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Miss Venezuela mutantis (o vuelta a la patria)

La mirada de Willy Mckey al Miss Venezuela 2010

Por Willy McKey | 30 de octubre, 2010

a RVU

Hay patrias que nos prexisten. Es común el relato de viajero que, llegando por primera vez a una ciudad, siente que su alma pertenece a ese nuevo paisaje donde consigue una excusa potable para su extranjería. Es un derrotero natural, una querencia: todos tenemos la impresión, en algún momento, de haber llegado al lugar donde debimos haber nacido.

Por motivos más que biográficos, éste ha sido mi primer Miss Venezuela en soledad. Mi dupla habitual, su mordacidad cómplice y atinada, la más vital de mis compañías está en un lugar del mundo que se parece más a la patria que sueña. Lo dicho: hay patrias que nos prexisten y en ellas cada quien se reconoce por sus ritos. Desde 1986, con aquella Bárbara Palacios, todos los años me adivino desocupando en mi agenda la noche del Miss Venezuela… así toque hacerlo en soledad.

1. Potencias en resumen (o el Miss Venezuela como metáfora)

“Life is bigger/ It’s bigger than you”
R.E.M.

Creo firmemente que el Miss Venezuela es el único evento capaz de resumirnos. Allí están nuestras dos caras, la luminosa y la oscura, confesándonos antes que complementándonos. Ese accidente invisible del oppening, donde Miss Lara y Miss Nueva Esparta fueron víctimas de la combinación escalones/nervios/tacones que convierte a esas niñas en verdaderas atletas, por ejemplo, puede funcionar como un síntoma: el aplauso rabioso del público solidario con las misses que se levantaban puso en evidencia un desastre que nadie había notado en casa y que el director habría preferido mantener así. Es la dulce contradicción del trópico.

No es casual que el único evento que nos aglutine sea un concurso de belleza que todos sospechamos trucado, ensayado y con las coronas acordadas. Todos. Hasta las misses. O, mejor dicho, principalmente las misses cuyos senos operados desde hace varias ediciones superan los noventa centímetros pero siguen leyéndose en las tarjetas de los presentadores como medidas perfectas. El espectáculo central de la noche permite volver a decir que Joaquín Riviera es un antropólogo brillante antes que un simple productor de televisión: en el primer Miss Venezuela en tierras zulianas se anuncia a Lila Morillo —Lila, la diosa jamás caída, nuestra Liza Minelli— como el axis conceptual de lo que podría convertirse en una nueva república de la belleza. Si existiera algo de comprensión lectora en la paranoia de los poderosos, dejarían de buscar los síntomas secesionistas en partidismos y gestos electorales: en esta acción histérica se pone en evidencia que sólo seguimos a quienes son capaces de conmovernos.

Habrá quien crea que el Miss Venezuela es sólo una coronación, es cierto. Pero también los ingleses tienen en su reina a un símbolo capaz de resumirlos hasta en los más pequeños detalles. No es azarosa la versión instrumental de “Losing my religión” de R.E.M. como eterno fondo musical del certamen marabino ni la cantidad de marcas de zapatos involucradas en el patrocinio. Así como las zapaterías se adueñaron de todos nuestros bulevares, los redactores creativos de las marcas de zapatos hicieron del prime-time más costoso de la televisión venezolana una vitrina que, como debe hacer todo buen par de tacones, puede distraer a la inteligencia y convertirnos en una horma alejada de cualquier ley posible… en especial la de gravedad.

2. Color calor… (o los tapices de Luis, al fin, en HD)

“Allons enfants de la Patrie / le jour de gloire est arrivé!”
La Marsellesa

Fundado en 1952, una mudanza del Miss Venezuela colocó a la edición de 2010 en unas coordenadas geográficas que, creo, nos llegan con cierto retraso. Oír el “En una noche tan linda como ésta…” por las cornetas de mi televisor, sin la prepotencia acústica de la Ríos Reyna del Teresa Carreño ni la poligonía republicana del Poliedro de Caracas, sino rebotando en la cálida estructura del Palacio de los Eventos, me pareció una pequeña victoria, una ganancia histórica, una deuda saldada con el Zulia. Algo como una ontología de la Gala de la Belleza, como si el Miss Venezuela no se hubiese mudado a ninguna parte, sino que siempre estuvo allí. Cualquier lector de Walter Benjamin encontraría de dónde asirse para plantear la más hermosa de todas las tesis posibles sobre la historia. Incluir a Chiquinquirá Delgado en el cuerpo de animadoras fue casi tautológico.

