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Ser, hacer o parecer, por Héctor Abad Faciolince

El Nuncio Apostólico de Colombia, Monseñor Aldo Cavalli, ha recomendado que durante los días de Semana Santa, los sacerdotes prediquen en sus sermones contra la posibilidad de que los homosexuales adopten niños, un asunto que en breve deberá debatir la Corte Constitucional.

Por Héctor Abad Faciolince | 28 de abril, 2011

Para la Iglesia Católica, la familia modelo es la que, según la Biblia, conformaron Adán y Eva, es decir, un hombre y una mujer, y este es el único tipo de familia apto para adoptar a un menor. Lo que la Corte en concreto debe resolver es “si ratifica o no la decisión del Tribunal Administrativo de Antioquia, que ordena al Instituto Colombiano de Bienestar Familiar tramitar la solicitud de una pareja de lesbianas que piden que a una de ellas se le permita adoptar la hija de su compañera”.

Se cree, equivocadamente, que la orientación sexual otorga o quita cualidades morales. Lo cierto es que las inclinaciones sexuales de una persona (hétero, bi, homo) no la convierten en un mejor o un peor ciudadano, en una mejor o peor madre de familia. La identidad homosexual, a secas, no nos dice nada sobre las cualidades morales de la persona. Como dice Philip Pullman, “podemos controlar lo que hacemos, pero no lo que somos. Lo que hacemos es moralmente significante. Lo que somos, no”. Y agrega, un poco más adelante: “Al clérigo Jeffrey John se le impidió ser obispo de Reading por culpa de su homosexualidad: aunque practicaba el celibato, importaba lo que era, no lo que hacía. Si ‘eres’ homosexual, aunque lleves una vida intachable de abstinencia y castidad, no por ello dejarás de ser impuro y abominable e indigno de pertenecer al clero”.

Contra los homosexuales como posibles padres adoptantes existe el mismo prejuicio: se los juzga a priori por lo que “son” y no por lo que hagan o dejen de hacer. La orientación sexual de un posible candidato a padre sustituto no debería ser un criterio en caso de selección. La pregunta por las preferencias sexuales del adoptante no es pertinente. Así como la raza, la lengua o la nacionalidad, en general, no deberían importar, tampoco las inclinaciones sexuales deberían jugar ningún papel al escoger al padre adoptivo. Lo que debe establecerse es si esa persona ha sido un buen ciudadano y si después de superadas ciertas pruebas psicológicas se puede suponer que sería un buen padre. Sería relevante su historial de actuaciones (si ha sido violento, ladrón, asesino, corrupto, indolente ante la necesidad ajena), pero no su ser o no ser homosexual, porque entre otras cosas el “hacer” homosexual tampoco es ningún delito ni ninguna falta moral. Que la Iglesia lo considere un pecado, es otra cosa, que ya juzgará Dios en la otra vida, pero en esta vida, para una moral humana razonable, en este comportamiento no hay nada repudiable éticamente hablando.

Algunos tratan la homosexualidad como si fuera una enfermedad contagiosa. Ni es enfermedad ni es contagiosa. Nadie se ha vuelto homosexual por el “mal ejemplo”, pongamos, de un tío marica. Del mismo modo que los homosexuales no se vuelven heterosexuales por mucho que la mayoría de la población les dé el “buen ejemplo” permanente de un comportamiento “recto”. Es la idea voluntarista de ciertos psicólogos, y de una parte de la Iglesia, lo que produce más tristeza y desazón: creer que con un esfuerzo de disciplina y voluntad aquel que es homosexual puede comportarse como heterosexual. Esto debería llamarse, simplemente, incitación a la hipocresía.

A los homosexuales se les prohíbe adoptar, pero nada les impide, afortunadamente, tener hijos biológicos. Si son mujeres, basta un donante de semen (o una clonación, dentro de poco); si son hombres, basta un vientre condescendiente (pagado o no). Ni siquiera a los violentos o a los delincuentes se les impide (preventivamente) adoptar. ¿Por qué impedirlo a los homosexuales? Y en cuanto a seguir el modelo bíblico, ese sí que es raro. La única posibilidad para que el género humano no se extinguiera tuvo que ser el incesto entre los hijos de Adán y Eva.

