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Pequeña historia de una pasión mundial

El 21 de mayo de 1904 nace la Federación Internacional de Fútbol Asociado (FIFA). Robert Guérin, primer presidente y representante francés de la nueva asociación, propuso ingeniosamente que todas las naciones afiliadas disputaran cada cuatro años un torneo. Pero tuvo que esperar hasta el año 1930 para ver su propuesta hecha realidad.

Jules Rimet había visto cómo el deporte que más amaba crecía y se declaraba oficialmente olímpico. Cuando llegó a la presidencia de la FIFA, justo cuando ésta estaba a punto de desaparecer, en 1921, argumentó que el fútbol podía fortalecer el honroso pero desdeñado ideal de paz en todo el mundo. Así, una vez más, el Mundial vería otra luz para nacer. En 1928, cuando se estableció como reglamento en el Congreso de Amsterdam, el diplomático uruguayo Enrique Buero convenció a Rimet de celebrar el primer torneo en Montevideo, debido al Centenario de la Jura de la Constitución de los charrúas y por los destrozos europeos de la Gran Guerra.

EL PRIMERO: URUGUAY 1930

Trece países fueron los que atendieron al llamado de la FIFA para disputar el primer torneo mundial de fútbol. Nueve naciones americanas (Uruguay, Argentina, Chile, Estados Unidos, Brasil, Paraguay, Perú, Bolivia y México) y tan sólo cuatro europeas (Francia, Bélgica, Yugoslavia y Rumania) revolucionaron las formas de la pasión futbolística a escala internacional.

Los estadios Central Park y Pocitos sirvieron como sedes para los partidos, debido al retraso de la construcción del Estadio Centenario. El primer gol anotado en Mundial alguno lo marcó el francés Lucien Laurent, el cual sirvió para que el equipo galo goleara 4-1 a México; al mismo tiempo, Estados Unidos derrotó a Bélgica con marcador de 3-0. Guillermo Stábile, delantero argentino, se fue imponiendo en la lista de goleadores; resultó ser al final del torneo el máximo matador, con ocho dianas en cuatro partidos. El Estadio Centenario, construido en tan solo nueve meses, albergó la final entre Uruguay y Argentina, la cual ganó el equipo charrúa por 4-2. Uruguay, en casa, se convirtió en el primer campeón en la historia de los Mundiales. Así empezaba el hito de la espera cuaternaria.

EL FÚTBOL SUPERA EL FASCISMO: ITALIA 1934

A pesar de jactarse de haber visto apenas un solo partido de fútbol en su vida, Benito Mussolini quería también el Mundial para sí mismo. De forma más que misteriosa, Suecia retiró su candidatura para ser sede del segundo Mundial de la historia. Italia se quedó con tal privilegio. Con sorpresa y mucha propaganda, el fascismo se mostró diligente, concediendo un torneo bastante “europeizado”.

Argentina, Brasil y Estados Unidos constituyeron el bloque terciario de representantes de América; Hungría, Austria, Bélgica, Países Bajos, Rumania, Checoslovaquia, España, Suiza, Francia, Suecia, Alemania y el país anfitrión, Italia, de la mano europea; y la novedad: Egipto, primer equipo africano en participar en un Mundial, fueron las selecciones que estuvieron bajo la mirada estricta de Il Duce.

Sin Uruguay defendiendo su corona, el campeonato se desarrolló con total regularidad, por lo menos a simple vista, debido a la cierta presión por parte del Gobierno fascista hacia los árbitros para ganar el torneo, como propaganda de su ideología y acción a nivel global. El furor del Mundial siguió creciendo partido tras partido, a pesar de las irregularidades arbitrales. Giuseppe Meazza estaba quemando redes, cuando no las manos de los cancerberos.

La final fue entre Checoslovaquia e Italia en el Estadio Nazionale PNF. 50.000 espectadores vieron cómo un nuevo campeón mundial se hacía otra vez en su propia casa. 2-1 sería el resultado para los italianos. El delantero checoeslovaco Oldřich Nejedlý, con cinco goles, logró ser el rey del gol en el torneo. Pero felizmente el fútbol logró más que el fascismo.