Ya lo dijo Debord: estamos en la sociedad del espectáculo y eso es una realidad que debemos interiorizar. Este año, por primera vez en la historia, Osmel Sousa tuvo en sus manos un poder que antes sólo poseía La Chinita… bueno, la Feria de La Chinita: dar inicio a la temporada gaitera. Semanas antes del 18 de noviembre, millones de televidentes pudimos oír los octosílabos de las voces más representativas del único género regional capaz de abrazar al país por entero. La grey zuliana convertida en una Marsellesa pop con medidas perfectas y capaces de comerse el mundo con la tijereta de su paso. Desde el neoclasicismo de Neguito Borjas hasta el postmodernismo de Gustavo Aguado, en nuestros televisores estaba en vivo y directo un despliegue en luces y resoluciones digitales que usaban como fondo las tramas de los tapices de Luis Montiel. Batas goajiras en cristal de Swarovski y las flores de LUIS en LEDs, todo con el “Cuando voy a Maracaibo / y empiezo a pasar el puente…” en las boquitas pintadas rosado-play-back de casi una treintena de muchachas.

Todo parecía un sueño. Incluso el inolvidable boquete a la altura del abdomen en la bata goajira de Chiquinquirá Delgado pudo convencernos de que su maternalidad reciente fue una alucinación colectiva. El Miss Venezuela nos muda. Es un trance. Una revelación así sólo podía ser eclipsada por un astro. Por Lila Morillo.

3. We love Lila. In Boris We trust (o los próceres viven en la tele)

“La envidia existe”
Lila Morillo, en una entrevista a Nelson Hipolytte

Bordados wayuu en las camisas de los gaiteros; cinturones con medallones floridos que hacían que los bailarines parecieran alados campeones de boxeo; batas goajiras para Liliana y Lilibeth Morillo. Como en una borrachera de souvenirs, se desplegaba un andamiaje con apetito voraz, queriendo alcanzar la altura estética capaz de traducirse en lenguaje televisivo y espectacular. Y de pronto, Lila Morillo enfundada en brillantes pliegues…

“¿Por qué Lila saldría con un vestido, si está tan bonita la idea de las batas goajiras… la cosa maracucha?”, se diría una señora algo confundida, intentando agarrar el sueño. Querida señora, Lila no precisa las estrategias del camuflaje para parecer inundada de zulianidad. Esos recursos son propios de los actos culturales, de los montajes de chicha-maya en los colegios durante el mes de julio. Lila se lleva a sí misma: ese vestido ceñido, la turgencia del pecho y las turquesas en el cuello son un inventario baladí. En cambio, Liliana y Lilibeth no son las niñas de antes: Miami cambia a cualquiera; ellas sí necesitaban la reafirmación, a pesar de tener el pedigrí más incuestionable de la farándula nacional. Mientras los gaiteros les incomodaba el asunto de doblar sus propias voces y usaban el puño o el bigote para distraernos de su modulación, Lila brillaba y gesticulaba a su antojo. Lila está completa. Usted y yo sabemos que el Miss Venezuela en Maracaibo necesitaba más de ella que la aparente viceversa.

Sólo la participación de Boris Izaguirre podía tener la misma altura épica. No dejo de pensar que la epifanía de los productores sucedió el año pasado, justo cuando Boris bajó aquellas largas escaleras y confesó el sueño cumplido. De un solo golpe quedó atrás el acartonamiento de Gilberto Correa, la risa fácil de Daniel Sarcos y se alejó mucho más el sueño de Samir Bazzi. La televisión cambia: es un medio. Pero el Miss Venezuela es una institución, y en las instituciones las mutaciones siempre son más lentas. Boris Izaguirre y el Miss Venezuela en Maracaibo, repito, parecen eventos que todos sabíamos (queríamos) que sucederían.

Una novedad de este año fue la delicada descripción de los vestidos, la magia narrativa escondida detrás de cada traje. Nombres de tela diciendo nada. Las voces femeninas fueron planas, abúlicas… ¡pero Boris! Boris entonaba, dejaba correr la crítica justa en el volumen de su voz: cada descripción era un ensayo literario, un juicio estético, no la simple lectura de una ficha. Además, demostró entendernos a todos cuando supo que a esa hora ya no era sólo la señora preguntándose por Lila quien estaba viendo la televisión: le pidió a Chiquinquirá Delgado un giro lento, breve, incluso coordinado por él con ritmo televisivo. Boris demostrando que a esas alturas del concurso el target había cambiado y hay que darle a todos. Jamás podremos echar de menos tanta tela.

