Artes

False blood

Jorge Carrión sobre la serie True blood y el soft porn

Por Jorge Carrión | 12 de junio, 2010

La escena central de True blood es un ejercicio de soft-porn. Ocurre en el ecuador exacto de la primera temporada: entre el final del capítulo sexto y el principio del séptimo. La Virgen Norteamericana es finalmente poseída por el Vampiro Integrado. Después de varios capítulos donde nalgas y pechos, enredados en gimnasias del sudor, aparecen con aún mayor frecuencia y explicitud de las habituales en HBO (superando al inicio de Rome), esa escena llega como un clímax natural: con una chimenea encendida al fondo y musicalmente arropados, desnudísimos, Sookie Stackhouse (Anna Paquin) y Bill Compton (Stephen Moyer) se besan y se revuelcan durante varios minutos, pero no es hasta que él la muerde cuando realmente el coito se consuma. El polvo trasciende su representación estética en clave de película erótica de bajo presupuesto, significa también la comunión sexual entre una telépata y un vampiro, entre dos marginales. La existencia de los vampiros ya ha sido asumida por la sociedad estadounidense: las resistencias que tienen lugar en el pequeño pueblo de Bon Temps, en el sureño estado de Luisiana, son las habituales ante el reconocimiento de los derechos de una minoría finalmente aceptada. Sin embargo, la sociedad y sus leyes no reconocen la existencia de otros seres que también pertenecen a nuestro capital simbólico, como los polimorfos o los telépatas. La sangre y el sexo son, por tanto, un ritual de aceptación alternativo. No es de extrañar, por tanto, que en la segunda temporada la orgía se imponga como forma de relación mágica entre seres de naturaleza diversa. El carnaval sigue siendo la forma de expresión del collage sociológico, de la inclusión provisional de las diferencias radicales. Alan Ball ha declarado una intención seria en su ficción sobre vampiros apocalípticos e integrados; pero la forma óptima de leer True blood es carnavalesca.

En el mundo creado por la teleserie (y por las novelas de Charlaine Harris en que se inspira) se lleva a cabo una inversión fundamental. Mientras que los vampiros tienen la opción de acostumbrarse a beber la sangre artificial made in Japan, cuya irónica marca es True blood, para no necesitar la sangre humana que durante milenios han consumido; con el proceso de integración de los vampiros en la sociedad humana ésta ha inventado una nueva adicción –una nueva droga–, que consiste en consumir sangre de vampiro. De este modo, el triángulo tradicional vampiro/víctima/caza-vampiros se invierte y se vuelve un polígono complejo. Hay traficantes de “V” que son capaces de mantener a un vampiro encerrado durante semanas para ir extrayéndole lentamente dosis de sangre para consumirla o para traficar con ella. El vampiro se vuelve víctima. Nos bebemos a los vampiros como venganza histórica, tras milenios de haber sido bebidos por ellos. Los aterrorizamos para hacerles pagar milenios de (género de) terror. Pero también nos volvemos adictos al sexo con vampiros. A la religión que los demoniza. A los programas de televisión que los defienden y que los acusan. Ubicar la figura del vampiro en la discusión social significa convertirla en un problema al que nadie puede ser ajeno. El marginado (invisible) se torna central (súper-visible). Y nos volvemos adictos a él.

La nueva teleserie de Alan Ball coincide históricamente con la presidencia de Barack Obama. La lectura clásica que ve en la ciencia-ficción literaria, en el fantástico hollywoodiense o en el cómic de superhéroes respuestas a determinados contextos políticos (desde la amenaza rusa convertida en invasión alienígena durante la Guerra Fría hasta George Bush metamorfoseado en el Canciller Palpatine de Star Wars, pasando por los mutantes como trasuntos de las minorías que reivindicaban sus derechos civiles en los 60), se adapta ahora a los argumentos planteados por las teleseries. En el remake de V, la llegada de las naves nodriza revela que los visitantes extraterrestres llevaban tiempo infiltrados entre los seres humanos, constituyendo una suerte de alteridad invisible, que se blanquea cuando se revela como tecnológicamente superior. Anna, su líder, anuncia entonces la creación de un sistema sanitario universal. En Flashforward y en Fringe los jefes de los protagonistas blancos son afroamericanos. En True blood se utiliza el concepto “salir del ataúd” en alusión a los vampiros que dejan de consumir sangre humana y se convierten en “American Vampires”. La propuesta de True blood pasa por la legalización y la normalización de una minoría histórica de nuestro imaginario colectivo. Pese a los esfuerzos de Ball por darle un acento grave a ese proceso dramático, el resultado es un pastiche en que la serie B y la Z conviven con el soft-porn y con la alegoría kitsch, que sólo puede ser disfrutado mediante un filtro de ironía. Son ésas las lentes que permiten enfocar y representar los conflictos sociales (reales) y estéticos (pulp) que recorren el esqueleto de True blood.