Héctor Abad Faciolince 

Comentarios (12)

Luis Rodriguez
28 de abril, 2011

Interesante el planteamiento. Acertado en algunos conceptos, pero me queda una duda, ¿si los seres humanos aprendemos copiando a los adultos hasta donde puede ser cierto que el comportamiento de los padres homosexuales no sera coopiado por los hijos?.

Gabriela Barroso
28 de abril, 2011

Muy buen artículo. Es increíble la intolerancia equívoca que muestra la sociedad a lo que es diferente y la aceptación absurda de actos y posturas radicales solo por ser “normal”. Weber decía que la anomia es necesaria para mantener el sano equilibrio social, pero esto parece no entenderse cuando para cualquiera es cada vez más normal que la vida humana pierda valor ante un robo o asalto a plena luz del día; pero es “horrible” que una pareja masculina quiera darle un hogar a algún niño que una mujer este dispuesta a regalar o que una pareja femenina quiera realizarse como madres entre ellas y formar un hogar. El ser homosexual no es una tendencia que se copia de padres, familiares o amigos, es un instinto tan natural como el de alimentarse; así que debería preocuparnos más por fomentar la diversidad de núcleos familiares que el de destruir cada día más las pocas familias que quedan con violencia, irrespeto e indolencia. No se supone que si somos descendientes de un incesto, no somos todos hermanos?.

Paul Franck
28 de abril, 2011

Y en donde quedan lo derechos de los niños? Una Familia bien constituida, igualdad social, bienestar guía moral y sexual lógica. Si la naturaleza del ser humano fuera esta hubiesemos nacido todos hermaforditas.

Javier Gonzalez
28 de abril, 2011

Estimado Sr. Franck,

En relacion con su comentario, considera usted que una persona homosexual realmente “decide” serlo? Permitame ilustrarlo sobre el asunto por vivencia propia y agena: Ser homosexual en una sociedad que rechaza, tilda, señala y agrede es muy dificil! Cree usted que realmente alguien en sana conciencia quisiera ser rechazado, tildado, señalado y agredido? La respuesta UNICA es NO!!! Y para ser mas directo, si Dios o la Naturaleza no tuvieran dentro de su plan que existieran distintas conductas, tendencias o preferencias, sencillamente no existirian. Como yo lo veo y como lo vemos muchos, es que la mision de todos los seres humanos en el planeta es aprender: de los unos, de los otros y de las circunstancias, asi que si somos tantos millones de homosexuales en el mundo, tal vez sea porque nuestro aprendizaje en esta tierra, depende de ello y asi lo planifico Dios mismo o la Naturaleza que el creó.

Hannah L Migliavacca
28 de abril, 2011

Será preferible que los niños se pudran en grises orfelinatos? Qué mal momento elige este cura para meter el dedo en el ventilador: por qué no exhorta a que los curas les prediquen a sus colegas que abandonen sus repugnantes prácticas pedofílicas? O será que temen que un homosexual abusará de su hijo adoptado como hacen ellos con los niños que los incautos católicos ponen en sus negras garras? La homosexualidad no es ni una enfermedad ni un delito, a medida que la iglesia católica (y todas las demás) se va diluyendo en la triste noche negra de la Historia. 2000 años de hogueras purificadoras ya son demasiado. La pedofilia es un delito: Se denomina ABUSO SEXUAL INFANTIL.

DanielChalbaud lange
28 de abril, 2011

Quedan muchas interrogantes, entre otras:: Dónde queda el tradicional, conveniente y necesario concepto y rol de Madre o de Padre?. En una pareja de homosexuales, a quién le corresponde ejercer el rol? Será que ya hay un tercer género, el UNISEX? Es el niño o la niña quien decide la adopción? Si es una adopción impuesta puede el adoptado más adelante rechazar esa nueva figura jurídica y a quienes pretendieron (de buena fe) suplantar o llenar un vacío? Si con el tiempo -todo es posible- existiera una comunidad de sólo homosexuales, la necesaria reproducción para la preservación de la especie sería únicamente manual y todos hijos de un Manuel?

