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Una lírica del deterioro

Este es el relato, no del sueño americano sino de su pesadilla. Sin concesiones hacia el humor y mucho menos hacia el sarcasmo o la ironía, Denis Johnson nos sumerge en la aventura abismada de Jamie y de Bill, una pareja de perdedores buscavidas que emprenden una desesperada peripecia en busca de una salvación que jamás llega. La ruta que los espera es vertiginosamente descendente, una caída libre en el universo de la gran desolación americana. Jamie, junto a sus dos hijas huye de su marido rumbo al alcohol y las drogas, mientras Bill intentará dar el gran golpe que le permitirá una vida de fantasías. Sin efectos especiales y mucho menos valiéndose solamente de la anécdota (que ya de por sí tiene valor literario), Ángeles derrotados nos embarca en los límites de estas dos existencias. Límites morales y legales cuyos protagonistas siempre estarán dispuestos a transgredir. Como ocurre con la novela negra, Johnson retrata la violencia a la que sus personajes se ven sometidos con una transparencia sin espejismos, pero su prosa hiperrealista y alucinada, cargada de enorme inmediatez poética, termina por componer algo distinto: una especie de lírica del deterioro. Y es que Johnson, antes poeta que narrador, escribe esta novela con una intensidad que sólo la poesía alcanza. Las imágenes inquietantes del paisaje americano, la descripción de sus ciudades, pueblos y cárceles asépticas, pero sobre todo la plasmación de unos individuos que transitan (y son vapuleados) entre la desidia, el horror, la pérdida y la clemencia. No se trata sin embargo de una “novela de lenguaje”; sus personajes y trama se enhebran de tal forma que resulta imposible separarlos, y la narración consigue la magia de hacer de estos perdedores verdaderos ángeles, sujetos ajenos a toda valoración, que antes que conmovernos nos sacuden. La sociedad americana y sobre todo la estructura sobre la que descansa uno de sus más consistentes ideales, como es la justicia, luce radiografiada, pero no como estructura corrupta, laberinto de intrigas o a la manera de un drama procesal, sino en la dimensión moral y en extremo dramática de sus víctimas y victimarios. Johnson no toma partido por ninguno de ellos y nos ofrece personajes que, como dice Manuel Gutiérrez Aragón en su presentación, no producen ninguna piedad, pues el autor nos ha negado toda posibilidad de compasión. Novela terrible, pues, Ángeles derrotados produjo una fuerte impresión en el momento de su publicación (1983), y nombres como Philip Roth o John le Carré celebraron su poderosa prosa y “estilo asombroso”. Publicada el mismo año que Cathedral de Raymond Carver, con esta novela nos asomamos a algo muy distinto al mal llamado minimalismo que Carver consiguió inocular en buena parte de las preferencias de la época. Escritor casi de culto, muy poco dado a los ruidos de los suplementos literarios y la fama de autor, y cuya vida, al igual que la de sus personajes extremos, también transitó durante años por oscuros pasadizos. En definitiva, todo un acierto de parte de la editorial Anagrama reeditar esta inolvidable pieza en su colección “Otra vuelta de tuerca”, y que confirma la vigencia que la prosa de Johnson tiene para el lector actual. Del mismo autor también han sido traducidos Hijo de Jesús (2003), El nombre del mundo (2003) y Árbol de humo (2008), esta última merecedora del National Book Award, 2007.