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Real Madrid-Barcelona. Round 3: Elogio a Messi. Apuntes para una épica, por Willy McKey

“Se acabó la farsa: gano el Barça”
Tweet de Juan Villoro

1. El asunto de la perspectiva. Una de las quejas más frecuentes de los aficionados merengues es que el Barcelona es un club messidependiente. “Messi que un club”, suscriben mofándose de un eslogan (més que un club, más que un club) que abarca mucho más que las copas ganadas y las ventas de camisetas. “Messías”, sustantiva mi compañero de columna y yo sonrío y sigo leyendo.

¿Qué es Messi? Vale creer que, más que un delantero, es la evolución humana. Incluso la honrilla argentina, el antídoto a Maradona. Messi es una alegoría, un resumen, un superhombre que deja atrás al pensado por Nietzsche en cada regate.

Una aclaratoria: ese superhombre de Nietzche no es Pepe: Pepe es la bestia, el anticristo. En el ánimo merengue la expulsión de Pepe cambió todo. Tanto que la anulación de CR durante los sesenta minutos que estuvo Pepe en la cancha se esfumaron. Puf. Sólo importó la desaparición de un elemento para que todo se viniera abajo. Puestos en esto, ¿quiénes son los dependientes?

2. El asunto del espíritu. Messi nació en 1987, en Rosario. Allá jugaba en el Newell’s Old Boys y padecía una enfermedad hormonal que requería un tratamiento cuyos costos sumaban 900 US$ al mes. El F. C. Barcelona se compromete a pagar el tratamiento y lo entrena en La Masía. Crece (poco… pero acá se valen las metáforas) y alcanza los 16 años. Es convocado por primera vez en diciembre de 2003 en un juego contra el F.C. Porto, entrenado por el gran José Mourinho. Se mantuvo en la banca. El héroe adolescente en formación, vuelto potencia, posibilidad, destino… Mou, por su parte, se convirtió en la leyenda capaz de llevar a ese F.C. Porto a ser Campeón UEFA (2003) y Campeón de Champions League (2004), apostándoselo todo a sí mismo.

El Barça es una maquinaria muy bien aceitada y dada al asunto a largo plazo. Messi es producto de esa maquinaria. Pero también lo son Valdés, Puyol, Piqué, Busquets, Xavi, Iniesta, Pedro… y Guardiola. Por éstas y otras razones, decir que los triunfos de este sistema se deben a tener el logo de UNICEF en la camiseta es, por decir lo menos, un acto desesperado: una asfixia…

3. El asunto del pez globo. Los peces mueren por la boca. Minutos después de la derrota, Mourinho dice. Se infla, pero ya no pincha a la ballena desde dentro: hinca sus espinas a todos los merengues de raigambre, quienes saben que el Real Madrid es capaz de golear sin tacha si se lo propone. Lo peor es que los convence. Renuncian. No hay vuelta atrás, dicen. Estamos perdidos, dicen. Hasta Valdano, dicen. Esta vez no vale ninguno de los argumentos de la última victoria blanca (mayor cantidad de ocasiones de gol, defensa cerrada por los laterales, tiros al arco). Dicen de todo, menos fútbol: UEFA, dicen… el árbitro, dicen… desaparecen penaltis del pasado, goles anulados y la grama se esconde de nuevo.

Y el Madrid se descubre lusodependiente. Pepedependiente. CRdependiente. La última maroma: diagnosticar la Moudependencia. Recuerda que le funcionó con el Porto. Así que se infla.

4. El asunto de la épica. Escribir desde la victoria es complicado, tal como lo afirmó Rodrigo Blanco Calderón con la Copa del Rey en las manos. Cuando eso pasa, lo mejor es ponerse occidental: la Historia y la Fe sostienen a casi todas las épicas.

Los dos goles de Messi son una alegoría: un símbolo, un grabado de Doré, un guerrero de Troya que ante las faltas vuelve al balón. El silencio de CR es un duelo: un síntoma, un esperpento de Goya, Aquiles esperando por los dioses. Elogiar a Héctor siempre será elogiar a Troya… ¡Tot el camp és un clam!

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