ITALIA CON PASOS DE GIGANTE: FRANCIA 1938

Esta vez el país anfitrión no salió campeón. Italia, con una camada de jugadores notables, vería cómo el Mundial se hizo paso adelante. Hubo grandes problemas con algunos países sudamericanos en la organización del campeonato, ya que se reclamaba la sede de 1938 para Argentina. Pero el organismo francés no dejó de trabajar (con Jules Rimet a la cabeza), y brindó un torneo con muchos estadios remodelados para la ocasión.

El Mundial prometía fútbol de altísima calidad. Brasil y Polonia disputaron uno de los partidos más excitantes en la historia del campeonato: “El diamante negro” Leónidas y Willimowski marcaron cuatro goles cada uno, pero los cariocas vencieron a los europeos 6-5. Sin embargo, en cuartos de final los brasileños se montaron en un ring de box en la cancha contra los checoeslovacos, dejando un saldo de tres jugadores expulsados y cinco heridos, dos de ellos trasladados urgentemente al hospital por fracturas de brazo.

Pero el fútbol tiene siempre por protagonista la pasión, el sudor, el talento, una sensación de tribu implacable. Con ello, Italia demostró en el césped la jerarquía que siempre le ha caracterizado. En la final contra la ingeniosa Hungría, en el Estadio Olympique, con Ferrari y Meazza inspirados, lograron su segundo campeonato consecutivo, con resultado de 4-2. Leónidas Da Silva, quien jugó descalzo unos minutos contra los polacos, se llevó la Bota de Oro con siete dianas en su haber. Hasta el momento, todos los caminos del fútbol conducían a Roma.

EL MARACANAZO: BRASIL 1950

Un año después del último Mundial, explotó la Segunda Guerra Mundial, dejando descalza la felicidad del fútbol durante 12 años. El vicepresidente de la FIFA, Ottorino Barassi, había escondido el trofeo de la Copa Mundial en una caja de zapatos debajo de la cama, para que no cayera en manos del ejército de ocupación nazi. El nombre del laurel: Jules Rimet, en honor a su antiguo presidente. Aquella cajita tenía en sí escondido un símbolo de paz.

La competición arropó sólo a 13 equipos. Algunos países traían a sus espaldas la crisis de la guerra; los que no soportaron el peso, se quedaron en casa. El resto viajó a ritmo de samba. El Mundial se disputó en forma de liguilla, con acumulación de puntos y goles con los equipos divididos en dos grupos. Brasil, Suecia, España y Uruguay fueron las selecciones que pasaron a una semifinal “todos contra todos”. El mítico Estadio Maracaná esperaba el agasajo de los grandes.

Antes de la final, la superioridad de Brasil se puso por delante en todos los partidos del Mundial. Ganaron todos sus partidos por goleadas, con Ademir (quien terminó con nueve goles) de francotirador. La final fue contra el conjunto charrúa; ya se daba por campeón a los cariocas, quienes necesitaban sólo un empate para poder alzarse con el Trofeo Jules Rimet. Habría fiesta nacional. Pero la gran decepción devino. Uruguay empató el gol tempranero del brasileño Friaça, a través de Juan Alberto Schiaffino. Sin embargo, faltando 11 minutos para el final Alcides Edgardo Ghiggia logró la segunda diana. Uruguay dio un batacazo inédito, logrando su segunda Copa del Mundo. El estadio enteró se derrumbó en lágrimas de silencio. El “Maracanazo” estalló. Y el fútbol pasó a otra página.

EL MILAGRO DE BERNA: SUIZA 1954

Aunque el país alpino se hartaba de ser neutral durante la guerra, Suiza hospedó el primer Mundial con dos selecciones asiáticas: Corea y Japón. Egipto volvía a participar en la competición por la zona de África. Sin embargo, el campeonato de 1954 era básicamente europeo. Y también: sería el Mundial de los Goles, con 140 (promedio de 5,4 en cada partido) a lo largo de todo el torneo.

