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Estados Unidos y la pobreza, por Edmundo Paz Soldán

Por Edmundo Paz Soldán | 29 de septiembre, 2011

La semana pasada el Bureau del Censo de los Estados Unidos hizo públicas unas estadísticas que explicitan -por si a alguien le quedaban dudas- el descalabro de la economía norteamericana: el 15% de la población del país (46 millones) vive bajo la línea de pobreza (estimada en 22.000$us de ingreso anual para una familia de cuatro personas). No solo eso: el ingreso anual de un hogar promedio de la clase media se encuentra al mismo nivel que en 1996 (49.500$us, ajustados de acuerdo a la inflación). Si se piensa solo en hogares de familias hispanas y afroamericanas, los ingresos son aun más bajos. Las cifras son claras: incluso los más optimistas hablan de “década perdida” (para ser precisos, habría que hablar de tres lustros perdidos).

La crisis que comenzó hace tres años es la más seria que ha sufrido el país desde la Gran Recesión de 1929. Ciertas cosas que este país daba por seguras a lo largo del siglo XX ya no lo son más en este siglo. La poderosa clase media que dominó el país después de la segunda guerra mundial ha perdido fuelle; son más comunes los trabajos a medio tiempo, y el seguro de salud que tradicionalmente se ofrecía como un derecho laboral es hoy un lujo (son más los norteamericanos que mueren cada año por falta de seguro de salud que los que han muerto en las guerras de Irak y Afganistán de los últimos diez años). En una sociedad post-industrial con sindicatos desmantelados, el recorte de beneficios laborales no hará más que continuar.

Algunos analistas dicen que Estados Unidos está viviendo las consecuencias de su pacto diabólico con el capitalismo salvaje, cuyo desarrollo está produciendo desigualdades cada vez más abismales entre los diferentes grupos sociales. Otros buscan las culpas en la forma en que la clase política no tomó las previsiones necesarias y pensó que se podía vivir para siempre en la prosperidad (no se debió abrir los mercados tan fácilmente a la competencia extranjera, dicen, que asestó golpes duros a industrias tan vitales como la automovilística). Tampoco se debe subestimar el costo de las guerras en Irak y Afganistán, que han endeudado a un par de generaciones y han hecho que Estados Unidos invierta recursos, tiempo y energía y pierda fuerza competitiva ante el avance imparable de China. A todos esos factores de la crisis debe añadirse una profunda transformación tecnológica y demográfica, que está eliminando industrias enteras y haciendo que otras tengan que reestructurarse para sobrevivir.

En los años sesenta, Lyndon Johnson podía declarar la “guerra a la pobreza” y ser admirado por ello. Hoy las cosas han cambiado tanto que esa lucha no es vista como una prioridad. Estados Unidos vive un momento de profunda desconexión entre aquello que mueve a la sociedad y el deseo de ayudar a los más necesitados. Hace poco, el Pew Research Center publicó una encuesta reveladora: el 51% de los norteamericanos no está de acuerdo con que el gobierno busque formas de ayudar a los más pobres. No es casual que el Tea Party se haya convertido en una facción poderosa del partido Republicano: en mucha gente resuena su llamado a un gobierno más limitado. Ese gobierno limitado no va a tener las armas para mantener una adecuada red de protección para sus ciudadanos. Rick Perry, el gobernador de Texas que actualmente lidera en las encuestas entre los candidatos del partido Republicano a la presidencia, es partidario de hacer serios ajustes al programa de la Seguridad Social (sin ese programa, entre un 6% y un 7% más de la población sería clasificado como pobre). Alguna vez, de la mano de Hillary Clinton, los demócratas quisieron ofrecer un seguro universal de salud, pero se encontraron con la oposición del congreso; hoy son 49 millones quienes viven sin seguro de salud.

