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Lemas y dilemas

Gustavo Valle: la sociedad civil espera un momento de legitimidad

Por Gustavo Valle | 18 de julio, 2010

Ante la avalancha mediática del heroísmo militar independentista y sus grandes y ardorosas hazañas, el resto de la sociedad civil ha quedado en un segundo o tercer plano: científicos, investigadores, médicos, docentes, arquitectos, deportistas, artistas, empresarios, escritores, inventores, editores, amas de casa, es decir, las fuerzas vivas de nuestra endeble sociedad se encuentran a la sombra, esperando un momento de legitimidad que nunca llega.

Desde niños nos enseñan a adorar la epopeya de los héroes militares. Bolívar embutido en un uniforme stretch, espada en alto, subido a su potro todo terreno. Nuestra infancia está rodeada de próceres triunfalistas y relatos altisonantes marcados a hierro y fuego. Todo venezolano crece con un orgullo emancipador cuyo origen se remonta a un espeso charco de sangre. Desde chiquitos nos enseñan que Muerte y Nación son las dos caras de una misma moneda.

Con esta identidad de gloria al bravo pueblo y fosa común aterrizamos a principios del siglo veinte en una sociedad de topos, sabuesos del oro negro que se esconde bajo tierra. Desde que apareció la primera gota de petróleo abandonamos la superficie como espacio de prosperidad para ingresar en un inframundo (un Hades, nuevamente el espacio de los muertos) donde la riqueza está enterrada y hay que arrancarla y venderla al mejor postor.

Entre los muertos de los combates independentistas y el inframundo donde se oculta nuestro porvenir, no es casual que a nuestro máximo líder se le haya ocurrido rescatar la palabra Muerte para su archiconocido lema y mejor pedagogía de su entusiasmo revolucionario.

Lo curioso es que esta Muerte choca frontalmente contra el Amor que nuestro jefe de estado se empeña en transpirar por cada uno de sus poros. Vivimos en una nación donde amor y muerte, en estado de desquiciamiento antagónico, se dan la mano. Quizás por eso este gobierno parece más un servicio de pompas fúnebres (lugar donde amor y muerte conviven) que un equipo de gestión y administración de estado. Podríamos decir que el verdadero lema venezolano hoy en día es “Ama a tus héroes muertos por encima de ti mismo”, y así quedamos todos condenados a ser participantes de un reality show en busca de la lágrima fácil. Ante el cadáver esquelético de Simón Bolívar, nuestro presidente en estado de éxtasis dijo: “Ahí está Bolívar vivo, más que un esqueleto. No es un esqueleto, es el gran Bolívar, que ha vuelto. Ahí está lanzando su rayo sobre un pueblo que lo amará para siempre”. Palabras que parecen arrancadas de la sinopsis de una película de zombies. Sólo un romanticismo telenovelesco puede albergar semejante inspiración sin recurrir al espiritismo de Madame Blavatsky, los libros de Brian Weiss o CSI versión quebrada Catuche.

Y si a todo esto agregamos la cuenta corriente de PDVSA y los millones de dólares que suben y bajan al ritmo de las cigüeñas podríamos entonces acuñar un nuevo engendro: ¡Amor, muerte y petróleo, venceremos!

La muerte ha sido utilizada en la retórica de no pocos gobernantes. El incombustible lema martiano “Patria o muerte”, en algún momento quiso ser sustituido por el mismo Fidel por “Ahorro o muerte”, en clara alusión a las estrecheces económicas de la isla. Más recientemente, y para exigir una urgente toma de conciencia ecológica, Fidel ha reclamado: “Vida o muerte”. Evo Morales, quien transplantó el lema martiano a sus soldados del altiplano, ha ido introducido algunos cambios: “Pachamama o muerte”, gritó en las alturas de Tiahuanaco en medio de una ceremonia ancestral. Y para seguir los pasos verdes de Fidel: “Planeta o muerte”, que más bien parece el título de un film milenarista. Algún opositor sensato le sugirió al presidente andino adoptar “Mar o muerte, volveremos”, como una forma de exigir una urgente salida al mar.

En lo personal no entiendo cuál es la insistencia (¿encarnación heroica, delirio paranoico, necrofilia?) en hacer de la palabra muerte algo inherente a nuestra identidad. Y esto sin mencionar “socialismo”, ese laboratorio conceptual y criollo en el que todos somos cobayos.