Pero Hungría sería la selección que se llevaría todos los elogios y miradas. Con Puskas, Bozsik, Kocsis y Hidegkuti, entre otros jugadores de gran talante, se hizo un equipo que se ganó el apodo de “Los Magiars mágicos”. El estilo de juego, acompañado de montañas de goles, hacían un conjunto que se recordaría como uno de los mejores en toda la historia de los mundiales. Antes del Mundial había ganado 27 partidos y cuatro empates, además de lograr la medalla de oro en los Juegos Olímpicos previos. Venció a Corea por 9-0 y a Alemania con marcador de 8-3. Brasil cayó también ante los húngaros (4-2), partido de cuartos de final que terminó en golpiza en los vestuarios entre jugadores y entrenadores.

La final sería la mayor sorpresa del Mundial. Alemania retaba con los dientes apretados a Hungría en el Estadio Wankdorf de Berna. “Los Magiars” se impusieron al principio con un fácil 2-0. Pero luego de una lucha constante durante diez minutos, los germanos lograron empatar el partido, trayendo la esperanza consigo. “El Milagro de Berna” fue la desdicha de los húngaros: Helmut Rahn anotaría su segundo gol del partido a seis minutos del final, en una jugada en la que el arquero Gyula Grosics resbaló cuando se disponía a capturar el balón, maldición de un césped mojado. Sandor Kocsis fue el máximo goleador con 11 goles; no pudo aumentar la cuenta. Alemania vería un renacer con su primera Copa del Mundo. Y no sería la última para ellos.

NACE UN REY: SUECIA 1958

Este Mundial es recordado históricamente por dos cosas: la televisión hizo parar el mundo, dando cobertura parcial de la competición; en las canchas, un brasileño de 17 años tomó el timón de su selección para ser recordado para siempre como “O Rei”. Edson Arantes do Nascimento, mejor conocido como Pelé, no era la única estrella: Kopa, Fontaine, Charlton, Yashin, Garrincha, Vava, deleitaron con buen fútbol al espectador sin cara.

Y fue un torneo mágico. Brasil se rebelaba alérgica al mal fútbol y a todo lo que fuera derrota, a pesar del fatídico empate a cero contra Inglaterra (el primer juego que no conoció el grito del gol en la historia de los mundiales). Francia jugó con un trío de atacantes que perforaban arcos sin igual. Suecia hacía lo propio, tanto en lo futbolístico como en lo organizacional.

El Mundial transcurrió a ritmo de samba. Garrincha, con su endemoniado regate, y Pelé, con sus goles antológicos, fueron los máximos protagonistas de un Brasil que no tenía nada que envidiarle a la Hungría de 1954. Zagallo, Vava y Pelé convirtieron los goles de la final contra Suecia, quienes sólo pudieron pasar la meta del arquero Gilmar una vez (5-1). El francés Just Fontaine, con 12 goles, se convirtió en el máximo artillero del campeonato. La hegemonía brasileña, con su jogo bonito, estaba empezando a dejar huella.

RUDEZA POR MAGIA: CHILE 1962

Al pie de los Andes, los chilenos dieron pie a un nuevo Mundial. Un fútbol rudo. Pelé se lesionó ante Checoslovaquia en el primer partido. Las patadas y narices rotas se hacían más comunes en las canchas. La magia se desvaneció. Pero Brasil no podía dejar de ganar, aunque la samba sonara a blues.

La selección chilena llegaría a los cuartos de final para derrotar a la URSS por 2-1. Toda la nación se volcó hacia las calles para celebrar, como si hubiera ganado el Jules Rimet. Mas la superioridad carioca se impuso sobre el país anfitrión: Brasil se calificó para su segunda final mundialista consecutiva.

Garrincha y compañía derrotó 3-1 a la selección de Checoslovaquia en la final de la Copa del Mundo, sin mucha magia. Hubo empate entre seis jugadores con cuatro dianas cada uno en la puja por la Bota de Oro. Un Mundial se despedía sin mucho brillo.

GANÓ EL INVENTOR DEL FÚTBOL: INGLATERRA 1966

Por primera vez un Mundial se celebraba en el país donde nació el fútbol. Inglaterra tuvo la suerte estadística de Uruguay e Italia. Sin embargo, esta vez también habrían fuertes patadas.