Se puede discutir qué se considera pobreza en los Estados Unidos. Para un observador latinoamericano, que ha visto la miseria en las zonas rurales, la definición de pobreza que usan los norteamericanos puede parecer muy generosa. Hay, sin embargo, diferencias culturales importantes: en América Latina, la pobreza no está tan estigmatizada como en los Estados Unidos. ¿Quién quiere ser un millonario?, preguntan desde un programa televisivo; la respuesta: todos. En el país de los excesos de Donald Trump y Kim Kardashian, ser pobre es algo de lo que hay que alejarse como si se tratara de la peste. Para los pobres de raza blanca con escaso acceso a la cultura se reserva una definición que es también un insulto: “white trash”. Ser pobre es, simbólicamente, ser basura.

También existen las diferencias de aspiraciones y de acceso. En América Latina los grandes jefes de corporaciones no suelen ser modelos a seguir; en Estados Unidos sí. El “sueño americano” no solo consiste en tener un buen trabajo, una casa y vivir relativamente bien; también consiste en triunfar en grande. Gente de todas partes del mundo ha emigrado a los Estados Unidos persiguiendo ese sueño. En materia de dinamismo empresarial, de posibilidades para lanzarse al negocio propio, Estados Unidos ha sido un ejemplo de sociedad flexible, inventiva, capaz de ofrecer oportunidades para el desarrollo del potencial humano, de la creatividad. No todos han podido alcanzar el “sueño americano” (al menos no en la versión superlativa), pero la posibilidad está ahí, al alcance de la mano, como uno de los grandes motores de la sociedad norteamericana. Muchos han estado dispuestos a endeudarse para conseguir una educación que les permita el acceso a trabajos calificados; hoy no todos pueden pagar esos préstamos, y se esfuma el sueño de la casa propia (el 24% de las familias hispanas y afroamericanas no tiene más bienes que un auto).

Con un desempleo del 9%, el principal desafío de Barack Obama es la creación de empleos. Las elecciones del próximo año girarán en torno a qué candidato será capaz de ofrecer el programa más atractivo para reactivar la economía. Ese programa irá dedicado a captar sobre todo el gran número de votantes de la clase media. No habrá mucho espacio para los proyectos asistenciales, para desarrollar esa red de ayuda necesaria para una sociedad más justa. Pese a las estadísticas, la lucha contra la pobreza no será una prioridad. Todo se transforma en esta sociedad, excepto el capitalismo, que seguirá siendo salvaje.

 

Edmundo Paz Soldán es escritor y es profesor de Literatura Latinoamericana en la Universidad de Cornell. Su más reciente novela se titula Norte (2011, Mondadori). Pueden seguirlo en twitter en @edpazsoldan

Comentarios (10)

Alexandre Daniel Buvat
29 de septiembre, 2011

Cuando haya 25% de pobres con ingresos de unos 35000 $ anuales, China exportará a USA zapatos de goma, ropa cosméticos, televisores, celulares y hasta autos… Pero el capital de las empresas de china o taiwan o Vietnam o a lo mejor, grecia, afganistan, turquia y otros exportadores baratos, será como mínimo la mitad norteamericano y venderán marcas norteamericanas, aumentarán el valor bursátil de las empresas con esas marcas y sus directivos serán mas ricos, se generará empleo solo de comercio, servicios y finanzas y el dinamismo empleador se irá hacia otros paises y la acumulación se quedará en los bancos y grandes corporaciones Ese modelo ya lo hemos vivido en paises sin industria, importadores y rentistas como nosotros, pero ahora se ve en gran escala y los culpables son quienes realmente controlan el poder económico financiero casi todos “buenos y cristianos ciudadanos ejemplares del Tea Patry ¡¡Que paradojas eso de tener, acumular y sólo tener, sin ver al otro sino como un despreciable ser que hasta puede ser mas feliz sin tanta pretensión. pero, dirán esos señores se los 1000 mas ricos de “Fortune” pobrecillos infelices que no saben aprovechar oportunidades, ni aumentar su riqueza comprando nuestras acciones, aunque en la realidad tienen solo para sobrevivir consumiendo lo que la incesante publicidad impone Así las cosas estaremos empezando a ver profundos cambios en la economía estadounidense y en la globalización, cambios que provienen de los desastres de las posibles crisis en gran escala