Miami. España. Las Grandes Ligas. Todos los héroes se han ido. Pero parece que vuelven de vez en cuando, como Pérez Bonalde, mirándonos aparecer desde una costa ajena y extrañando a la madre, las tajadas y este asunto pintoresco que es querernos.

4. Algo debe cambiar para que todo quede igual (o el fundo de Mayte Delgado)

“Bellísima, por demás”
Carmen Victoria Pérez

Si lo de dar las medidas de las muchachas es anacrónico (por no decir ficticio), el asunto de los miembros del jurado no lo es menos. Escuchar la expresión “dama de sociedad”, hoy en día y con los números que cada quien carga en su periódico preferido, es —por decir lo menos— llamativo. Socialités, grandes empresarios, patrocinantes y otras misses conviven con el voto de cualquiera de nosotros por Internet. Cifras que nadie ve, pero que creemos a pies juntillas: si en algo nos define el Miss Venezuela es en esa tropical capacidad para exigir justicia con un televisor de por medio. Todos estamos expuestos a estas representaciones. En ellas, Mayte Delgado estuvo regia.

Puede que haya sido la víctima más sufrida de la pésima iluminación de la primera mitad de la transmisión y de los tiros de cámara tan distantes, pero nada puede sucederle a quien tenga un ángel de la guarda apellidado Sánchez. Se comportó como la voz autorizada. El Miss Venezuela es una república y, así como heredó la ronquera elegante de Carmen Victoria Pérez y su capacidad insuperable para la dicción y los aforismos descriptivos, fue Mayte quien tuvo la responsabilidad de ser nuestra anfitriona. Dirigía la escena a su antojo, a pesar de todas las variantes posibles.

“Mayte es Mayte”, dice mi madre (años atrás decía “Carmen Victoria es Carmen Victoria”, pero así de rápido nos encariñamos con las figuras que se dejan ver en la tele). Era la única en la cuarteta con experiencia suficiente como para no tener que demostrarle nada a nadie. Jugó, siguió el guión, supo enmendarlo y aprovechó lo mejor de cada uno de sus tres compañeros. Pero, quizás sin darse cuenta, la terna de animadoras era una esperanza para las chicas que no ganaran esa noche: tanto Mayte como Viviana y Chiquinquirá son de esas “niñas que no llegaron”, misses que no alzaron la corona, muestras vivas de que el verdadero triunfo en el Miss Venezuela puede que no esté escondido debajo de las joyas de George Wittels, sino en lo que puedas hacer al ir desde la Quinta Miss Venezuela hacia la colina de Venevisión. Más que un premio de consolación, la pantalla también ofrece la profesionalización de la belleza.

5. Coda breve (u Osmel las prefiere rubias… de nuevo)

“A pesar de los pesares / siempre hay alguien que nos quiere /
siempre hay alguien que nos cuida. / ¡Ay, qué bonita es esta vida!”
Jorge Celedón

Marelisa Gibson, la reina saliente, usó un vestido cuya descripción sería el terror de cualquier modelo que tema verse gorda (es decir, de cualquier modelo): franjas horizontales, blancas las más anchas y negras las más delgadas, dispuesto en capas y con un corte de cabello con el cual nos demostró, sutilmente, haber aprendido la lección de ese fatídico Miss Universo donde su alto moño se convirtió en el chivo expiatorio de su descalificación. Llevar franjas horizontales puede ser un acto heroico en una pasarela tan vigilada.

Las preguntas de rigor a las diez finalistas, redactadas por otros personajes del show-business, eran acertijos imposibles de resolver: preguntarse si la música que escuchas te define; cómo es el hombre perfecto; la posibilidad de una mujer perfecta; u otras más cargadas como saber cuál profesión jamás ejercería una mujer… confieso que esta última pregunta activó una voz en mi cerebro que le sugería a la niña decir algo como “dictadora” o “conductora de camiones volteo”, algo con tuétano para ponerse morbosos. El sincretismo indigenista de una Miss Amazonas en Zulia saludando en wayuu hizo que me decantara por la morena, pero al parecer es hora de que vuelvan las catiras. Pero, citando una pregunta que quedó insatisfecha el año pasado, estas jovencitas aún no saben si deben arriesgarse tanto como para pedir perdón o medirse lo suficiente como para pedir permiso. No les toca saber. Apenas llevarán uno o dos años en el REP.

