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Fútbol latino, cortesía de la madre patria

En tiempos de mundial hay que escribir de fútbol. Eso es un hecho. Yo, además, les prometo polémica. Primero que nada les adelanto que soy de los que ve fútbol dos o tres veces a la semana, dependiendo de lo apretado que esté el calendario del F.C. Barcelona y del interés que pueda tener en otros partidos de la liga española. Las otras ligas no las sigo no tanto por desinterés sino por cuidar el higado y dejarle tiempo a mis otras pasiones. Dicho eso, no debería ser sopresa para nadie mi segunda confesión: el mundial me interesa muy poco. Lo considero, robándole la frase a un buen amigo, “una pachanga de verano”. El nivel es lamentable, los estallidos nacionalistas deplorables, y mi incapacidad de no ver todos los juegos una amenaza para mi presupuesto y mi futuro inmediato. Sí, a pesar del poco aprecio que le tengo al mundial, he visto casi todos los juegos. Vi Uruguay vs. Francia, vi Argelia vs. Eslovenia, vi Camerún vs. Japón, vi Portugal vs. Brasil…. casi todos amargos 0-0…y si no 0-1. Sin excepción, odas al aburrimiento, si hubiera tenido la mala suerte de estar en el estadio, estoy seguro de que más armonía habría encontrado en el insoportable estruendo de las vuvuzelas que en el juego que desecraba el césped. Tal vez por haberme tragado todos esos partidos, les hablo en esos términos del nivel futbolístico del mundial. Pero no sólo es por eso, la verdad es que mi argumento es casi lógico. Los clubs juegan todas las semanas, en el caso de mi club, que como todos sabrán es més que un club, muchos de los jugadores llevan jugando juntos desde los trece años. Crecieron juntos, se desarrollaron juntos como futbolistas, ganaron, perdieron, cayeron en desgracia y resurgieron juntos. Eso no lo puede decir una sola selección.

Este mundial, además, ha demostrado el cumplimiento de una de mis peores pesadillas: el antifútbol ha tomado el mundo. En latinoamerica la gente está encantada porque cuatro de sus equipos llegaron a cuartos de final, pero a nadie parece importarle que llegaron todos jugando como el Inter de Milán. Cuando yo pienso en fútbol latino, pienso en el pibe Valderrama, en Careca, Romario y Bebeto, en Maradona, Aimar y Riquelme, pienso en un fútbol contrario al del pelotazo, en un fútbol que se arma en el medio del campo, en un fútbol, permítanme el lugar común, bonito.

Los casos de Uruguay y Paraguay tal vez sean comprensibles. Son equipos pequeños por los que casi nadie hubiera apostado nada. Es verdad que están Forlán y Suárez, pero dos jugadores no hacen un equipo. Por eso juegan a que no les marquen y esperan a que milagrosamente les funcione alguna contra, en el caso de Uruguay, una posibilidad nada descabellada por la calidad de sus delanteros, en el caso de Paraguay una tarea casi imposible. Y es que como equipo, los uruguayos son infinitamente mejores que Paraguay, pero no representan de ninguna manera a lo que yo entiendo como fútbol latinoamericano. En el caso de Argentina, es verdad que hay matices, pero la presencia en el equipo del gringo Heinze, Samuel y Jonas, dice mucho del planteamiento técnico del innombrable. Pensar que Gabi Milito está viendo el mundial sentado, a pesar de su heróico retorno a las canchas la temporada pasada, me llena de tristeza. Pero está Messi, el Pipa y Mascherano. Los dos últimos grandes jugadores, el primero, el mejor del universo. Ni siquiera la presencia del ostentoso comunista en el banco ha logrado cancelar la simpatía que siento por la albiceleste, pero la van a tener difícil contra Alemania, y la verdad es que sólo por no tener que ver a Maradona desnudo en la plaza Colón, ni a Bilardo pidiendo que algún jugador lo encule, espero que así sea. Alemania ha hecho un gran mundial y no lo digo porque el vivir aquí me haga tenerles cariño, todo lo contrario, la arrogancia de los locales me desquicia, a pesar de ello, debo admitir que fieles a su estilo, podrían hacer un gran partido. Tienen una defensa solida, un medio campo que presiona en todo momento y unos delanteros muy rápidos y talentosos. Maradona tuvo todo el año para crear un equipo alrededor de nuestro pequeño gran hombre, pero hizo todo lo contrario, hasta el punto que Messi, como ya había hecho Riquelme, estuvo a punto de renunciar a la selección por la de insultos que le cayeron en Argentina, donde le llamaban con desprecio “el catalán”, y por la falta de apoyo del entrenador. En todo caso, a pesar de Maradona, si Messi tiene un buen partido y el equipo se arma en torno a él, Alemania lo tendrá difícil.

El caso más trágico es el de Brasil. Viéndoles jugar la fase de grupos no podía creer lo que ocurría. Y lo peor es que la gente sigue hablando de “samba” cuando el juego tiene menos ritmo y dinamismo que una marcha militar. Nunca antes una selección brasilera había despertado en mí ese sentimiento de antipatía, todo lo contrario, siempre les había tenido un cariño especial…al menos hasta el mundial en Francia. Y no es sólo (aunque también) el fundamentalismo cristiano de algunos de sus jugadores, esos pernilazos de Lucio dados en nombre de Cristo, o el todo generoso Kaka negándole la camiseta a un jugador de Costa de Marfil, es el planteamiento, la arrogancia y, sí, por qué no admitirlo, la asquerosa efectividad. Con ese fútbol tan contrario a lo que fue Brasil durante mi adolescencia, pueden ganar el mundial. Aclaro que yo no soy apostador, tampoco soy parte del equipo técnico, es decir, mi puesto no depende del resultado, y tampoco soy hincha, no defiendo ningunos colores ciegamente, ni siquiera los del Barça; yo soy un espectador, yo busco en el fútbol un espectáculo, busco originalidad, busco picardía, busco más juego que deporte, por eso el resultado me tiene sin cuidado. Claro que me duele ver al Barcelona perder contra el Inter, pero jamás criticaría a los muchachos del Pep. Con el Barça he aprendido lo que quiere decir perder con la frente en alto, perder sin tener que avergonzarse por nada, sea contra el Inter o el Sevilla, si se pierde jugando entonces algo se ha ganado, mucho más que ganando sin jugar.

A estas alturas debe estar clarísimo que en este mundial simpatizo con la España blaugrana más que con cualquier otro equipo. Me hubiera gustado ver la segunda mitad contra Portugal una y otra vez. El fútbol latino, el joco bonito, el tikitaka este mundial viene de la península de los pies de Xavi, Iniesta, Busquets y compañía. Y lo que más me alegra es pensar en lo que será la temporada que viene con Villa de culé.