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¿Cuál es el libro más peligroso del mundo?

Por Prodavinci | 28 de noviembre, 2011

Artículo escrito por Jacinto Antón, publicado en El País (España). Un extracto a continuación:

¿Cuál es el libro más peligroso del mundo? El Mein Kampf, contestarán muchos rápidamente. La Biblia; el Corán; el Malleus maleficarum, el gran manual para la caza de brujas; El manifiesto comunista; algún grimorio como el ficticio Necronomicón, Madame Bovary, Kamasutra… Las respuestas pueden ser muy variadas, pero a pocos se les ocurriría seriamente considerar peligrosa una obrita como la Germania de Tácito, poco más de 30 páginas de tratado étnicogeográfico con intencionalidad moralizante escritas a finales del siglo I de nuestra era por un historiador romano. Y sin embargo, ¡diablos, qué daño ha hecho el librito de marras.

Para los nazis fue una biblia de su causa: consideraban que probaba la superioridad alemana y se lo citó para justificar las leyes raciales de Núrenberg. Himmler tenía una fijación con esa obra, y ya se sabe a lo que conducían las fijaciones del reichsführer. En 1943 envió un destacamento de las SS a Italia para hacerse con el más antiguo manuscrito que se conserva del librito de Tácito, el Codex Aesinas. Curiosa empresa nazi: conseguir un libro para venerarlo y no para quemarlo, como era lo habitual. Himmler le otorgaba al manuscrito de la Germania un poder tan grande como el de otras de sus reliquias favoritas: el Grial, la lanza de Longinos o el martillo de Thor. A diferencia de esos objetos legendarios, el libro era bien real, y el mal que hizo, también.

A explicar la asombrosa historia de Germania y su impacto en las mentalidades -desde los humanistas al movimiento völkisch pasando por los románticos- hasta llegar a ocupar lugar privilegiado en las mesitas de noche de los mayores criminales de la historia, ha dedicado un ensayo apasionante el profesor de Clásicas de la Universidad de Harvard Christopher B. Krebs, especialista en Tácito. Bajo el elocuente título de El libro más peligroso (Crítica), agarrándose a la consideración del gran Momigliano de que Germania merece ocupar un lugar destacado entre los cien libros más peligrosos que jamás se hayan escrito, Krebs nos lleva en un viaje fascinante de la Roma imperial a la Alemania hitleriana pasando por monasterios, cortes y bibliotecas, en un recorrido por la historia de las ideas que tiene mucho de trabajo detectivesco y parece a ratos una novela de intriga.

Para los nazis y sus precursores, Tácito demostraba la continuidad de un pueblo en una tierra y justificaba la política racial. “Volveremos a ser como éramos”, anotó Himmler en su diario, emocionado por “el señorío de nuestros antepasados” tras leer Germania. El reichsführer hasta estudió ejecutar a los homosexuales como Tácito señalaba que hacían los antiguos germanos: ahogándolos en las ciénagas. Sencillos, valerosos, leales, puros, honorables y hasta castos: así se veían retratados muchos alemanes en Germania. Y los SS se identificaban con aquellos guerreros -reencarnados en el arquetipo del ario-, para los que supuestamente la lealtad era su honor.

Era, claro, la que hacían los nazis de la Germania una lectura sesgada. El historiador romano no se refería en su librito a los supuestos antepasados ejemplares de los alemanes modernos. El concepto germanos no aludía a un pueblo homogéneo, indígena y puro, susceptible de continuidad étnica, sino a una amalgama de tribus de identidad y destino incierto pululando en las nieblas del pasado. Había además observaciones poco agradables de Tácito sobre los germanos y su patria. Esas simplemente eran ignoradas. Por ejemplo, considera Tácito que como sitio para vivir, Germania es un asco; señala que los germanos practican los sacrificios humanos (esto a los nazis, curiosamente, les molestaba mucho, aunque ellos se entregaran con fruición al Holocausto); que cuando no guerrean pasan la mayor parte del tiempo sin ocuparse de nada, entregados al sueño y la comida; que crecen desnudos y sucios, que beben y riñen entre ellos continuamente. Llega a decir de una de sus tribus, los catos, que “para lo que son los germanos tienen mucha capacidad de raciocinio”. Nada de esto impidió que el pobre Tácito, el gran Tácito, pasara a formar parte del discurso autolegitimador de los nazis. Hubiera sido mucho pedir que supieran leer bien a los clásicos.

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Prodavinci 

Comentarios (6)

hector escalona
29 de noviembre, 2011

Lo clasico no es el libro, lo clasico es usar de manera sesgada “el libro” llamase este bibilia, coran, o la forma d partir un huevo.

Alfredo Ascanio
29 de noviembre, 2011

Para los que vivimos en Venezuela un libro peligroso por el gran engaño que le ofreció a nuestra sociedad fue HABLA EL COMANDANTE de Agustín Blanco Muñoz.

Estela Pellegrini
29 de noviembre, 2011

muchisimas gracis porque yo no lo sabía. Realmente muy inquietante, ó realista, tanto racismo. Se me ocurre una pregunta, que no sé quién pueda contestar. ¿si no lo hubiese escrito Tácito, no habría sucedido igual, toda esta historia de más de 2000, ó 3000 años, de odio y racismo? Si bien a Tácito no se le ocurrió que mucho después una mente enferma lo usara fuera de contexto, o con mirada sesgada, el también estaba siendo racista, al diferenciar así como dice el artículo a unos pueblos de otros.

vivian lucy
29 de noviembre, 2011

Los Protocolos de los Sabios del Zion

Luis
29 de noviembre, 2011

“La bomba atómica, ¡pero si es muy fácil!” (Manual para construir artefactos nucleares de mediana potencia en su propia casa y a bajo costo).

Gustavo Ramírez
6 de diciembre, 2011

Si Karl Marx resucitara y pasara un tiempito en Venezuela, saldría corriendo por las calles pegando gritos de desesperación al ver como su “gran admirador” Hugo, quien se ha declarado marxista pero a la vez confiesa no haber leido “El Capital” (Explíquenme eso), tercamente insiste en querer implantar un “socialismo” que en muy poco recuerda los postulados del vienés. Igual, los talibanes musulmanes esgrimen el Corán para sus fechorías, y nada más pacifista que ese libro. Así que…

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