Es verdad que un texto como éste debe terminar en la coronación… pero será un remate tibio, lo advierto. Yo le iba a Miss Amazonas. No me arrepiento. El pase de cetro de Miss Miranda a Miss Miranda ha sido, me atrevo a decir, el menos entusiasmado de todos los Miss Venezuela que he visto. Creo que al saberse ganadora confesó la belleza de la candidez de esas muchachas tan jóvenes que visten como enormes muñecas: si no me equivoco en la lectura de labios, lo que moduló fue un bellísimo “¡Ay, chama!” incrédulo y tibio, como de reina del liceo… como de Miss Venezuela en mudanza, reina de un país que ha cambiado más de lo que debería.

La espigada odontóloga Vanesa Goncalves me recuerda, desde el desfile en traje de baño donde se lesionó Miss Guárico, a Emma Rabbe y a Marena Bencomo a la vez: una rara amalgama de rubias que han vuelto a la televisión en circunstancias muy diferentes. La primera hasta hace nada pertenecía al plantel actoral de un canal de televisión cuyo nombre casi no recuerdo. La segunda volvió a las páginas de prensa por un caso de secuestro resonado y con un final que hemos aprendido a tolerar como feliz.

Vainas que piensa uno cuando no gana la Miss que uno ligaba. En fin: que hay lugares que nos prexisten y premios que nos resumen… vueltas a la patria.

Willy McKey  Parte del equipo editorial de Prodavinci. Poeta, escritor, docente y editor de no-ficción y nuevo periodismo. Especialista en semiología política y conceptualización creativa. Puedes leer más textos de Willy McKey en Prodavinci aquí y seguirlo en twitter en @willymckey Haga click acá para visitar su web personal.

Comentarios (20)

Alejandro Padrón
30 de octubre, 2010

Bravo,Willy, excelente!!

Ana Antelo
30 de octubre, 2010

Excelente

Sonia
30 de octubre, 2010

Excelente lectura de ese evento, que no sabemos exactamente porque a todos los venezolanos nos interesa. Hoy para ratificar el profesionalismo en el tema, quedo en tercer lugar Mis Venezuela en el Mis Mundo, no sé que tienen que tanto llaman la atención, yo vi muchas tan o mas bonitas, pero Venezuela siempre en la pelea por esos títulos. Eso si en los del premio Nobel nunca estamos en la terna. A mi, el evento me pareció excesivamente largo, recargado y exagerado, se nota las bajas en el presupuesto. Me gustó que fuese en Maracaibo, el territorio mas libre del país. Boris y Maite, salvaron con su elegancia y estilo, tanta cursilería. Lástima que le lunes no veremos un Mis Chocozuela que complete las dos caras de este evento. Nos tuvimos que conformar con los comentarios jocosos en el Twitter.

Débora Ilovaca Leiro
30 de octubre, 2010

GRANDE, mi Willy (o quise decir el Willy de mi Vi). Morfeo no me dejó ver el Miss Venezuela este año. Así que tu crónica ha sido un regalo. Un exquisito viaje de vuelta. Muácata.

salvador flejan
31 de octubre, 2010

Willy, mi pana, no te conocía esa faceta de “missiólogo”. Es bueno saber que uno no está solo en esta vida. “De tronío”, diría Omar Lares

Martha
31 de octubre, 2010

¡Qué bueno este texto! Muy certero y a la vez muy gracioso. Felicidades a Prodavinci por tener tan buenos escritores como Willy.

temandansaludosloscolosos
31 de octubre, 2010

a este texto lo hacen las últimas dos líneas, ¡qué bueno que las escribiste!