Pelé no pudo hacer brillar de nuevo a la selección de Brasil, pero el técnico Sir Alf Ramsey haría del fútbol inglés arrasar con la verticalidad que hasta nuestros días se conoce. Portugal debutaba en un Mundial, y sería protagonista, logrando el tercer lugar contra la URSS. Además, Eusebio se rebelaba con nueve goles en su haber, logrando la Bota de Oro del campeonato.

El gol fantasma. Así le llaman a una de las dianas que consiguió Geoff Hurst en la final contra Alemania Occidental, en tiempo extra. ¿Acaso el balón cruzó la línea de meta? Es la gran incógnita. El gol más controversial en la historia de los mundiales. El partido terminó 4-2.

Un perro llamado Pickles descubrió entre los arbustos de un jardín, frente a la casa de un barrio del sur de Londres, el Trofeo Jules Rimet, aquel que fuera robado días antes durante una exhibición. Gracias al alegre rescate, el laurel fue para los que inventaron el fútbol. La historia tiene sus felicidades.

EL ÚLTIMO GRITO DEL REY PELÉ: MÉXICO 1970

El Estadio Azteca fue el máximo monumento del Mundial de 1970. Era (y sigue siendo) un gigante apasionado. Un magnífico Brasil haría otra vez de las suyas, con un fútbol no sólo olor a samba, sino también a garota. Clodoaldo, Gerson, Rivelino, Tostao, Jairzinho, Pelé y Carlos Alberto fueron los encargados de entregar un campeonato para revisar videos cada cierto tiempo.

También fue el Mundial en el que Beckenbauer mostró su elegancia y dureza, quien jugó con cabestrillo incluido en semifinales. Y el de los diez goles de Gerd Mueller. Ambos grandes del trágico fútbol alemán.

Después de haber logrado superar a Alemania Occidental (4-3 en la prórroga), Italia fue vencido por los brasileños, en un partido jugado por dioses terrestres. Cuatro goles a uno. No necesitaban más. Era una tarde para recordar al mejor Brasil desde 1958. Y Pelé alzó su última Copa el Mundo. Un capítulo se cerraba. Saudade incluida.

EL FÚTBOL TOTAL SE ESTRENÓ SIN COPA: ALEMANIA 1974

Como por arte de algún truco barato, Alemania ganó la Copa del Mundo. Holanda jugó como nunca antes se había visto antes: equipo veloz, de toque y trabajador, maravilló el Mundial, pero no a los germanos.

“El Kaiser” no estaba solo en la cúspide: Johan Cruyff había llegado para quebrar cinturas, pasar lo impasable y contagiar a sus compañeros de los goles que él mismo se fabricaba. Pelé llegó a mencionar que el holandés era su sucesor, y la gente, incrédula, pensaba que “O Rei” se había vuelto loco. Pero bastó que Cruyff, junto a Neeskens, Rep y Rensenbrink, pisaran el campo e hicieran rodar el balón para ver nacer una y otra vez a “La Naranja Mecánica”.

Holanda venció en primera ronda a Argentina (4-0), Alemania Oriental (2-0) y Brasil (2-0) jugando el estilo que el club Ajax había hecho famoso. La revelación del torneo fue la talentosa selección polaca, que terminó tercera, liderada por Gzregorz Lato, quien fue coronado como máximo anotador de la competición por sus siete goles.

Pero en la final, Alemania logró recuperarse tras un penalti convertido por Neeskens. Marcaron como perros de presa a Cruyff sin dejarlo crear juego. El Olympiastadion de Munich se convirtió en un mar de felicidad al ver los goles de Breitner (de penalti) y Mueller quemar las redes del portero holandés. Los Países Bajos se hundieron en un chiste malo, y Alemania, con el nuevo modelo del trofeo en manos de Beckenbauer, gritarían campeones para la foto de recuerdo.

EL ANSIADO CAMPEONATO: ARGENTINA 1978

La situación política que vivía el país del Río de la Plata fue la razón por la que Johan Cruyff no viajó para disputar el Mundial de 1978. El general Videla achacaba con mano dura racional una nación que dependía de sus pasiones. En esa realidad se desarrolló esta Copa del Mundo.

