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Siria blues, por Santiago Gamboa

Acabo de recibir, traducida por mi amigo el poeta español Eloy Santos, una carta abierta del novelista sirio Khaled Khalifa (1964) sobre el horror que vive actualmente su país. Dado que conocí a Khalifa en mi última estancia en Damasco y porque creo profundamente en lo que dice y lo comparto, he decidido cederle este espacio, pues, si bien nuestro país no es influyente en esa región, hay en Colombia una gran comunidad sirio-libanesa que puede estar interesada en conocer este testimonio de primera mano.

Dice Khaled Khalifa:

“Queridos amigos, ciudadanos, escritores y periodistas del mundo entero, y especialmente los de China y Rusia, me gustaría que supieran que el pueblo sirio está sufriendo un genocidio.

Desde hace una semana las fuerzas armadas del régimen han intensificado sus ataques contra todas las zonas de protesta: Homs, Zabadani, los alrededores de Damasco, Rastan, Madaya, Wadi Barada, Figeh, Idlib y las poblaciones de la sierra de Zawiya. Durante esta última semana, y hasta el momento en que escribo estas líneas, ha habido más de mil víctimas, muchas de ellas niños, y cientos de casas han sido totalmente destruidas con sus ocupantes dentro.

La ceguera y la pasividad del mundo han envalentonado al régimen, que se propone aplastar la revolución pacífica mediante el uso de una fuerza represiva desmesurada. El apoyo de Rusia, China, Irán y algunos países latinoamericanos, unido a la tibieza del resto del mundo, han facilitado esta larga campaña de exterminio. (…)

Mi pueblo se ha enfrentado a la muerte a pecho descubierto y con canciones, y ahora es el objetivo de una campaña de exterminio. Nuestras ciudades rebeldes se hallan bajo un estado de asedio que no tiene precedentes en la historia de las revoluciones civiles. Se impide a los servicios de urgencia y de asistencia médica acceder a las zonas castigadas, los hospitales de campaña se han convertido en un objetivo más de las operaciones de destrucción, las líneas telefónicas están cortadas, y los suministros y medicamentos han sido requisados. Al día de hoy, llevar sangre para transfusiones o cualquier medicamento a las zonas asediadas es considerado delito. Son actos que se castigan con la detención en centros de internamiento en los que se están produciendo atrocidades que horrorizarán al mundo cuando salgan a la luz.

En la historia moderna el mundo raramente ha asistido a manifestaciones de tanta valentía cívica colectiva como la demostrada por los manifestantes sirios en todas nuestras ciudades y pueblos. No creíamos que el mundo fuera a responder con un silencio tan prolongado. Un silencio que es, desgraciadamente para nosotros, cómplice con la represión y el exterminio de mi pueblo.

Mi pueblo es un pueblo de paz, de cafés y de música que ojalá podáis apreciar un día, un pueblo amante de las rosas, cuyo perfume tal vez os alcance, para que sepáis que este lugar del mundo se enfrenta al genocidio.

No puedo decir más en estos momentos tan difíciles, sólo espero que actuéis de la manera que creáis más oportuna, en solidaridad con mi pueblo martirizado. Sé bien que la escritura es impotente, inerme cuando se pone delante de los cañones, los tanques y los misiles que nos bombardean a diario, pero lo que quiero evitar hoy, sea como sea, es que vuestro silencio se haga cómplice de la aniquilación de mi pueblo”.

Khaled Khalifa. Damasco.