- Prodavinci - https://historico.prodavinci.com -

Dólares

1.

Me llaman como a las seis, convenciendo al chamo de bañarse a pesar de
un capítulo de los Power Ranger Furia Animal.
¿Tienes dólares?, me pregunta un pana.
Poquitos, ¿por qué?
Te los compro todos…
Pero es que a lo mejor viajo.
Cadivi me rebotó y salgo en dos días, necesito dólares.
¿Ves? Yo a lo mejor viajo a fin de año y…
¿No me escuchaste? Yo salgo en dos días. No tengo ni para un café.
¿Qué carajo voy a hacer? ¿Llevarme un barril de petróleo para
cambiarlo por unos euros?
No sé, a lo mejor…
Te los compro a mil de sobreprecio.
Ey, pero es que…
Mil quinientos, mi última oferta.
Pero es que a lo mejor viajo a fin de…
Eres una rata, Lucas, por eso es que Chávez llega hasta el otro
milenio. Al final tiene razón. Somos unos oligarcas sin un gramo de
solidaridad.
¿Dijo sin un gramo de solidaridad?
Ay, sí, Ana Teresa Torres. Olvídalo.
Me cuelgan. Una amistad desintegrada. Mi hijo corre por la casa con
el rabito al aire, mientras los Power Ranger se convierten en animales
increíbles que hacen explotar todo a su alrededor.

2.

Recorro el abasto. En la caja, Santos, el lusitano, mira una
televisión portátil a colores. La asamblea nacional: alguien dice que
al venezolano de a pie le sabe a casabe el dólar.
El aceite de oliva subió de precio. El müesli checo subió de precio.
La pasta subió de precio. El tomate subió de precio.
Toco un aguacate como quien revisa una mina claymore.
Te advierto que el kilo está a cincuenta, familia, me dice Santos.
¿A cincuenta? ¿Cómo es posible, vale?
Santos señala a la televisión.
Bueno, la culpa no es del dólar, entonces debe ser del Niño.
Se acabó la guasacaca por un rato.
Tengo que comprar unas pantallas para la ofi. La tienda en la que las
tenía visteadas subió el precio en trescientos en menos de una semana.
¿Y entonces?, le digo al encargado.
El encargado me mira. Veo que analiza respuestas. Se rinde.
Así esta la cosa, jefe, responde.
Llego con una pantalla en vez de las dos que tenía pensado. Mi socio
anda por las paredes.
Entromparon las casas de bolsas, estoy llamando a ver que pasó con
nuestros dolaritos.
¿Pero eso no estaba en bonos?, digo. El presidente se tiraba cadenas
diciendo que aquello era la idea del siglo, los vendía como si fueran
plátanos, lo único que le faltaba era un camión y un megáfono.
Si, bueno, también estábamos blindados contra la crisis. Ahora es
ilícito cambiario, vale, fuga de divisas, yo que sé…

3.

La guerra económica. Nadie sabe cuándo empezó pero todos estamos
reclutados y en la primera línea de combate. Las bajas aumentan
diariamente.
Una tranca. Sin aire acondicionado. Los repuestos no han llegado. Los
dólares, me dice el encargado de la tienda.
Una rueda de prensa de Giordani por la radio. Que vértigo.
Le dicen “el monje”. Los monjes que recuerdo: Rasputín, Torquemada,
el Monje Loco. Conclusión: no son buenas noticias tener a un ministro
de planificación económica al que le digan “el monje”.
Llamada de celular. Un pana.
¿Tienes dólares, papá?
Ay, pienso, sudando como en el Líbano.
Y me entra una paranoia, como si tuviera intervenido el celular, como
si mi nombre apareciese subrayado en alguna lista de la DIM.
¿Tú no escuchaste a Iris Varela, vale?, digo como un idiota. Yo soy un
venezolano de a pie, lo mío es el bolívar fuerte.
Es que me rebotaron en Cadivi y…
En mi entorno nadie viaja, no necesitamos de eso…
Pero bueno, chico, ¿te volviste loco?
No tengo dólares, jamás he tenido dólares…
¿Qué fue, Lucas, te tragaste a Merentes?
No te escucho, se me cae la llamada.
Cuelgo. Estaciono cerca de la Carlota. Tengo taquicardia, ando como
mareado. Pongo el cd para escuchar una música.
Suena Pink Floyd, Dark Side of the Moon. El tema que sale es, Bendito
Niño de Atocha, “Money”.
Y Roger Water (¿o es Gilmour?) canta:
Moooney
It’s a Shaaaame
Su madre.