Las estrellas del combinado argentino no estaban en su mejor forma al comienzo del campeonato. Pero a medida que los partidos seguían, Mario Alberto Kempes demostraba la valía de su apodo: “El Matador”. Terminó siendo el baluarte de la selección albiceleste, quien se coronó como máximo goleador del torneo con seis dianas.

Platini no logró avanzar mucho con Francia. Las selecciones de Irán y Túnez vivieron por primera vez un Mundial. El campeonato se había convertido en un evento de dimensiones universales. Y los argentinos supieron aprovechar el deporte que aman para darse una celebración en tiempos de férrea dictadura.

Con dos goles de Kempes y uno de Betoni en tiempo extra, Argentina lograba superar a la extinta “Naranja Mecánica”, que sólo había logrado marcarle un gol al “Pato” Fillol. Los albicelestes se lo debían a Alfredo Di Stéfano, quien nunca pudo alzar el ansiado trofeo. El Estadio Monumental vio a la selección argentina coronarse bajo una lluvia de confeti.

ITALIA RESUCITA: ESPAÑA 1982

Por primera vez, 24 países se disputarían un solo trofeo. Todos los continentes participaron en la gran fiesta que levantó España para celebrar la doceava Copa Mundial de la FIFA. Se adoptó un nuevo sistema: una primera ronda con seis grupos de cuatro equipos, de los cuales se clasificaban para la segunda fase los dos primeros; una segunda ronda con cuatro grupos de tres equipos, de los que se clasificaba el primero de cada grupo; y, por último, las semifinales y la final.

Paolo Rossi tomó el timón de un equipo italiano que venía perdido en un letargo. Con seis goles logró ser el máximo artillero del Mundial. El jogo bonito de Zico y sus compañeros de Brasil eran los favoritos, mas no bastó para vencer la artillería de Rossi. Maradona debutó en la competeción, pero no había explotado aún con su selección. Por ahí también estaba la magia de Michel Platini, junto a un conjunto galo que quería alzar el codiciado trofeo. Entre alemanes y franceses se libró una de las mayores batallas futbolísticas en la historia de los mundiales, la cual en semifinales tuvieron que desempatar en los penales, tras un excitante 3-3.

Pero fue Alemania Occidental quien acompañó a Italia en el Estadio Santiago Bernabéu para disputar la final. La “azzurra” se alzó con la Copa del Mundo con un contundente 3-1. La fiesta pasó del español al italiano, con tres estrellas encima del escudo de la camiseta azul.

EL AÑO DEL PELUSA: MÉXICO 1986

Colombia dejó de ser sede para este Mundial por los problemas de política interna que atravesaba. La FIFA, en una carta a todos sus miembros, buscó un nuevo país para la organización del campeonato: México ganó la batalla, y por primera vez, una nación organizaba la Copa del Mundo en dos ocasiones.

Pero el mundo entero se rindió a los pies de un hombre: Diego Armando Maradona. Argentina no llegaba con muchas chances de llegar lejos, más el equipo se fue afianzando partido tras partido con un capitán que prometía ser campeón a como fuera lugar. Son recordadas las dos dianas del «Pelusa» en el partido de la selección albiceleste contra Inglaterra en el Estadio Azteca: la «Mano de Dios» y «El gol del siglo XX» (así denominado por la FIFA) dieron la victoria a un combinado que representaba a una nación pisoteada por los británicos en la Guerra de Las Malvinas. Pero Gary Lineker se llevaría la Bota de Oro con seis goles.

Francia, con una escuadra conformada por Platini, Giresse y Tigana, era la del juego sensacional. Sin embargo, no pudo contra la trágica elegancia alemana en semifinales. Sin embargo, Maradona y su combo ganaron 3-2 a Alemania Occidental, y llevó a la cúspide al que para muchos es el mejor jugador de la historia, con una foto que recorrió todo el mundo: el «Pelusa» besando con un mar de lágrimas el Trofeo FIFA.