gisela kozak
28 de abril, 2011

Estimado amigo Chalbaud, no se puede plantear un cuestionamiento a una ley a partir de una hipótesis no verificable como la existencia de una comunidad de homosexuales (no entiendo lo de manual y Manuel, disculpe). En cuanto a los roles de padre y madre éstos se han desdibujado en las parejas heterosexuales. Los hombres cambian pañales y las mujeres pagan colegios. Otra cosa, en Venezuela muchas familias no cuentan con la figura del padre simplemente porque éste abandonó el hogar o por cualquiera otra razón: ¿afirmaría usted que todos los niños criados en estas familias tienen problemas sicológicos porque la figura paterna no está? Estimado Luis Rodríguez, ¿cuál es le problema si las parejas homosexuales tuviesen hijos homosexuales? En todo caso, si la sexualidad de los padres fuese un dato definitivo, no habría hombres y mujeres homosexuales pues la mayoría de éstos han sido criados por heterosexuales.

Miguel Patiño Mata
28 de abril, 2011

En este punto me reservo de opinar sobre la homosexualidad, su origen, ventajas o posición moral. Indistintamente de la orientación sexual, hay delitos morales, éticos, violentos, económicos y de otras índoles que no tiene nada que ver con el género que si deben ser pechadas por la sociedad. Educar no es una cuestión de género. Si la conducta se copia, pues bien sea hacho siempre y cuando respete los valores reales. La tendencia sexual no es un valor que se pueda tipificar de delito.Como todo en la naturaleza, la evolución de comportamientos podría o no crear esos seres “unisex” que se comportarán adecuadamente o no con los delitos pero sin que sea su orientación sexual lo que determine ésto.

Un delito si es la discriminación racial o sexual. En nuestro país la hemos visto hacia los homosexuales y sabemos de lo contrario en ciudades como San Francisco donde predomina la, y perdón si alguien se ofende pero es para ilustrar, la maricocracia. Se les da preferencia a los homosexuales. Una vez más no es el género lo que determina la el delito o el abuso, son cosas como el poder hacer sin control y otros factores más complejos lo que al final llevan a las “malas” conductas. Yo no soy religioso de ninguna manera pero obviamente, aquellos que están sujetos a una religión deben respetar y convivir con sus normas. De lo contrario… Fuera de allí!!! Sí hay más allá y podrás obviar comentarios de estos señores sin que te afecte.

Carlos Natera
28 de abril, 2011

Un criminal se convierte en criminal al cometer un delito, sin embargo puede decidir entre ser o no ser un criminal, todos tenemos la libre facultad de decidir quien ser por encima de prejuicios y normas e incluso leyes, la naturaleza nos dio el genero sexual, no hay intermedio, solo el de la mente de muchos. El cristianismo y muchas tendencias religiosas defienden lo que creen y entre sus normas y leyes no existe la homosexualidad como opcion sino mas bien como un hecho repudiable asi como se repudia el adulterio y fornicacion, la envidia y el odio y aun mas el orgullo, y si no se defiende lo que se cree simplemente no se cree… por lo general o casi siempre(no se de un caso que argumente lo contrario) los homosexuales son promiscuos no creo que esten en la facultad moral de adoptar niños…

