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Martin Scorsese y la escasez de whisky

Raúl Stolk sobre Martin Scorsese y su serie televisiva Boardwalk empire

Por Raúl Stolk Nevett | 4 de noviembre, 2010

“Desde que tengo uso de razón, lo único que quise fue ser un gangster.” Esas palabras y la imagen de un joven Henry Hill llegando a su casa vestido como todo un wiseguy en “Goodfellas” (1990), describen a la perfección un sueño mojado adolescente. El sueño mojado adolescente de todos. Basta con revisar las estadísticas sobre la cantidad de niños que prefieren el rol de Ladrón jugando a Ladrón y Policía. Ahí están, revísenlas. Robin Hood siempre fue más popular que el Sheriff de Nottingham. Sea por las Fedoras, los trajes a rayas y las ametralladoras o simplemente porque Hollywood, Robert De Niro, Al Pacino, Marlon Brando y el gran John Cazale nos vendieron un mundo lleno de dinero, emoción, fama y, por supuesto, respeto. Nadie escapa de la fiebre de la mafia. Incluso el mismo Sinatra, en su momento, padeció esta contagiosa enfermedad al cosechar una estrecha amistad con el famoso gangster Momo Giancana (quien le hizo ganar y perder la gracia de los Kennedy). Pero esa es otra historia que Mr. Scorsese, seguramente, cubrirá con más abundamiento y mayor elocuencia que yo.

A riesgo de correr con la misma suerte que Fredo Corleone, confieso, públicamente, que mi película de mafia favorita no es “El Padrino.” Respeto enormemente la obra de Francis Ford Coppola pero tres razones inclinan mi balanza hacia los “Buenos Muchachos” de Martin Scorsese. En primer lugar, “Marty,” si me permiten el descaro, es un genio de la narrativa en primera persona y ese es mi talón de Aquiles cinéfilo. Una historia contada en primera persona con un buen voiceover hace que me desconecte completamente del mundo y me sustituya en los zapatos del protagonista, se trate de un mafioso de Brooklyn o un oligofrénico en Greenbow, Alabama.

La primera razón me lleva inevitablemente a la segunda: la escena del Copacabana. En el libro de Nicholas Pileggi que inspiró la película, Karen, esposa de Henry Hill, narra brevemente el trato especial que recibían al llegar al Copa:

“(…) En las noches en que el club estaba lleno, cuando había gente parada en la cola afuera sin poder entrar, los porteros dejaban entrar a Henry y a nuestro grupo por la cocina, que estaba llena de cocineros chinos y, una vez adentro, nos sentaban sin hacernos esperar ni un minuto.”

Marty, maestro del trabajo en steadicam, tomó esta sencilla descripción y la convirtió en una de las escenas más importantes del cine contemporáneo. Con una duración de tres minutos dos segundos y sin cortes, la toma comienza desde el momento en que entregan el carro a un valet del otro lado de la calle del club y termina, con Henry y Karen sentados dentro del club, en primera fila, teniendo una conversación (sobre por qué diablos Henry es tan importante a los 22 años). Todo lo anterior al ritmo de “And then he kissed me” por The Crystals. No con poca razón Jon Favreau recrea la escena en una suerte de homenaje en Swingers (1996). Marty arruinó mi concepto de entrada triunfal para siempre: un VIP se salta la cola, un verdadero wiseguy, entra por la cocina.

Y la última razón (En mi Top 3 razones por qué Goodfellas es la mejor película de Mafia), es la banda sonora. El gusto musical de Marty es impecable y eso se aprecia, pero haber utilizado “Layla” de Derek and the Dominos (el piano, la parte que no fue compuesta por Eric Clapton sino por el otro tipo, Jim Gordon) es simplemente de maestros. Como si fuese escrita a la medida para la película, el piano de Layla, transmite magistralmente el sentimiento de nostalgia de los protagonistas al despedirse de sus mejores días como gángsters. Es más, no dudo que Scorsese haya escrito un par de escenas para que combinaran perfectamente con la música.

Pero todo eso fue hace 20 años. Hoy, Marty nos trae una nueva producción de la mano de dos grandes de esta nueva oleada de TV series, Mark Walhberg (otrora líder de Marky Mark and the Funky Bunch y actual productor de “Entourage”) y un fulano llamado Terence Winter, creador de un humilde show sobre una disfuncional familia de Nueva Jersey de apellido Soprano. La combinación Scorsese/Winter parece haber sido hecha en el cielo por el mismo Al Capone.