Tampoco concuerdo con lemas de corte religioso como: In God we trust, o nuestro conceptual y periclitado: “Dios y Federación”. Y mucho menos cuando dioses y reyes se unen en un mismo combo, como ocurre en las remotas Islas Fiji: “Teme a Dios y honra a la Reina”.

Otras naciones hacen uso de lemas no religiosos y tampoco monárquicos. Alemania: “Unidad y justicia y libertad”. Francia: “Libertad, Igualdad, Fraternidad”. Argentina: “En unión y libertad”. Me gusta el de Guyana: “Un pueblo, una nación, un destino”. O el de Antigua y Barbuda: “Cada uno esforzándose, todos lográndolo”, que comparte el mismo sentido voluntarista con el de Israel: “Si lo deseas, no es un sueño”. El estado de México es de los pocos que incorpora la cultura: “Libertad, trabajo y cultura”. Y algunos lemas de ciertos estados norteamericanos me atraen por su sentido arbitrario y poético. California: Eureka; Carolina del Sur: “Mientras respiro espero”; Oregón: “Vuela con sus propias alas”.

Ahora bien, si revisamos los lemas de algunos estados venezolanos nos encontraremos nuevamente con la gesta triunfalista de los héroes y la retórica cansina del orgullo militar. Anzoátegui: “Tumba de sus tiranos”. Lara: “Libertad y valor”; Monagas: “Resistió con valor”, Portuguesa: “Honor y gloria”, Vargas: “Que nada nos detenga”.

Hace algunos años la estupenda revista El Puente, dirigida por Yolanda Pantin e Igor Barreto, me convocó para un número destinado a la presencia de la sociedad civil en la historia de Venezuela. En aquella ocasión escribí un texto acerca de la aplastante presencia de militares en nuestros manoseados billetes, y cómo brillaban por su ausencia destacados representantes de la sociedad civil. Algo tan cotidiano como el papel moneda que a diario intercambiamos estaba colonizado casi única y exclusivamente por militares. Años después, y con la llegada del devaluado Bolívar Fuerte, el Banco Central imprimió nuevos billetes con los próceres de siempre (se sumó Guaicaipuro), y como añadido revolucionario se colocó en el anverso animales silvestres (cachicamos, águilas arpías, toninas) en vez de científicos, médicos, pintores, músicos o docentes.

Ahora que hemos cumplidos doscientos años de nuestra gesta independentista es conveniente recordar a nuestro ejército libertador, pero sería todavía más oportuno mirar hacia adelante y construirnos otra identidad que no dependa exclusivamente de la epopeya romántica sino de lo que hemos construido a duras penas desde entonces. Quizás así podamos generar una sociedad civil lo suficientemente fuerte y legitimada que ponga a jugar de suplente o le de unas buenas vacaciones al soldado que todos llevamos dentro.

Y para concluir propongo abrir un concurso de amplia convocatoria nacional a fin de seleccionar el lema que los venezolanos deseemos para nuestro país. Sería un primer paso para competir en igualdad de condiciones con el lema importado e impuesto por el presidente, y así fabricarnos uno a la medida de nuestra sensibilidad y nuestro deseo.

Se abre el concurso.

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Fotografía: Patxi64

Gustavo Valle Autor de los libros "Materia de otro mundo" (2003), "Ciudad imaginaria" (2006), "La paradoja de Itaca" (2005), "Bajo tierra" (2009) y "El país del escritor" (2013). Ganó la III Bienal de Novela Adriano González León y el Premio de la Crítica.

Comentarios (12)

Sí Luis
18 de julio, 2010

Oropeles sin ninguna justificación; como el mendigo que se encuentra un frac que le queda grandote y se lo pone. El pasado, los otros, el enemigo, el pasado , otra vez y así pasan los dias sin hacer referencia a futuros de ningún tipo, salvo cuando con frases retoricas, vacias de contenido como “patria nueva” u “hombre nuevo” , se marea y manipula a gente inocente que ha escuchado los gritos del predicador llegando hasta a creer en ellos. ¿No lo dijo el cantante aquél? La inocencia no mata el pueblo, pero tampoco lo salva.

