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Amor y poder

A raíz de la amistad que existe entre la dueña del imperio L’Oreal, Liliane Bettencourt, la dama más rica de Francia (su fortuna llega a 16 billones de euros), quien antes era una atractiva mujer y hoy es una anciana de 87 años, y Francois -Marie Banier, fotógrafo, escritor, pintor y miembro del jet set, de 64 años, a quien la señora Bettencourt le regaló -apenas enviudó- bienes que valen cerca de mil millones de euros, se ha destapado un escándalo tal, que ha temblado el gobierno de Sarkozy.

Resulta que el regalo de la señora a su amigo enfureció tanto a su única hija Francoise, que demandó a Bernier y lo acusó de aprovecharse de la “debilidad” de la anciana para lograr que le regalara obras de arte, mansiones, dinero y hasta islas. En el curso del proceso, no se sabe si por iniciativa personal o pagado por Francoise, el mayordomo de la Sra. Bettencourt, grabó clandestinamente comprometedoras conversaciones sostenidas por ella con sus asesores financieros, entre quienes se encontraba hasta hace dos semanas, cuando renunció a raíz del escándalo, Florence Woerth, esposa del ministro de Trabajo, Eric Woerth, clave para Sarkozy, pues no sólo es tesorero de UMP, el partido del Presidente, ex ministro de Presupuesto, encargado entre otras cosas de controlar el fraude fiscal, y candidato a Primer Ministro, sino que ahora es el responsable de lograr aprobar en el Parlamento el aumento de la edad de jubilación, fundamental para salvar las finanzas públicas.

Las grabaciones, que pararon en manos de la Fiscalía y de un medio de Internet, y las declaraciones judiciales que se están produciendo a raíz del escándalo, destapan ollas podridas: 1. Que los paraísos fiscales siguen funcionando impunemente, pues la Sra. Bettencourt mantenía en cuentas ocultas en Suiza millonadas por las cuales no pagaba impuestos. 2. Que no obstante que la esposa del ministro Woreth, a quien por solicitud de su marido, la Sra. Bettencourt le ofreció ese empleo, dijo que nada sabía de la evasión fiscal de su jefe, ella viajaba con frecuencia a Suiza y debió hacerse la boba ante el delito que estaba cometiendo su jefe. 3. Que a pesar de que en Francia existe un tope de 7.500 euros para las donaciones privadas a las campañas políticas, la violación de esos topes es tan usual como en Colombia, pues al parecer la Sra. Bettencourt le donó 150.000 euros en efectivo a la campaña de Sarkozy. 4. Que en casa de la Sra. Bettencourt se realizaban cenas con políticos destacados quienes, al final, pasaban a un salón donde recibían encantados un sobre que generalmente contenía alrededor de 50.000 euros en efectivo. 5. Que a pesar de que la contadora de Bettencourt desmintió el jueves que se hubiera referido a Sarkozy como uno de los que recibía el jugoso sobre, como lo afirmó la prensa, es muy probable que él asistiera con frecuencia a esas cenas, pues fue varios años alcalde de Neully, población cercana a París donde Bettencourt tiene su mansión.

A raíz del escándalo, han surgido otras denuncias de despilfarro público, que ya han tumbado a dos secretarios de Estado: Christian Blanc, que gastó 12.000 euros en puros, y Alain Joyandet que usó un jet privado para ir a un conferencia, lo que le costó al erario 116.000 euros.

Así, pues, este simpático affaire otoñal, puede pasar a ser el comienzo del fin del dominio de la derecha en Francia.