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¿Burbuja en las redes sociales? – por Richard Posner

Quiero considerar lo que es una burbuja en el ámbito de las inversiones. Por qué surge, cuándo es irracional, y si las valoraciones actuales de empresas tales como LinkedIn y Facebook son el reflejo de una burbuja. Muchos teóricos de las finanzas entienden el precio de un activo, por ejemplo: una corporación, como el valor descontado de sus ganancias esperadas.

Los activos están sobrevaluados exante si la predicción es optimista, o ex-post si, aunque la predicción original fue la mejor que se pudo hacer, las ganancias resultaron menores a las esperadas. Debido a la incertidumbre, las decepciones son inevitables. Pero la premisa es que el comportamiento de los inversionistas está impulsado por las predicciones sobre la ganancia que dará una compañía.

Los teóricos de la economía que piensan que la compra y venta de acciones se rige por las previsiones de beneficios, excluyen la posibilidad de las burbujas, en las que los precios de los activos se elevan abruptamente y luego sobreviene el colapso, al parecer, sin tener en cuenta las estimaciones de los beneficios futuros. Una relación precio-utilidad muy alta es un síntoma de burbuja. Aunque un aumento veloz en las ganancias futuras puede hacer del bien en cuestión una “buena”  inversión, en un sentido convencional, esos incrementos son poco frecuentes.

A pesar de que una burbuja viola el supuesto según la cual los precios de los activos son impulsados ​​por las expectativas de ganancias (o pérdidas), eso no convierte a la compra de un activo en medio de una burbuja en un acto irracional, incluso cuando el inversionista piensa que está en el medio de una burbuja. Como señaló Keynes, un especulador de acciones no está interesado en la rentabilidad de las empresas cuyas acciones se negocian en el mercado. Él está interesado en el comportamiento de los otros traders. Si considera que van a aumentar el precio de una acción, el especulador verá una oportunidad para ganar comprando la acción, aún si se tratara de una acción de una mala empresa. En otras palabras, él no está comprando porque piensa que la acción está subestimada, sino porque otros la están comprando. Esta es una estrategia racional y al mismo tiempo arriesgada. Es racional porque si los precios continúan aumentando, el especulador hará dinero, aunque sea por algún tiempo. Es arriesgado porque otros inversionistas podrían parar de comprar y comenzar a vender, y los precios caerían.

El especulador de burbujas puede tratar de protegerse moviéndose dentro y fuera del mercado con velocidad, permitiéndole proteger  ganancias antes de considerar volver al mercado por una futura oportunidad. Una alta actividad de compra y venta de acciones es un síntoma de que la burbuja está alcanzando su punto más álgido.

Las burbujas florecen en periodos de pensamientos “nueva era”. La década del ’20 se anunciaba como una nueva era económica por el boom automovilístico y la llegada de los nuevos métodos de compra con el crédito al consumidor. Esto disparó la demanda de acciones en la bolsa y estableció el escenario para el colapso bursátil en octubre de 1929. El aumento del comercio “punto-com” en 1990 anunciaba otra nueva era. Una vez más se produjo una burbuja bursátil que eventualmente se rompió. El advenimiento de nuevos métodos de financiación de compra de vivienda, incluidas las hipotecas de tasa ajustable y de títulos hipotecarios, dio lugar a la burbuja inmobiliaria de la década de 2000 que terminó abruptamente con la crisis inmobiliaria de 2008.

Estas burbujas se basaron en el cálculo, en lugar de la exuberancia irracional. Gente que compró al comienzo de la burbuja y vendió antes del colapso lo hizo bien. Hay tantos bobos como vivos, pero eso es una constante, y las burbujas son ocasionales.

Aunque racional, las burbujas generan daños a terceros (externalidades), y por lo tanto deben ser desalentadas, o al menos limitadas. La externalidad es macroeconómica. Una burbuja causa inflación en el precio de los activos, lo que aumenta los préstamos porque los propietarios de los activos tienen más que ofrecer como garantía para préstamos. La reciente burbuja inmobiliaria causó un enorme aumento en la deuda del consumidor. Cuando una burbuja estalla y los precios de los activos caen vertiginosamente, la garantía del préstamo cae en el valor, lo que resulta en la contracción del crédito. La deuda no puede ser refinanciada, se dispara la mora, y un espiral descendente de compra y venta se activa.

Una burbuja en una acción no tendrá consecuencias macroeconómicas. Pero una burbuja tiende a involucrar a todas las acciones de un segmento de una industria (o incluso toda la industria) porque, sea lo que sea que cause el incremento del precio de una acción, muy probablemente también afectará a compañías que vendan los mismos o similares bienes o servicios. La creencia en una “nueva era” difícilmente afectará solamente a una compañía.

La manera más sencilla de intentar controlar una burbuja es dar límites a los préstamos para la compra de acciones. Esta estrategia no tendrá mucho efecto en una burbuja que se limita a operar sobre una industria como las redes sociales en Internet, a menos que la industria sea enorme, como la inmobiliaria (el mercado inmobiliario es mayor a todo el mercado de acciones). Cuando explotó la burbuja del “punto-com” de los ’90, causó una recesión que pudo tener pocas consecuencias si la Reserva Federal no hubiese tenido una respuesta tan incompetente (empujó las tasas de interés hacia abajo, permitiendo un escenario para la burbuja inmobiliaria, porque las casas son compradas mayormente con deuda, por lo que los precios de las viviendas pueden subir cuando las tasas de interés son tan bajas). Del mismo modo, si el frenesí de las redes sociales, reflejado en la compra de sus acciones, es una burbuja, la explosión difícilmente tendrá un impacto fuerte en la economía. La industria de la red social en línea es muy pequeña. Toda la industria emplea a unas mil personas. El colapso de los valores de sus acciones no sería un desastre económico — aunque la astronómica relación de precio-ganancias de LinkedIn es el síntoma de una burbuja— incluso en la situación de fragilidad de los Estados Unidos y la economía mundial.

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Traducción: Diego Marcano Arciniegas