Artes

Rafael Pinedo después del fin, por Edmundo Paz Soldán

Por Edmundo Paz Soldán | 21 de julio, 2011

A principios del 2002 llegó a mis manos el manuscrito de una novela tan extraña como fascinante. Se llamaba Plop y su autor era el argentino Rafael Pinedo. Me enteré de que había nacido en 1954 y que esta era su primera novela. Un comienzo tardío pero deslumbrante, pensé, y me preparé para grandes libros. Lamentablemente, Pinedo murió poco después de cáncer. Hace algunos años, la editorial española Salto de Página decidió reeditar Plop, y meses atrás publicó El frío -con una elegante introducción de Elvira Navarro–, una de las dos novelas póstumas de Pinedo (la otra es Subte). Leí El frío y volví a Plop. Después del fin, la obra de Pinedo está muy viva.

Pinedo dijo en una entrevista que veía a sus libros como una trilogía sobre “la destrucción de la cultura”. Como estos libros fueron concebidos a principios de la década pasada, es tentador relacionarlos con la crisis argentina de fines del 2001. Plop, sin embargo, va más allá del contexto local: el libro hunde sus raíces en la larga tradición de las narrativas distópicas, y es parte de una sensibilidad apocalíptica contemporánea que puede dialogar perfectamente tanto con Mad Max como con Cormac McCarthy. Cuando le preguntaban por sus influencias en la ciencia ficción, Pinedo solía mencionar a Levrero, sobre todo la novela París, pero no son claros los rastros de Levrero en Plop; puestos a mencionar nombres rioplatenses, habría que señalar al Fogwill de Los pichiciegos. Igual, el universo de Pinedo es tan peculiar que es difícil situarlo como heredero o continuador de alguien.

En Plop el fin ya ha ocurrido; no se explicita qué ha destruido el planeta, aunque se sugiere que ha habido una catástrofe ecológica: hay pocos árboles y la gente solo puede tomar agua cuando llueve. La metáfora principal de la novela, lo ha visto bien el crítico Zac Zimmer, es la del barro: se comienza con Plop, el protagonista principal, metido en un pozo mientras cae la tierra sobre él “y a sus pies se va formando un caldo de barro que le llega hasta las rodillas”, y se termina con ese mismo personaje “cubierto de barro… Nunca existió otra cosa que barro. Sólo figuras cubiertas de barro, como él”.

En ese paisaje desolado, lo que le interesa a Pinedo es narrar qué hace un puñado de sobrevivientes después del fin, que no es otra cosa que volver a comenzar: unos cuantos se organizan en tribus, y aparecen los tabúes, los rituales extraños, las nuevas costumbres (“No eran raros los retardados. En general, apenas aparecía un primer síntoma las madres los sacrificaban”), el sexo como moneda de cambio y la lucha despiadada por la supervivencia. En este contexto, Plop es el sobreviviente por excelencia. Nacido en la indigencia absoluta (“su madre, la Cantora, lo parió caminando, atada al borde de un carro, medio colgada, medio arrastrada”), va aprendiendo rápidamente cuáles son las reglas de juego. Es más ambicioso que los demás, y eso, en una sociedad de la escasez, lo distingue y lo lleva a administrar los recursos y conseguir el poder. Pero su gran virtud es también su principal defecto: aunque la novela no se plantea como una fábula moralista, la caída de Plop está relacionada con su ambición excesiva.

Una de las tantas virtudes de Pinedo es haber encontrado un estilo que está perfectamente de acuerdo con la historia: una novela sobre la indigencia escrita con una prosa económica, de frases cortas, de párrafos de dos líneas, de capítulos como fogonazos. El lenguaje, sugiere Pinedo tanto en el tema como en la forma de Plop, es un bien que no debería despilfarrarse, aunque, en el caso de este escritor, uno hubiera querido más palabras, más historias, muchos más libros.

 

 

Edmundo Paz Soldán es escritor y es profesor de Literatura Latinoamericana en la Universidad de Cornell. Su más reciente novela se titula Norte (2011, Mondadori). Pueden seguirlo en twitter en @edpazsoldan

Envíenos su comentario

Política de comentarios

Usted es el único responsable del comentario que realice en esta página. No se permitirán comentarios que contengan ofensas, insultos, ataques a terceros, lenguaje inapropiado o con contenido discriminatorio. Tampoco se permitirán comentarios que no estén relacionados con el tema del artículo. La intención de Prodavinci es promover el diálogo constructivo.