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Un viejecillo en la cola del supermercardo, por Patricio Pron

Intervenciones reúne una selección de artículos breves y de circunstancias en los que Houellebecq habla del cine mundo, la ingeniería, la arquitectura, la lingüística estructuralista, la pornografía, la pedofilia, las feministas, los alemanes en edad de jubilación, las fiestas, la clonación y mucho más; también (pero en menos ocasiones) sobre literatura, un ámbito que (desafortunadamente) no parece conocer bien: al autor de Las partículas elementales le entusiasman Honoré de Balzac y la ciencia ficción y no le gustan Valérie Solanas, Jacques Prévert y Alain Robbe-Grillet, todo lo cual es perfectamente legítimo aunque trivial.

A Houellebecq no parece interesarle distinguir entre el análisis de la literatura y el análisis social (lo que está muy bien), pero parece disponer de más herramientas para el segundo que para el primero; de hecho, cuando escribe sobre literatura (y especialmente cuando habla de su trabajo) es insólitamente pueril y contradictorio, como lo es su lista de filósofos favoritos: Friedrich Nietzsche, Arthur Schopenhauer y Auguste Comte.

Los textos reunidos aquí parecen destinados a ratificar la muy extendida opinión de que Michel Houellebecq es el irregular autor de una obra literaria irregular con grandes hitos (particularmente, su reciente y extraordinaria El mapa y el territorio) pero que está intelectualmente muy por debajo de los efectos de esa obra, como si ésta hubiese sido producida contra su voluntad y sin su participación, sostenida tan sólo por una cierta capacidad para provocar escándalos que tiene su autor, una capacidad (por lo demás) curiosa, ya que todo lo que dice aquí Houellebecq podría haber sido enunciado por cualquier viejecillo indignado en la cola de algún supermercado europeo.

Quizás de eso vaya la obra del francés (cuya “única fuerza” es “creer en sí mismo”, como afirma acertadamente, 102), de intentar provocar esas irritantes conversaciones de ascensor a las que son tan afectos los lectores ingenuos que aún se escandalizan con los autores, como si no bastase con no leerlos o con olvidarlos.

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