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Despachos desde Libia: ataques aéreos y camino a Ajdabiya, por Jon Lee Anderson

Jon Lee Anderson reporta desde Libia las primeras consecuencias de los bombardeos de occidente.

Por Jon Lee Anderson | 21 de marzo, 2011

Temprano en la mañana de ayer, misiles dirigidos  y ataques aéreos  de la coalición de occidente rompieron una línea de blindados del ejército Libio que había avanzado rápidamente durante la noche desde la cercana ciudad de Ajdabiya hacia Bengasi, dejando un campo con restos  y pedazos de tanques, lanza misiles y otros vehículos militares, a lo largo de la carretera que lleva al oeste. En un punto, los residentes de Bengasi empezaron, a mediados de la tarde, a desplazarse en sus carros a curiosear la destrucción. Jóvenes se encaramaban dentro y fuera de media docena de tanques humeantes y examinaban los restos carbonizados y desmembrados de un grupo de soldados.

Un hombre joven caminaba a lo largo de una espantosa línea de cuerpos cubiertos improvisadamente con sábanas, e iba de uno en uno descubriéndolos y gritaba a cada uno de forma burlona: “Miren la gran obra que Gadafi ha hecho”. Otro, un hombre mayor, le dijo que parara y que era “haram”, impropio—prohibido. Se produjo una breve discusión cuando otros espectadores siguieron la iniciativa de insultar a los cadáveres de los enemigos. Un amigo libio, de veintiocho años, llamado Osama, señaló al joven provocador y dijo riendo: “Estoy de acuerdo con él, estos hombres vinieron a atacarnos, compatriotas libios”.

Algunos hombres me gritaron para que me uniera a ellos dentro de un tanque. “Observe, observe su comida” exclamaron. Me señalaron algunas manzanas y naranjas y un paquete aplastado de queso fundido y algunos cigarrillos. La gente estaba molesta por ver las comodidades que gozaban esos hombres de Gadafi.

Frente a otro tanque, un hombre jugaba con una cámara y me pidió que le tomara una foto con su anciano padre, que parecía abrumado por la emoción, y de repente ambos levantaron sus manos formando una “V de victoria”. Los hombres preguntaban mi nacionalidad: “¿Francés?, ¿Americano?” y estrechaban mi mano rápidamente y con timidez. Expresaban su gratitud a occidente, su enfado con Gadafi y la humillación que sentían: “¿Sabes?, Gadafi no es normal”, los libios a menudo dicen esto con vergüenza, como si trataran de comprender al hombre que dominó sus vidas por más de cuarenta años y que ahora lanza bombas, aviones y tanques contra ellos. “¿En qué está pensando?, ¿En qué de alguna manera podremos perdonarlo y aceptar vivir con él de nuevo, después de esto?”

Bajo algunos árboles, en una zona cubierta de césped que en otros tiempos hubiese sido un lugar encantador para hacer un picnic, había algunos hombres merodeando un área donde las fuerzas de Gadafi acamparon antes de moverse hacia Bengasi. Encontraron una enorme pila de cajas militares que contenían misiles tierra-aire, y restos de una oveja. Apareció un hombre que gritaba indignado que los atacantes robaron las ovejas de los granjeros locales y que ni siquiera las mataron de la forma tradicional musulmana: cortándoles la garganta y esperando a que desangraran. En su lugar, les dispararon en la cabeza. Para Osama, esto probaba que eran mercenarios: “No son libios”, dijo, negando con su cabeza.

Hasta ahora, los libios en Bengasi han insistido en que no hay una Guerra civil, sino una lucha de una mayoría de libios contra un despiadado, déspota, loco ejército mercenario—de libios, sí, a los que a menudo describen como matones y soldados pobres del sur, y también como mercenarios de otros países.