ALEMANIA BESA SU TERCER TROFEO: ITALIA 1990

Sin duda, el Mundial más decepcionante de la historia. El juego defensivo fue lo más visto, y nunca se habían decidido tantos partidos desde los 12 pasos, incluyendo la final.

Maradona no hacía jugar mejor a la albiceleste. Alemania, con una camada de jugadores excepcionales, no mostraba el portento de otros años. Los protagonistas fueron, más que los equipos, dos individualidades que se llevaron a toda una nación en las espaldas: Roger Milla, con 38 años, quien llevó a Camerún hasta cuartos de final; y Salvatore Squillaci, quien lograría ser el máximo artillero con sus milagrosos seis goles.

El arquero argentino Sergio Goycochea no pudo atajar el discutido penalti que le dio la victoria mundialista a Alemania Occidental en el Estadio Olímpico de Roma. Franz Beckenbauer ganó su primer Mundial como técnico de la selección, y lideró el tercero para la nación germana, para estar junto a Italia y Brasil como los equipos más laureados en la historia de la Copa del Mundo.

EL CUARTO PARA BRASIL: EEUU 1994

El pueblo norteamericano quedó perplejo cuando se enteró de que su país iba a organizar una Copa Mundial. El comité estadounidense hizo un buen trabajo con los estadios, mas no fue un Mundial para recordar por su buen fútbol. Brasil se quedó con el Trofeo Jules Rimet en esta ocasión, aunque de manera nerviosa.

Argentina, con los goles de Batistuta, la verticalidad de Caniggia, la clase de Redondo y el liderazgo de Maradona, mejoraba la calidad de juego de 1986, pero perdió sus aspiraciones campeonas cuando el «Pelusa» resultó positivo en el control antidoping y fue suspendido del torneo. El ruso Oleg Salenko logró un nuevo récord al marcarle cinco goles de sus seis en el torneo a Camerún, liderando así, junto al búlgaro Hristo Stoichkov, la competencia de artilleros. Y la tragedia colombiana: Andrés Escobar, defensa del conjunto cafetero, fue asesinado a balazos en su propio país por hacer el autogol que los eliminó del Mundial frente a EEUU.

Brasil, con la pareja Romario-Bebeto, logró apenas un triste 0-0 contra Italia en la final en el Estadio Rose Bowl. La decisión del campeón fue por la vía de los penales; Roberto Baggio le cedió la Copa a la escuadra carioca al tirar el balón por encima del poste.

EL MUNDIAL DE ZIDANE: FRANCIA 1998

Treintidos equipos se reunieron en el mediterráneo galo para disputarse la Copa Mundial número 16. Muchos talentos dieron rienda suelta a sus piernas durante su estancia en Francia.

Ronaldo, «El fenómeno» de Brasil, estaba lesionado, pero era la estrella a seguir. La grata revelación del Mundial, Croacia (tercer lugar), tuvo al mejor artillero del torneo, Davor Suker, con seis goles. Michael Owen, el niño maravilla inglés, le marcó un golazo a la selección argentina (equipo que terminó ganando por la vía de los penales), la cual perdió en cuartos de final contra Holanda, gracias a una genialidad de Dennis Bergkamp. Christian Vieri no pudo salvar a Italia de la eliminación contra los galos. Silenciosamente, Francia llegó a la final con un «mago» que hacía mover el equipo como los grandes: Zinedine Zidane.

En la final contra una triste Brasil, en el Stade de France, Zidane marcó dos dianas de cabeza, como si hubiera elegido aquella oportunidad para hacer valer su capacidad goleadora. Emmanuel Petit le dijo adiós a los cariocas con un definitivo 3-0, para que todos los franceses se fueran a celebrar su primera Copa Mundial en los Campos Elíseos.

OTRA MÁS PARA BRASIL: COREA/JAPÓN 2002

La hegemonía de la sede pasaría a manos asiáticas, logrando gran expectación entre los fanáticos del fútbol. Grandes y dinámicos estadios se estrenaban entre dos países que decidieron darse la mano para organizar el máximo evento del balompié mundial.