Willy McKey
1 de noviembre, 2010

¡Gracias por sus lecturas! Don Alejandro: un gusto saber que le agradó. Ana: gracias por el comentario. Sonia, aunque no coincido con algunas de tus percepciones (al menos no eché de menos los tablones de mdf y cartón piedra), es maravilloso sabernos acompañados en esto de ver el magno evento de la belleza, tal como lo afirma Salvador (a quien retribuyo el abrazo). Débora, es bueno que esta vuelta a la patria incluya a personas como tú. Martha, gracias… muchísimas gracias: creo que nuestro siglo xxi, como el xix, sólo podrán leerse desde el humor en legítima defensa. Y a Los Colosos, las dos líneas finales son, afortunadamente, las consecuencias de tantas previas… qué bueno que las leyeron.

A todos, muy agradecido por tomarse el tiempo para dejar sus líneas por acá… no es poca cosa para nosotros.

Luis Yslas
1 de noviembre, 2010

Tu agudísimo diagnóstico le otorga transparencia a una vergüenza patria que ya lleva muchos años y adeptos y damas de sociedad. En efecto, para nuestra idiosincrasia, la belleza es apenas un certamen. “Qué vaina”, dice uno mientras va leyendo, “qué vaina”, para rematar al final con un “qué vaina tan buena”, mister Willy.

Joyce
1 de noviembre, 2010

Buenisimo, escuche de ti en un podcast. coprecedia entrevista en un programa sobre antonia palacios.. buenisimo tambien el articulo, me hace recordar que “Estampas” alguna vez, tuvo su seccion literaria ..

JavLo
1 de noviembre, 2010

Willy, sinceramente felicitaciones. yo estoy en un lugar remoto del mundo, en la periferia de la periferia digamos. y no sabes el placer que me ha dado leer buena narrativa nacional. No sabes cuanto me has alegrado el día.

Tan venezolano, tan propio, tan bien escrito. Exquisito pana.

Un abrazo.

Gustavo Mascareño
1 de noviembre, 2010

Excelente mi Willy, sobre todo por las acotaciones sobre Lila, su intervención me llevó a una suspensión del tiempo, no podía parar de preguntarme “en realidad esto está pasando Dios mio?”.

Mariahé Pabón
12 de noviembre, 2010

Willy, qué regusto leer esa crónica abundante en los detalles, cual si hubieras estado en el meollo del Mis Venezuela toda la vida junto al Zar de la belleza. Definitivamente, como sociólogo, eres una estrella, pero como escritor te acercas a esa lumbrera que fue nuestro Truman Capote cuando nos iba regalando las crónicas de las fiestas a las que asistía sólo para describir a sus asistentes. En fin que he degustado con placer cada descripción y cada recuerdo, como si fueras la propia enciclopedia o wiskypedia de ese gran espectáculo que es Miss Venezuela y que nadie ve, como en su tiempo El derecho de Nacer. Nadie la veía pero todos sabían hasta la última frase pronunciada por Albertico Limonta.Willy, sigue así.

C. Sandoval
24 de noviembre, 2010

Wiilie, sencillamente bueno, contundente, triste, venezolano. Te debía esta lectura Mac.

Abrazos.

María Eugenia
5 de diciembre, 2010

En el desfile en bañador, al entrar Miss Delta Amacuro, la única mulata del grupo, se va haciendo el silencio y se oyen pitidos. Entre tanta Caroline y Stephanie, rubias pintadas, ella sola les recuerda al público incómodo el mismo miedo ancestral, del que habló Teresa de la Parra (“ay Pancho, ya vas a comenzar a negrear a todo el mundo”). Nada ha cambiado.

Alejandro
5 de diciembre, 2010

Esa anécdota es cierta, Maria Eugenia?

María Eugenia
5 de diciembre, 2010

Es lo que vi en youtube y me dio tristeza, más porque lo he vivido de cerca cuando estaba en Venezuela y luego aquí en Los Angeles junto a mi ex marido que era salvadoreño y no blanco. Pienso que todas las chicas eran lindas pero que las rubias se veían falsas, teñidas, mientras que la mulata que representó a Delta Amacuro, tenía frescura y autenticidad, sin ser una belleza. Miss Amazonas era un mujerón de esos que dejan la boca abierta y representa bien a la venezolana. Las han habido rubias bellas, por supuesto. Yo me acuerdo de los cuerpos perfectos de Maritza Sayalero y otras, pero estaba operada de la nariz española que tenía, nada andaluza y quitita. Me acuerdo de los rostros prodigiosos de Bella la Rosa, Miss Zulia medio guajira ella, y de María José Yellici, hija de extranjeros. Elluz Peraza y Susana Duijm, medio mulata medio holandesa e hindú siguen siendo para mí las dos mejores, las más bellas y un encanto de mujer. En particular la primera es como un ideal femenino, en mi opinión.