Zanahorio
29 de abril, 2011

No considero que los homosexuales sean más promiscuos necesariamente si consideramos la apubullante presencia de la pornografia y prostitución heterosexual en internet y en el mundo, ahora y antes. Así mismo todo cuanto existe en la creación es natural y la homosexualidad, no siendo privativa del género humano, existe de forma natural y hasta donde se sabe de manera más formal y menos especulativa (y tendenciosa) por condicionamiento genético. Tomando en cuenta que Dios es hombre en las doctrinas religiosas dominantes podemos entender la manera patriarcal en como se ha permeado el desarrollo histórico y cultural y, en más de una forma, también machista en nuestras sociedades. El machismo es la negación de lo femenino; su nulificación y coerción como mecanismo de imposición de poder y supremacía. Es entonces que romper con los esquemas de antaño y ciertos paradigmas representa, como ya se dijo aquí anteriormente, inaceptable al menos si para ciertos grupos o mentalidades. Si a ello sumamos la cultura de la culpa como sistema de control masivo del que obtuvo provecho económico y político la Iglesia (siempre cercana al poder y a la fecha lo sigue haciendo, no obstante, la tan cacareada Ciencia y la vanagloriada Razón como herramientas más inequivocas (?) de acercamiento a la Verdad o lo que sea que eso signifique) y el tabú que, ya no sólo como prejucio bajo el entendido que los prejuicios no son sino tergiversaciones y distorciones de aquello que nos es natural sino, diría yo, expresión fragante y tajante de inseguridades y telarañas mentales sin fundamento coherente que representa todo lo referente al Sexo. Sin embargo, todos los seres humanos, salvo algunas raras excepciones por ahí a juzgar por su conducta y pensamiento, somos producto de un acto sexual. Ojalá siempre fueramos producto del Amor en ésta sociedad heterosexual y creyente en Dios. Así que el sexo es la vida a pesar de su carácter de tabú. Y el Sexo es placer, al menos si, en la experiencia satisfactoria con el orgasmo de por medio y una hipersensibilización en todos los sentidos, diría yo que, incluso una experiencia de tipo expiritual. Pero el valor de las personas ni del amor y todo lo que de ello se deriva está condicionado por algo tan genital. No sólo hay un repudio sistemático a los homosexuales sino también al apoderamiento social de la mujer y al ejercicio libre de su sexualidad, erotismo y goce al placer. Las facultades de empoderamiento al individuo y su individualidad social que han otorgado las nuevas reglas y formas de interacción social han favorecido que, ciertas minorías en algunos casos y mayorias relegadas en otros, tengan una abierta expresión, por lo menos, de su existencia y presencia acaso como un reclamo histórico y en algunos otros casos – a fuerza de lucha y dolor – la conquista de, no nuevos derechos, sino de derechos siempre o hasta ahora negados. Por lo pronto, pese a los funestos vaticinios apresurados por ciertos sectores no sólo facilmente identificables sino, por tanto, previsibles en su postura más bien reaccionaria al respecto en este tipo de temas, el Sol, según se ve hasta ahora, sale cada día y, creo, lo seguirá haciendo y para todos. Mucho se ha dicho que la homosexualidad constituye un atentado contra la preservación de nuestra especie y, supuestamente, la continuidad de la vida. Pero, en todo caso, los homosexuales representan proporcionalmente una minoría con respecto del resto y mayoritaria totalidad restante de los seres humanos. Por otro lado, siendo honestos, las más de las veces ejercemos el coito y la sexualidad más con animo de satisfacer una búsqueda de placer que por fines exclusivamente de reproducción. La sexualidad humana, a diferencia de la mayoría del resto del reino animal que sólo busca preservar su especie, no tiene por fin último (!y qué bueno¡) ni exclusivo la procreación. Siendo así, volviendo al incio de mi comentario, la masturbación en su carácter masivo aún siendo individual y privada, la pornografia – así sea sólo mental como toda buena perversión – y la prostitución – tan lucrativa y arcaica como pocas cosas, acaso como la humanidad y el sexo – serían mayores atentados contra la preservación de nuestra especie pues, ya se ve que no, en su practica numerosa, colectiva y multitudinaria dificilmente tienen como objetivo último la formación de una bonita familia ejemplar e idílica. Y, pese a ello y al SIDA y las enfermedades y a todos los proféticos vaticinios de mala fortuna, no sólo aquí continuamos como especie y en alarmante aumento sino además discutiendo, en medio de prioridades desatendidas más importantes en cuanto a más desgraciadas, viejas historias que, por muy cansinas, no se agotan tal como no se agotan tampoco nuestros miedos y, por tanto, nuestra penosa facultad al odio.

Miguel Patiño Mata
29 de abril, 2011

A modo de corolario, el comentario de Carlos Natera respecto a que los homosexuales son promiscuos naturales me retrotrae en un intercambio de palabras con conocidos homosexuales a los que les hice saber lo mismo: “por qué son ustedes tan promiscuos” A lo que respondieron; “Porque somos hombres con hormonas de hombres” y algunos agregaron; “COmo terminas reuniéndote con similares a ti, no hay que hacer todo el trabajo de conquista tan elaborado porque el grupo objetivo ya está bien seleccionado” Es decir, la segregación se las pone papita en términos de foreplay.

José Iskandar
2 de mayo, 2011

Excelente articulo! Voy a compartirlo con amigos y familiares para que puedan entender un poco más la diversidad sexual y la posibilidad de que homosexuales en pareja o solos tengan oportunidad de adopción o de crianza a un niño. Saludos.

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