Jorge Carrión 

Comentarios (4)

Michelle Roche
12 de junio, 2010

Jordi, Me gusta bastante el artículo las ideas que expones y las reflexiones que sugieres, sin embargo no me queda clara tu posición con respecto a la teleserie. A mi me encanta True Blood, porque me parece uno de los pocos productos culturales sobre chupa-sangres que sugiere debates serios. En especial, cuando cuestiona qué es un ser humano a través de la casta de los marginados. Por ejemplo: ¿Quién es peor el que chupa sangre y mata porque tiene hambre o el que lo hace por su necesidad de alienación? En un mundo colonizado por tristes púberes enamoradas de vampiros vegetarianos, que a la luz del sol … ¡brillan! –Nosferatu al saber esto volvería a morir, pero de rabia— agradezco que Alan Ball hiciera un discurso social inspirado en los textos de Charlaine Harris –que apenas tienen algunas ideas buenas más o menos bien hiladas en su serie de Sookie Stackhouse— y nos pusiera más cerca de la senda por la que habían comenzado a caminar algunas propuestas de la literatura gótica: estar vivo y muerto a la vez no es tan siniestro para el que lo sufre, como para el grupo humano que trata de entender ese fenómeno.

Un abrazo, M

Sydney Perdomo
13 de junio, 2010

En lo personal, me encantaron los textos de la Saga: Vampiros Sureños que ha producido Charlaine Harris. La serie es un tanto expositiva pero considero que la industria tiene sus motivos, los cuales todos sabemos de que se trata, ¡claro!, no exenta a los libros de estas maneras tampoco, pero es una característica fuera de novedad el sexo dentro de un relato o serie y menos en el ámbito del vampirismo puesto que el tema sucubus /incubus ya ha sido debatido y litigado desde tiempos inmemoriales por decirlo del alguna manera. Sin embargo, el hecho de que esta escritora haya cambiado el rumbo, empezando por la edad de los protagonistas, (que por lo general para esta nueva era moderna, siempre son adolescentes) y la idea de enfrentarlos a los problemas reales de la sociedad en la que vivimos, lo hace sentir más original, más genuinos, el tema del racismo en sus variadas manifestaciones, es un problema que no ha sido minado por completo ya que el sentimiento peyorativo palpita aún en nuestro mundo que se supone es moderno, y estacado en “la nueva era” y así otros problemas de índoles diversos dentro de los ritos de la supervivencia humana. Con lo de la idea de los vampiros dóciles ó vegetarianos… Más bien donde no beben la sangre de sus seres amados ó salen de sus tumbas a media noche, no lo discuto ya que esta idea también ha sido sustraída de escritores anteriores, muchos se apasionan con Bram Stoker y Sheridan Le Fanu dentro de la Literatura Gótica por el salvajismo que se supone debe poseer un vampiro; pero la verdad es que las intenciones vampirofilas antes mencionadas fueron creadas por Henry James,(desde 1881 en más) lo que le da un sentimiento “que se creía extraído” más humano a los “no muertos”.

En cuanto a “V” cuando ha salido la exposición al mundo de estos visitantes, me pareció que fue tomado de los libros de Charlain ya que ella expuso que así había ocurrido con los Vampiros al exponerse a la humanidad definitivamente (Aún y cuando no estoy completamente segura, ya que no se si se ha escrito antes un libro con respecto a los “V” que en tiempos anteriores podrían ser “Invasión Extraterrestre” la cual no recuerdo muy bien esta serie antigua, y si se revelaron de la misma manera al mundo). Pero bueno para no caer en polémicas es un tanto difícil ser original estos días donde la ficción pareciera estar ya toda inventada, y Charlaine no podía dejar de ser la excepción, lo cual no deja de ser buenas las visiones de los nuevos escritores.

Por último: “I don’t hate the Fangs or The Supernaturals Creatures” 😉 ¡Así que si existen revelense! Jejeje

¡Muy bueno su punto de vista caballero!

Saludos y mis respetos sinceros. 😀

Diego Baptista
14 de junio, 2010

La verdad, no le veo lo soft-porn a esta serie. Full erotismo si tiene, tomando en cuenta que lo que más llama llama la atención en el tema del vampirismo es la gran carga de sensualidad que se le otorga a estos seres “perversos”. Me parece que en la serie hay una combinación interesante de vampirismo, hombres lobo, espritismo, brujería en ese propicio ambiente de misterio mágico que le dan a las poblaciones del sur de norteamerica, mescolanza de las religiones africanas y creencias europeas. También aparece el tipo de religión-culto fundamentalista que en su obsesión por hacer “el bien” se convierten en seres peores de los que pretenden combatir.

Pareciera que al crítico le molesta la visión del cuerpo humano, lo cual no debería extrañarle con un argumento, precisamente, basado en unas creaturas con una gran carga de erotismo. Lo de True Blood, precisamente huele a una ironía hecha ex profeso para mercadear, entre los vampiros, este sustituto artificial de la sangre verdadera.

Que los norteamericanos traten veladamente, o no tanto, los temas que les atañen, tales como las minorías, las guerras (¡vaya si aumentaron las películas con trama de guerra, desde el 11 de sept.!), no me parece ninguna novedad. Yo consumo estas series como lo que son, pura ficción. Además considero que una serie como ésta, que trata un tema fantástico, se presta a la total libertad de inventar cualquier conexión inverosimil y hasta urdir tramas incoherentes.

Finalmente, pienso que se le está dando un análisis demasiado intelectualizado a una simple serie realizada para el más superficial divertimento.

Alvaro Díaz W
17 de junio, 2010

“En un mundo colonizado por tristes púberes enamoradas de vampiros vegetarianos, que a la luz del sol … ¡brillan! –Nosferatu al saber esto volvería a morir, pero de rabia—” Excelente comentario

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