En el nuevo frente de batalla, que para la puesta de sol de la noche del domingo se encontraba a unos ocho kilómetros al norte de la entrada de Ajdabiya, un grupo de hombres y jóvenes esperan inquietos, en vagones de batalla y carros, armados y gritando, observando el espacio vacío entre ellos y la ciudad ocupada, esperando al siguiente ataque aéreo aliado sobre los tanques de Gadafi. Una vez que lo hagan, explicó el combatiente más viejo llamado Ibrahim, él y sus compañeros de batalla avanzarían—como han hecho todo el día—para perseguir sobrevivientes, y como él dice, limpiar.

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Traducción: Diego Marcano Arciniegas

Jon Lee Anderson 

Comentarios (6)

Alfredo Ascanio
22 de marzo, 2011

Cómo es posible que Gadafi pueda seguir en su empeño de seguir combatiendo a sabiendas de que ya está completamente derrotado?

José Marcano
22 de marzo, 2011

Es muy difícil entender a cierta gente. Los ciudadanos comunes árabes pedían ayuda para los rebeldes libios, pero ahora rechazan la intervención de Occidente. Las élites gobernantes proclamaban su rechazo a las acciones de Gadafy pero no se deciden a hacer nada en concreto para apoyar a los sublevados. Sería como nombrar la soga en la casa del ahorcado. Cuchillo para su garganta, pues. China y Rusia rechazan la acción militar llevada a cabo pero no ejercieron su derecho al veto a la resolución 1973, en la O.N.U. ¿Cuáles son los límites de una resolución que autoriza a tomar todas las medidas necesarias para proteger a los civiles y a las áreas pobladas bajo amenaza de ataques? Es deliberadamente ambigua. Francia, Reino Unido y Estados Unidos no se ponen en acuerdo. Y algunos gobernantes asomados de Latinoamérica, que denuncian una nueva agresión “imperialista” pero que no han querido reconocer las masacres llevadas a cabo por los mercenarios y las fuerzas de seguridad del matarife de Libia. Definitivamente, no hay peores ciegos que quienes no desean ver.

ramón elías
25 de marzo, 2011

Lo que está ocurriendo es una burda invasión del imperio y sus aliados de Europa para apoderarse del petróleo de Libia. Si le importara tanto la vida de las personas por qué permitieron el genocidio llevado a cabo por Israel en la Franja de Gaza. El libreto es muy claro en esta película de terror… los blancos anglosajones siempre serán los buenos.

Alfredo Ascanio
25 de marzo, 2011

No estoy de cuerdo con Ramón,pero cada quien iene su propia opinión, siempre se ha dicho lo mismo:”apropiarse del petróleo”, cuando Libia era el primer exportador de crudo a los países europeos y entonces si ya tenían asegurado esos envíos, para que intervenir en una guerra; una guerra infame donde ya han muerto 8.000 personas.

wladi
25 de marzo, 2011

La cuestión es que los Derechos Humanos son -UNIVERSALES- y No admite supuestos particulares internos de Gobierno o de Soberanía. Nadie puede atropellar los Derechos Humanos de nadie. En cuanto a los pareceres políticos, es simplemente la perversión histórica de los “Vivos o Fuertes” en contra de los más débiles o atrasados culturalmente, con lo cual han diezmado poblaciones enteras por las causas mas fútiles que se puedan imaginar. Por lo que muy a nuestro pesar, las ONU, tiene que imponer el Estado de Derecho y hacer prevalecer el verdadero “Imperio de la Ley”, el costo, es inapreciable en virtud del justo beneficio de los oprimidos. Lo demás, es simple maniqueísmo de quienes siempre han negado la democracia, la justicia y la libertad de los pueblos. Como evidencia, reto al que sea, a demostrar o a citar, un gesto noble en defensa de los muertos por millares de Gadaffi en sus 42 años de dictadura, genocidio, robo, saqueo y terrorismo internacional, por parte de quienes cuestionan su extemporánea pero muy justa y necesaria intervención.

wladi
25 de marzo, 2011

El cuantioso patrimonio colocado internacionalmente de manera personal por toda su familia, testimonian inequívocamente lo que allí pasaba. $300.000.000.000 y la deprimente calidad de vida de los Libios, no admiten justificación alguna.

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