Desde la primera ronda hubo varias sorpresas, con los favoritos Francia y Argentina eliminados. La anfitriona Corea logró eliminar a Portugal en la fase de grupos, a Italia en octavos y a España en cuartos de final (aunque de forma dudosa por parte del arbitraje). Alemania paró a la selección asiática, quien demostró que la tradición y el prestigio germano no se duda. El gran nivel que se vio en las selecciones africanas daban mucho de qué hablar, pero Brasil se imponía con un Ronaldo que tenía como norte la portería contraria.

«El fenómeno», con un risible corte de cabello, logró ocho goles, dos de ellos en la final contra Alemania, para ganarse la Bota de Oro. Ronaldinho ya estaba dando muestras de la revolución futbolística que haría luego. Michael Ballack, el capitán germano, no pudo jugar debido a la acumulación de tarjetas amarillas. La quinta Copa del Mundo estaba destinada para un revivido Brasil, que ganó el partido 2-0. Y, cómo no, lo celebraron con samba en el Yokohama Stadium.

CUATRO COPAS PARA ITALIA: ALEMANIA 2006

Por segunda vez, las ciudades germanas darían cobijo a las mejores selecciones de fútbol del mundo. Tanto los equipos como los estadios dejaban muchos comentarios entre la gente que disfrutaba del Mundial.

El país anfitrión logró jugar un fútbol vistoso y dinámico, distinto al que estaban acostumbrados los seguidores habituales de la selección (Miroslav Klose logró la Bota de Oro con cinco goles). Sin embargo, no pudo ganar el título en su propia casa: se topó con la máquina defensiva de Italia, quien resultó campeona dejando que su arco fuera perforado tan solo dos veces. Argentina y México enfrentaron uno de los choques más emocionantes del torneo por la calidad de ambos equipos, el cual terminó 2-1 a favor de los rioplatenses con un golazo de Maxi Rodríguez. Portugal y Cristiano Ronaldo maravillaron. Las selecciones africanas lograron buenos resultados. Pero el que estaba dejando las bocas abiertas era Zidane, quien capitaneó a Francia hasta la final.

El último partido fue en el Olympiastadion. Con un engorroso empate a uno, Italia y Francia se fueron a los penales. Los galos no contaban con «Zizou», quien minutos antes había hecho el único gol de su equipo (desde los 12 pasos) y recibió la tarjeta roja por taclear con su cabeza al defensa Marco Materazzi. Así fue cómo un mago del balón se despidió del fútbol. Italia, compacta y defensiva, celebró su cuarto campeonato mundial como si fuera el primero.

UN MES DE ALEGRÍA AFRICANA: SUDÁFRICA 2010

La expectación que nace por esta nueva edición del Mundial trae consigo varias felicidades: será el primer campeonato celebrado en el continente africano, los equipos y jugadores llegan en un altísimo nivel competitivo y, por supuesto, todo el mundo se hermana para disfrutar del dinamismo de la pasión por el fútbol.

Grandes estrellas y selecciones disputarán para ganarse la admiración de las masas y el siempre codiciado Trofeo de la FIFA. Parten como claras favoritas España, por su juego de toque y magia; Brasil, con una escuadra compacta y Kaká, quien quiere renacer luego de una difícil temporada con el Real Madrid; e Inglaterra, liderado por Wayne Rooney y su técnico Fabio Capello. Sin embargo, hay otros equipos que, por categoría e historia, tendrán seguramente un papel importante en el torneo, como Holanda, Alemania e Italia. Por otro lado, las selecciones africanas, en especial Costa de Marfil, tienen equipos lleno de talento, garra y juventud, al igual que Chile, dirigida por Marcelo Bielsa, y México, con un lindo juego gracias al trabajo técnico de Javier Aguirre. Gran interés muestra la selección argentina, que sin jugar partidos amistosos previos, y a pesar del desempeño regular en la ronda clasificatoria, depositan todas sus esperanzas en la fuerza de dos grandes en la dirección técnica y en la cancha, respectivamente: Diego Armando Maradona y Lionel Messi.

Sudáfrica, en compañía de todo el mundo, espera ansioso el desarrollo del mayor espectáculo de fútbol. No importa la raza o el sexo; lo único que cada fánatico sabe es que hay un solo Dios, y que éste es redondo.