PABLO
11 de marzo, 2011

WILLY..MUY BUENO TU COMENTARIO …Y DE VERDAD ERES OBJETIVO…VOY HACERREFERENCIA A NUESTRO ICONO ZULIANO..COMO DIRIA VIVIANA..YO PIENS QUE DECIR LILA MORILLO ES HABLAR DE LAS PALMERAS DL COCOTERO DEL LAGO Y POR QUE NO DE LA CHINITA ..LILA MORILLO ES NUESTRA,,,DE AQUI MISMITO DE COTORREAS DEL MILAGRO PUES…HAY JOVENES INCLUSO DEACA EL ZULIA QUE HACEN MOFA O SE BURLA DE LILA..SIN SABR QUE LILA ES PARTE DE NUESTA ZULIANIDAD…Y DE NUESTRA VENEZOLANIDAD LES VOY A CONTAR UNA ANECDOTA,,PARA AQUELOS QUE DICEN QUE LA PRESNCIA DE LILA MORILLO FUE CURSI Y HASTA PASADA DE MODA…EL MIS VENEZUELA IEMPRE FUE ALGO GRANDE Y COMO TAL SIEMPRE DEDE 1963 TRAIAJN ARTISTAS DE ENMBRE AL PAIS ,,ANTE DE ESA FECHA NO HACIN ESPECTACULO DE ARTISTAS,,BUENO SI DESFILARON RAPHAEL ROCIO.JULIO IGLESIA,UN SIN FIN DE ARTISTAS EXTRANGEROS…Y POR VENEZUELA MIRLA CASTELLANOS..QUE EN NADA REPRESENTA A VENEZUELA VERLA ES COMO VER A UNA MAS DE AFUERA..BUENO Y ASI..A FINALES DE LOS 80..VINO 2 VECES,CELIA CRUZ NO OLVIDEN QUE TANTO JOAQUIN RVIERA Y OSMEL SUSA SON CUBANOS..BUENO RESULTA QUE EL ALTO MANDO DEVENEVISION..PRESIONADOS POR LA PRENSA D AQUEL ENTONCES Y POR LA PRENSA INTERNACIONAL..BUENO SE PUBLICO CUANDO VINO CELIA ..ASI..AYER SE ELIGIO MIS VENEZUELA EN MADI DEUN ESPECTACULO QUE PARECIA MIS CUBA..ESO RCORR EL MUNDO..Y ESE COMENTARIO..NO GUSTO EN ENEVISION,LLAMAN A OSMEL Y A JOAQUIN…Y LES DICEN EL PROXIMO AÑO QUEREMOS UN MIS VENZELA DE VERD..QUE SE SIENTA EN EL PAIS QUE SE ESTA ELIGIENDO A UNA VENEZOLANA…Y ADIVINEN QUIEN FUE LA ARTISTA PRINCIPAL DEL MIS VENZUELA DE HACE 31 AÑOS …POR PRIMERA EZ LILA ESTUBO EN EL MIS VENEZUELA,,,Y LA PRENSA PUBLICO ..EN AEL ENTONCES AYER SE REALIZO EL MIS VENEZUELA CON LA ARTTA MAS VENEZLANA Y QUERIDA DE TODOS LOS TIEMPOS ..OK ..ASI QUE LA PRESENCIA DE LILA EN EL MISVENEZUELA NO ES POR QUE ES BELLA ..Y CNTA BEN NO MIJO ES POR QUE MUEVE EL RAYTIN Y MUEVE PASIONES EN EL PAIS APEAR DE SS 70 AÑOS Y 55 DE CARRERA ..OK

María Eugenia
11 de marzo, 2011

Lila es insustituible, ¡tan intensa y con tanta gracia y sabor, tan auténtica! las mujeres hemos perdido mucho esas cualidades y la verdad es que comparando a Lila con las actrices que mi hija admira me aburren todas a morir; suponía yo que era algo de generación, pero me dice ella misma que a sus 22 años prefiere a las actrices de la primera mitad del XX, que le parecen más interesantes.

angeles
25 de marzo, 2011

It is very helpful artical.visit http://www.mercadeoporinternet.com/2011/03/22/chiquinquira-delgado-sba-report-magazine/ for more details about Miss Venezuela mutantis

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