La imagen: Nucky Thompson levanta su copa y brinda “to those beautiful ignorant bastards!” al referirse a los conservadores que lograron instaurar la prohibición de alcohol en los Estados Unidos en la década de los 20. La trama de la serie “Boardwalk Empire” gira en torno a Enoch “Nucky” Thompson (Steve Buscemi) y James “Jimmy” Darmody (Michael Pitt). El primero, un popular político de Atlantic City (ligeramente basado en un personaje real) podrido hasta la médula y endurecido por el fallecimiento de su esposa a temprana edad. Armado con su carisma y con la ayuda de su hermano (el Jefe de la Policía), Nucky está decidido a controlar el contrabando de alcohol en la lujuriosa ciudad de Jersey. Jimmy, por su parte, es un joven veterano de la primera guerra mundial, con ciertos elementos típicos de bipolaridad Scorsese, quien vive en un conflicto eterno entre sus principios y su pulso, que no tiembla a la hora de apretar el gatillo. Para satisfacer el interés histórico de los fanáticos del Speakeasy, nos muestran también, los comienzos de figuras icónicas de la época como Arnold Rothstein, Lucky Luciano y, claro, Al Capone.

Más allá de la magnifica ambientación y de su provocativo guión, es para mi imposible no recomendar la serie ya que, desde temprano, ha producido un par de escenas memorables. Un breve ejemplo sin revelar mucho: Jimmy Darmody y Al Capone se hacen unos trajes a la medida. El primer traje de rayas de Al Capone, simbolizando la llegada de una nueva era para los bajos fondos de Chicago. El sastre le pregunta si está a gusto con el traje y Al contesta: “the wife´s gonna shit!” Sencillamente brillante.

¿Y cuál es el mensaje que semana a semana nos transmite el buen Marty? La represión trae consigo, indefectiblemente, corrupción. Cosa que a uno le suena como disco rayado.

En casa conocíamos poco sobre el crimen organizado. No estábamos acostumbrados a gángsters y grandes mafiosos, lo nuestro eran Vagos y Maleantes. Eso, hasta que un día a alguien le pareció que nos estábamos quedando atrás en materia criminal. Una prohibición general (al mejor estilo de Ley Bacinilla) disfrazada de control de cambio, fue todo lo que hizo falta para convertirnos en líderes, a nivel mundial, en la materia. Achacar el advenimiento del crimen organizado al control de cambio es ciertamente osado. Y para hacerlo adecuadamente necesitaría la ayuda de los mejores criminólogos y economistas del país. Pero especular, al igual que soñar, es gratis. Especulemos pues. El control absoluto de los insumos necesarios para la producción, en un país que depende netamente de la importación es demasiada tentación para personas de moral débil. El aislamiento económico generó la migración de fuentes de producción lícitas a fuentes, digamos, más oscuras. La prohibición ha sacado lo peor de la gente. Hasta en las mejores familias, como dicen por ahí.

Entre las más recientes víctimas del control de cambio tenemos al Whisky. Ese líquido amarillo opaco que estaba ahí, en la cesta básica, al lado de la leche. Pero no se alarmen, Whisky no va a faltar. Cambió de manos la “importación.” Simplemente tendremos que acostumbrarnos a más Whisky adulterado a precio de Etiqueta Azul. ¿Y quiénes serán los nuevos Capos del Whisky criollo? Estoy seguro que nos enteraremos pronto, pero yo le pongo mi dinero a Nucky y su hermano el policía, aquellos que estaban encargados del control y el orden en la pea.

Tenemos una fuente inagotable de material para escribir libros, series, películas, canciones y, por supuesto, telenovelas. Historias sobre contrabandistas, mercado negro, robo, mafias de secuestradores, mafias de vendedores de información para mafias de secuestradores, narcotráfico, sicariato, redes de prostitución y bueno, el elemento que no puede faltar, sangre, mucha sangre. En fin, no lo desaprovechemos. Vaso medio lleno ¿no? Quizás algún día, hasta el gordito del maletín se haga famoso contando su historia.

