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Sobre la exageración de los beneficios de las microfinanzas, por Gary Becker

Muchos entusiastas de las microfinanzas la han vendido como un componente importante para la solución de la pobreza en los países en vías de desarrollo. Con frecuencia ayuda a disminuir la pobreza, especialmente entre las mujeres, pero no puede hacer más que una pequeña contribución para la solución del problema. Como dije el 29 de octubre de 2006 cuando publicamos unos artículos sobre microfinanzas, “el crecimiento económico requiere garantías a la propiedad privada, apertura al comercio internacional, regulaciones limitadas y sensatas, estímulos a la educación y un gobierno razonablemente honesto. Las microfinanzas sólo hacen un pequeño aporte a favor de cualquiera de estas variables.” Otros pueden quitar algunas de las variables que menciono, y añadir otras diferentes, pero ningún economista que estudie de forma seria el tema de desarrollo sugeriría que las microfinanzas juegan un papel importante en el desarrollo económico de las economías pobres.

Tampoco fue a través de las microfinanzas que se inventaron los créditos de pequeña escala a agricultores pobres y otros productores. Prestamistas locales en India y otros países lo han estado haciendo por siglos. Sin embargo, el Grameen Bank, fundado por Muhammad Yunus en 1983, descubrió nuevas maneras para prestarles a los más pobres. Este banco prestaba principalmente a mujeres pobres, usualmente musulmanas. Los prestamistas locales generalmente ignoraban a las mujeres musulmanas, bien sea por prejuicio en contra de estas mujeres que manejaban sus propios (pequeños) negocios, o por otras razones.

El Grameen Bank también fomentó la formación de grupos crediticios pequeños integrados por mujeres, típicamente con 5 miembros, que garantizaban el repago de los créditos hechos a cada una de las mujeres dentro del grupo. Los miembros del grupo presionaban al resto para que repagaran los créditos ya que todas podían sufrir si alguna no pagaba. Con estas garantías, el grupo no necesitaba poner colaterales por los préstamos que recibían sus miembros, una gran ventaja para mujeres pobres.

Aunque las microfinanzas tienen sólo un efecto pequeño sobre la pobreza en cualquier país o región, los estudios sugieren que ha ayudado a las mujeres musulmanas que reciben pequeños préstamos. Las familias en las que mujeres musulmanas han recibido microcréditos mejoraron la educación de sus hijos, especialmente la educación de las niñas, gastaron más en medicinas, y acumularon más oro, usualmente el principal activo de las mujeres musulmanas en Asia.

Yunus y muchos otros han criticado la participación de prestamistas con fines de lucro en microfinanzas. No obstante, los prestamistas con fines de lucro siempre han participado, aunque en una mucho menor escala que las compañías mencionadas por Posner (Compartamos y SKS Microfinance) que tienen un capital de cientos de millones de dólares. Los prestamistas con fines de lucro han cobrado tasas de interés “altas”, pero usualmente han sido flexibles al permitir a los deudores más tiempo para repagar en caso que tengan dificultades financieras temporales. Uno podría esperar que los prestamistas adaptaran algunas de las innovaciones implementadas por Grameen Bank y otras instituciones de microfinanzas si estas innovaciones mejoraran las posibilidades de repago o ayudaran a mejorar las ganancias.

Aunque ejemplos de cobros excesivos en tasas de interés y otros cambios cuestionables en los acuerdos han sido ejecutados por algunos microprestamistas con fines de lucro, no parece ser el comportamiento común. Los agricultores pobres están acostumbrados a los procesos de préstamo porque necesitan pedir prestado para financiar las compras de semillas y otros insumos que necesitarán hacer meses antes de sembrar arroz o vender otros productos. Los prestamistas inescrupulosos no pueden engañar fácilmente a estos agricultores.

Aún con prestatarios bien informados, las tasas de interés serán altas para personas con un colateral pobre, y para prestatarios cuyos ingresos fluctúen mucho debido al clima y otros factores. Los topes en tasas de interés y otras restricciones a los créditos impuestos por el gobierno hace que este tipo de prestatario tengan poco acceso a los fondos, al menos que los gobiernos o las ONG’s provean préstamos subsidiados. Esta es la razón por la que los límites a las tasas de interés y la mayoría de las restricciones al crédito introducidas o propuestas terminarán haciendo más mal que bien.

Luego del inicio de la crisis financiera, se ejercieron denuncias similares sobre los proveedores de tarjetas de crédito y de créditos hipotecarios por explotar a consumidores ignorantes. Estas denuncias motivaron la “protección” al consumidor y otras partes de la Reforma de Wall Street propuesta por Dodd-Frank y La Ley de Protección al Consumidor aprobada en Julio de 2010. Sin embargo, es poca la evidencia que sugiere que los deudores fueron engañados por la letra pequeña en los contratos, por la forma en que calculan las tasas de interés, o por otras denuncias de abusos al consumidor (vean mi artículo del 11 de Julio de 2010). Las disposiciones de protección al consumidor en esta Ley tendrán pocos beneficios y aumentarán los costos de pedir prestado a los prestatarios que menos pueden pagarlo. .

Los gobiernos en países con una sustancial existencia de microfinanzas deberían estar mayormente preocupados por aumentar la competencia entre micro-prestamistas en las zonas rurales más remotas. Los monopolios sí cobran tasas de interés excesivamente altas y obligan a los prestatarios a satisfacer otras condiciones onerosas. Los prestamistas sin fines de lucro deberían ser incentivados a operar en zonas donde las tasas de interés ajustadas por riesgo son altas, y las agencias anti-monopolio deberían investigar la posible colusión entre prestamistas en estas zonas. Estas políticas serían más efectivas que tratar de desincentivar a los prestamistas con fines de lucro de dar microcréditos.

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Traducción: economista Jesús Gorrín (@jesusgorrin)