como aquel arquero del Hoffenheim en la Bundesliga que trastabilló, casi se cae y no tuvo más remedio que hacer vista frente al golazo de tiro libre que le marcó Juan Arango, el capitán que, al parecer, sigue mandando donde no manda marinero. Así gane por la mínima diferencia algunos partidos antes de jugarlos.