Artes

Fuera de contexto, por Mirtha Rivero

Por Mirtha Rivero | 28 de marzo, 2012

Amanezco pensando en la columna que debo escribir. Hoy es día de entrega y aún no se me ocurre nada. Buscando tema, reviso en mi celular las noticias de Venezuela mientras se hace el café. Hago una lectura rápida. El panorama es muy parecido al de otros días: hay un fuerte retraso en una línea del Metro; las muertes violentas de los últimos dos días en la ciudad capital se acercan a cuarenta y los rumores sobre la salud presidencial continúan tiñendo el escenario. Veo que entre enero y febrero autorizaron más de tres mil millones de dólares para importaciones, y un tercio de esa plata fue para comprar alimentos. Me pregunto en dónde se encontrará esa comida importada porque los supermercados siguen vacíos. Leo también que en Caracas el día empezó nublado y que para la tarde se esperan lluvias aisladas y una temperatura de treinta grados. Imagino entonces el calor pegajoso y el tráfico de las cinco y media. Imagino también los robos que puedan sobrevenir en cualquier tranca.

Salgo a caminar. Hace fresco, da gusto bajar la cuesta “enchufada” a mi musiquito. El cielo está despejado, los árboles muestran brotes recién nacidos y, en el parque, los perros tironean a sus amos. Descubro un clip en la acera y me agacho a recogerlo. Es una costumbre –una manía- que adquirí a principios de la década de los ochenta cuando los sandinistas, después de acabar con la dictadura de Somoza, andaban por el mundo pidiendo para los niños y las escuelas nicaragüenses. En ese tiempo se hacían colectas públicas, y yo fui una de las que se acercó al centro de recolección que había en la Parroquia de la UCV. Con mi hija, todavía pequeña, llevé cuadernos, blocs de dibujo, dos estuches de creyones, cuatro de lápices y varias cajas de clips. “No saben cuánta falta hace algo tan pequeño como un clip”, recuerdo que dijo una comandante que entrevistaron en televisión. Desde entonces, no puedo evitarlo, cada vez que veo un clip tirado en la calle, lo rescato y me acuerdo de las escuelas nicaragüenses, que creo siguen necesitadas aunque ahora ningún sandinista ande haciendo colectas de clips. A lo mejor con la ayuda del gobierno venezolano ya pueden comprarlos.

Jugando con el clip entre mis dedos, continúo mi caminata. Pegada a mis audífonos voy oyendo a Marc Anthony, Rubén Blades, Sergio Pérez… Es la sección de música caribeña. Ahorita me gustaría oír a Carlos Vives. Sería rico ejercitarse oyendo Pa’Mayté.

Tal vez por asociación, del cantante colombiano paso a pensar en el escritor Héctor Abad Faciolince y –vaya a saber por qué razón- en algo que leí no sé si en El olvido que seremos o en Traiciones de la memoria: “Estoy aquí tan solo porque fui testigo de una vida buena y porque  quiero dejar testimonio de mi dolor y de mi rabia por la forma en que nos arrancaron esa vida. Un dolor sin atenuantes y una rabia sin expectativas.” Me impresionaron mucho esas líneas que hoy –fuera de contexto- recuerdo de memoria.

El sonido de una charrasca y unos violines me sacan de mis pensamientos. Es un son de Sergio Pérez. Me dejo llevar por el ritmo. La canto bajito y –también fuera de contexto- se me queda pegada la estrofa final: “…y en las calles y en los barrios ya se siente el vacilón/ todo el mundo está cambiando/ y bailando un nuevo son/… ¡Camina!”

Suelto un suspiro y me digo: ¡Uff!… Quisiera creer…

Mirtha Rivero 

Comentarios (5)

lucia alvarez-corvaia
29 de marzo, 2012

gracias mirtha por tu asociacion liberrima de ideas y sentimientos que fluyeron para nosotros. yo no es que quiero creer que hay un nuevo tiempo, ¡es que veo! un tiempo de vida mejor para los pies descalzos y ahora calzados hasta de bs.500. vivo en un lugar donde esta pasando un proyecto llamado “Transformación integral de Barrios”, Los Curos, en merida la ciudad. proyecto “piloto” donde 8 barrios o urbanizaciones populares a nivel nacional han sido bendecidos con dotación de recursos abundantes para realizar los sueños de sus pobladores y pobladoras. estoy montada generando ideas para organizarnos mas eficientemente, dando lo mejor de mi que me permiten los que llegaron antes y tienen poderes. creo en que es verdad, solo que todavía no llegamos a vivir la verdadera democracia participativa y protagónica…son pequeños pasitos de bebé para aprender a ser grandes y tener autonomía como comunidad, para desarrollar una identidad y un orgullo de pertenecer a este lugar. si quieres, averigua como y donde se esta cocinando todo esto, y escribe. nos harías a todos un favor. los otros estados seleccionados son: anzoategui, con dos comunidades; caracas metropolitana, con dos comunidades; bolívar con una; lara, con dos; y merida con una, son ocho comunidades en total. ¡Salud!

Alfredo Ascanio
29 de marzo, 2012

Mirtha hay que cree, ya falta poco para el 7 de octubre y entonces no estaremos fuera del contexto.

Manuel
29 de marzo, 2012

Difícil pero posible.

Alix Elena Rosales
30 de marzo, 2012

Recuerdo cuando por la radio en un espacio llamado “servicio público”, durante el mes de septiembre y octubre, pedían colectas para poder comprar la lista escolar de algunos niños, muy pobres. Mi abuela me cogía de la mano(casi del brazo) y con paquete en mano, íbamos a la estación de radio a entregar mi texto y colores, reglas, etc…de mi año anterior. Me hacía hablar directamente con la locutora(fuera de onda), para donar a mi nombre mis tesoros. Quizás albergaba una vaga idea, como la de convertirme en una profesión símil. Tal vez, su único objetivo era educarme en la bondad, pues ya nosotros éramos pobres. Al final seguí todo al pie de la letra, hacía cambalache con mis textos y fotocopias durante el tiempo de la universidad, he sido comunicadora social, maestra, instructora…y creo que todavía, pese a la crisis de Italia, sigo siendo altruista. Mirtha, estar fuera de contexto nos ayuda a entrar de lleno en el contexto verdadero…sobre todo si nos da tela para cortar. Un abrazo.

Elba Julieta García T.
6 de abril, 2012

Siento el mismo dolor pero por razones diferentes. Mi dolor es por la falta de un proyecto de país que todo aceptemos, donde la democracia liberal y no el opulismo reinante desde el inicio de la democracia, sea asumida como un estilo de vida por todos los venezolanos, donde asumamos cada uno de nosotros la responsabilidad que tenemos con la vida propia, permitiendo que el Estado, vía la democracia participativa, permita convocar a las organizaciones de base para igualar las condiciones de acceso y de oportunidades a los que arrancan con desigualdades de esa propia vida frente a sus coterráneos. En cuanto a la persona que comenta sobre los trabajos que están haciendo comunidades en Mérida, y en otros lugares del país, solo me queda felicitarlos por ese empeño y esfuerzo, solo que ojala que los recursos que les da el Estado de manera privilegiada no termine por coptar la cociencia de sus miembros hacia un proyecto de país que es excluyente, populista y autoritario.

Saludos,

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