Eleazar
29 de septiembre, 2011

Buenas. Dos puntos:

1) White Trash no es exclusivo para pobres blancos, es un prototipo que no va ligado ajuro a falta de dinero sino a costumbres: embarazo precoz, escolaridad interrumpida, desempleo, conocimiento académico mínimo, no haber salido de su ciudad. Se podría decir que es por una razón netamente económica, pero no es determinante. Ahora, en Caracas, Venezuela, y muy probablemente en el resto de latinoamérica, existen terminos despectivos y peyorativos contra las clases socioeconómicas bajas, en Caracas les dicen Monos, Malandros, Marginales, y tiene sus fuentes, una persona Tuki es un termino similar a White Trash salvando las diferencias culturales. Recalcando acá el punto donde comentas que en Latinoamérica la pobreza no está tan estigmatizada: no sería el caso en Venezuela donde el punto focal de consumo es un Black Berry el elemento que comparten las diversas clases sociales (muy marcadas por cierto) y al buscar esa equidad se busca luchar contra el estigma de la pobreza.

2)Y, eso de que los White Trash es por la dificultad de acceso a la cultura, ellos tienen su propia cultura, son una sub-cultura, no es cuestión de acceso. Como digo, tiene dificultad de acceso a conocimiento universitario y académico, imagino que te refieres a esa “cultura”, al aplicar el término de esa forma tú también los estás desestimando.

Saludos

Alexandre Daniel Buvat
30 de septiembre, 2011

Interesante su aporte amigo Eleazar. En cada país hay esa “subcultura” o modo de pertenencia de grupos a la sociedad global, con ciertos valores enraizados y con adaptación a la vida en sociedad manipulada por la publicidad que orienta necesidades. En Venezuela , ya que lo comenta, y como dato económico sociológico, son bienes de primera necesidad los cosméticos, los arreglos de salones de belleza , los black berrys y las apuetas de beisbol de grandes ligas Según estimaciones de algunos estudios, entre esos rubros, se gastan en el país mas de OCHO MIL MILLONES de Dólares anuales !! Y buena parte proviene de los “TuKIS” o sea sub empleados marginales sin educación etc etc a semejanza de los “WHITE Trash”

Joel Coronado
30 de septiembre, 2011

¿Podría algún especialista explorar la posible relación de causa-efecto entre los resultados económicos observados en China y en EEUU? ¿Sería probable que la dirigencia comunista china haya encontrado la fórmula para poner el capital al servicio de su poder político y para derrotar al sistema capitalista en una guerra económica? ¿Habrían los chinos descifrado mejor que el resto del mundo la lección de la derrota soviética? Me parece que los recursos más formidables del sistema occidental, capital y tecnología, están sufriendo un efecto bumerang inducido por los estrategas chinos. Parece claro que los chinos están devorando las materias primas latinoamericanas, destruyendo el mercado laboral norteamericano y debilitando el sistema financiero mundial. Y todo con la codiciosa cooperación de las mayores corporaciones. ¿Estoy fantaseando?

Hannah L Migliavacca
30 de septiembre, 2011

Al terminar la pesadilla Mao & Co. y permitirse verbalizar el abismo económico a que los llevaba el comunismo, plantearon a la cúpula del poder mundial: O nos ayudan a subirnos al tren del capitalismo o no tendremos más remedio que exportar terrorismo guerrillero al costo. Mercado para eso sobra en Lat Am, Africa y todo rincón pauperizado del mundo, aquel viejo “sueño” de “10, 100 Viet Nams…” Y como, si un elefante es bueno (para los fabricantes de armas) 1000 elefantes no son 1000 veces mejores, comenzamos a comprar película Kodak Made in China, pilas Eveready Made in China…you name it! Cada producto de marca chino era desempleo en USA y además hay que conseguir materia prima para fabricarlos, que ya no entra a USA generando empleo y riqueza por su sóla manipulación, conque, no, no fantaseas. Es el precio que pagó EL PODER para no tener que enfrentar lo que no podría manipular: mejor alimentar al león antes que salga a buscar comida.