Mientras en Boardwalk Empire se matan por contrabandear Whisky Canadiense, aquí nos matan por salir a la calle a tomar Whisky contrabandeado (no Canadiense). Y quien no quiera pagar el elevado precio del Whisky de contrabando, siempre podrá disfrutar de una helada cerveza, al menos, por ahora…

Raúl Stolk Nevett 

Comentarios (5)

Néstor Luis González
8 de noviembre, 2010

Qué fino!!! Esta página parece diseñada por unos extraterrestres que analizaron mi cerebro y buscaron los mil y un temas de los que me gustaría leer. jajaja.

Alfredo
9 de noviembre, 2010

Muy bueno Raúl! Sin embargo, estoy en desacuerdo. “El padrino” es un clásico. No sé si pondría a “Good Fellas” allá arriba. Creo que personajes como Vito Corleone son, para usar la expresión gringa, “bigger than life”. “El padrino”, Vito, es un personaje bastante más complejo que Henry, un mafioso con valores inquebrantables… todo el que haya visto la película entenderá perfectamente la paradoja. Esa idea de un nuevo orden, un mejor orden, controlado por mafiosos es tal vez lo más atractivo que tenían aquellos mafiosos de la vieja guardia. Creo que la muerte de Vito, ese coloso Marlon Brando que parece bailar con las sábanas blancas secándose en el jardín, es una de mis escenas más preciadas del cine. La muerte de Sonny debe estar entre las primeras diez. En todo caso, esta discusión mejor tenerla tomándonos un whiscacho. Recibe un gran abrazo.

PD: de Boardwalk Empire no puedo decir mucho, vi sólo el trailer, y sólo puedo comentar que Scorsese mantiene su buen gusto musical, esta vez utilizando una canción del mejor grupo de rock n roll que siga produciendo discos de calidad después de veinte años: The Brian Jonestown Massacre.

Raúl Stolk
10 de noviembre, 2010

Alfredo, originalmente el segundo párrafo comenzaba: “A riesgo de correr con la misma suerte de Sonny Corleone(…),” pero después de leerlo la primera vez tuve que cambiarlo. La muerte de Santino fue la muerte de un héroe, no merecía comparación con la blasfemia que estaba por venir. Por eso, el símil tuve que hacerlo con la muerte de Fredo, la muerte de un traidor. Jamás pretendería bajar a El Padrino de su altar, es un clásico indiscutible del cine y una película que disfruto mucho cada vez que la veo. Tampoco pretendía hacer una comparación objetiva con “Goodfellas” y mucho menos comparar a Henry Hill con Vito Corleone. Para empezar, creo que mi esposa me mata. Y además, como tu bien dices Corleone era un coloso, un lord de la mafia. Henry, al contrario, era un simple “errand boy” de una organización bastante menos glamorosa que la de Vito. Un italiano de medio pelo quien (por su herencia irlandesa) no tenía mayor futuro en la “Familia.” Son personajes diametralmente opuestos que cumplen funciones bastante distintas dentro de sus historias. Simplemente no cabe comparación. Ahora, nada de esto cambia que mi película de mafia favorita sea Goodfellas y que considere que merece el título de clásico dentro del Olimpo Cinematográfico. Como podrás imaginar, es una opinión muy poco popular que ha sido pieza central de las más acaloradas discusiones. El tono desafiante del escrito es un poco a propósito, buscaba reacción. Por esto, agradezco enormemente tu comentario. Me encanta discutir sobre el tema, pero al igual que tu, opino que es ideal para acompañar un whiscacho (no canadiense por favor). En cuanto a escenas maravillosas de El Padrino, mi favorita es el cierre de la segunda parte. El flashback de cuando los hermanos están esperando a Vito para celebrar su cumpleaños y Michael (en ese entonces Mike) está por anunciar que se enlistó en el ejercito, sencillamente, es una pieza de archivo. El tono fraterno y relajado se contrapone de manera espectacular con los acontecimientos de las escenas anteriores. Se respira nuevamente y, literalmente, se pueden oír los latidos del corazón regresándolo a su sitio.

Jesus Gomez Lamillo
12 de noviembre, 2010

—- Muy sutil la parte final cuando se desliza hacia nuestra realidad, derivada del punto clave de Scorsese : ” la represion trae consigo indefectiblemente corrupcion ” … Pero…, ¡Salud…! aunque sea con agua …!.-

oswaldo cortez
13 de noviembre, 2010

espectacular,. tengo la novia de mi hijo y una amiga que son adontologas y les mande la pagina del paciente,.

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