Adriana
18 de julio, 2010

“¡Amor, muerte y petróleo, venceremos!” podría ser el lema que llene de orgullo a aquellos que siguen esta neo-senda-independentista del siglo XXI disfrazada de socialismo… Creo que nada más cursi alejado de la actual realidad social. Hoy es día del niño en Venezuela, el facebook está lleno de mensajes de amor por los hijos, sobrinos, nietos, hermanitos, algunos se atreven a lanzar llamados de conciencia a propósito de una celebración que llenará las cajas de los McDonalds… yo me pregunto: esos niños se preguntarán alguna vez por qué la sociedad civil no aparece representada ni en los billetes? qué pensarán de Bolívar? qué habrán dicho las maestras de las escuelas cuándo alguno preguntó sobre el capricho del presidente y su pasión incontrolada y mediática por los huesos del Bolívar-Héroe… no sé, sólo me pregunto eso… me inventaré las respuestas más esperanzadoras y un lema para un país que, a veces, creo que ya no conozco. Gracias Gustavo por esta reflexión dominguera.

María Antonieta Arnal
18 de julio, 2010

Muy bueno. Lo del tema de la muerte no es sólo aquí sino en todo el mundo porque vivimos en medio de la cultura de la muerte. Debemos promover la cultura de la vida en todas partes. Entre los lemas de los países, también me gusta el del Estado de México: “Libertad, trabajo y cultura”. Para Venezuela, propongo un lema, que no es propio y creo tiene su origen en los estudiantes de la UCAB: Patria, democracia y vida.

Celi
18 de julio, 2010

Recuerdo con frecuencia el nombre de la mayoría de nuestras escuelas…

Ramón Pirela
18 de julio, 2010

Acertado y oportuno el argumento y su enfoque. Creo que la sociedad civil no ha podido superar el tutelaje militar a lo que hemos sido sometidos durante 150 años. Pienso que la experiencia que estamos viviendo es suficiente para que la élite política se saque ese síndrome de encima y asuma con responsabilidad la defensa y protección permanente de los Derechos Civiles.

Los eslóganes que se me ocurren en este momento son:

Paz y progreso con la unión y fuerza de los derechos civiles Moral y luces, nuestra única esperanza Civilidad liberal es paz y progreso

Historia para recordar, Civilidad para progresar A enterrar las armas y desempolvar las plumas La luz nos enaltece, las armas nos doblegan

sandra betancourt
18 de julio, 2010

Que buen artìculo, me gustarìa algùn lema que prohiba la hipocresìa y la cursilerìa, este gobierno ya se pasò de la raya en estos aspectos.Què indefensos estamos los venezolanos…a votar el 26S

Eduardo MUJICA
18 de julio, 2010

Guatavo, excelente artículo, siempre he pensado lo mismo, los militares han tutelado el pais por siempre, y el lema actual que estos últimos “salvadores de la patria” usan, no es mas que enfatizar lo antes dicho, porque “patria, socialismo o muerte” no es nada difenente de guerra, donde los militares son protagonistas, y se le trata de inculcar a la población civilque esa es la solución para un mejor pais. Felicitaciones por tratar este tema tan eficientemente.

juan manrique
19 de julio, 2010

descarnadamente tanatològico ,asì parece ser la vaina.una temporada en el infierno. un abrazo, el frepy

marietta pérez
19 de julio, 2010

El lema de ahora: “Todos a votar el 26S”

Ernesto Cazal
19 de julio, 2010

Lema venezolano (variación martiana): “Cultivado nuestro pan: hágase el verso”.

Belkis López
20 de julio, 2010

Muy buen artículo, necesario para la reflexión en estos tiempos difíciles de nuestra realidad nacional. ¿LLegará el día en el que los civiles, pobladores anónimos de este país, sin aspiraciones heroicas ni monsergas de ese estilo, seamos repetados y considerados seres humanos que merecemos un trato menos insultante a nuestra capacidad de procesamiento mental? Hasta ahora se nos ha impuesto de manera coercitiva y ventajista un esquema militarista de sociedad, sólo se valora lo militar y guerrero, los personajes que se exhaltan son los “padres de la patria”, héroes de la emancipación sangrienta. Tal parece que esto es de más valor que la construcción de los cimientos civiles de un país, de una sociedad de ciudadanos responsables que persigan metas importantes de desarrollo humano, más allá de trasnochados mitos guerreros heroicos, que hasta ahora sólo enaltecen la muerte como supremo acto de “hacer patria”

gustavo valle
23 de julio, 2010

Estimados amigos y lectores, va m agradecimiento por su lectura y sus comentarios. Hasta la próxima!

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