Alfredo Ascanio
30 de septiembre, 2011

En el año de 1965 el Economista Sueco Gunnar Myrdal decía lo siguiente: “Estados Unidos necesita un crecimiento económico mucho más rápido para los próximos años con el propósito de combatir el desempleo y con el fin de no ver que la tasa de desempleo comience de nuevo a subir. Un crecimiento económico rápido y constante, aumentando la demanda de mano de obra, ayudaría a que el desempleo baje, necesariamente ello debe ser una primera condición para el éxito en la guerra contra la pobreza”. Y hoy en este año de 2011, si Myrdal estuviese vivo, tendría que repetir una vez más la misma frase.

Isaías
4 de octubre, 2011

Interesante artículo, aunque Paz Soldán no hace referencia a un aspecto muy ligado a la pobreza generado por el capitalismo norteamericano: el aumento de la brecha de desigualdad económica (especialmente de riqueza, pero también de ingresos) entre los diferentes estratos sociales; de hecho, Estados Unidos es entre los países desarrollados el que exhibe mayor desigualdad económica (medido por índices como el de Gini). Según una hipótesis, planteada por el economista indio, ex funbcionario del FMI, Raghuram Rajan,una poarte de la crisis financiera se debió al consenso existente entre los políticos norteamericanos de que había que paliar de alguna forma esta desigualdad flexibilizando el crédito hipotecario y al consumo para la clase media norteamericana, que cada vez en mayor medida se acercaba peligrosamente a lo que ellos definen como su línea de pobreza.

María Eugenia
9 de octubre, 2011

La economía de USA está indisolublemente ligada a la de China, su acreedor, así que no debe extrañar que ambos países, por disímiles que sean, comiencen a parecerse: van hacia una “estabilización” de la clase media a mediano plazo en el 50-25% de la población, ello sobre una masa que sobrevive a corto plazo y sin ahorros, es decir de un día para otro, y, por supuesto, una elite “mandarina” del menos del 5%, la cual en USA está compuesta de “banksters”, políticos, CEOs y gente que posee y domina los medios de comunicación masiva con el fin de eternizarse en el poder. La meta final de ambas naciones es el control de la mayor parte de la población que sobrevive al nuevo sistema, sea por penuria y desesperación, o por furia hacia los de abajo y envidia hacia los de arriba. Dios, me refiero al cristiano, no cuenta para ninguna de ambas naciones.

Eleazar
11 de octubre, 2011

Buenas amigo Alexandre, gracias por el comentario. La cantidad de dinero que gastamos en belleza es inmensa, por suerte la gasolina es gratis. Una duda, sabrás dónde puedo encontrar algún estudio de consumo? por simple curiosidad. Saludos

Alexandre Daniel Buvat
11 de octubre, 2011

Amigo Eleazar, me complace haber sido útil con mi comentario, Respecto a su curiosidad, hay variadas fuentes y no un solo estudio nacional del consumo. Las encuestadoras como Datos y datanalisis publican documentos, Hay estudios anuales o periódicos hechos para cámaras y para grandes empresas de cada sector. Hay una publicación anual del commerce center sobre importaciones y exportaciones y precios, que permiten inferir consumo nacional por sectores . Es interesante conectarse con los llamados Bancos centrales ” o simplemente las grades oficinas de colocación de apuestas, para asombrarse de como desde aquí salen para las vegas, atlanta y mexico millones de dólares semanales en todo tipo de juegos.. Si le es posible indague con avon y otras tres o cuatro importantes vendedoras en tienda y por catálogos cuanto facturan mensualmente (y ello sólo es una pequeña parte de mercado de artieculos de cuidado personal… Si Ud y un equipo se lo proponen , en un año podrán tener una estimación bastante aproximada de estas aberraciones o tendencias enraizadas del gasto de los venezolanos

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