Artes

Groserías horribles

Lucas García: Los días pesan y en ciertos momentos provoca decir...

Por Lucas García París | 15 de mayo, 2010

1.

La semana me arranca con un marrón oscuro en una barra.
Un señor cincuentón pregunta a la empleada de qué son los
cachitos.

¿No ve?, dice la mujer señalando el cartón con los
nombres, lleno de manchas de grasa. Su rostro tiene una
expresión como para ponerla en una carátula de La náusea.
De jamón y de pavo con queso crema, farfullé.

¿Y cuánto cuestan?

¿Está ciego? ¡Lea ahí!

El viejo sonríe, apoya el codo en la fórmica rayada.

Mi amor, entona con dulzura, ¿tengo la cara como una
pelota?

¿Perdón? La empleada se engrincha. Agarra un cruasán
como un 38.

Que si te parezco un balón, mi vida linda. Una
pelota… Como eso con lo que se juega al fútbol.

No…no…

¿Entonces por qué me tratas a las patadas, carricita?

Los parroquianos se ríen, los próximos sándwiches
que haga la empleada serán fatales, al viejo le brillan los ojos.

Y yo no sé por qué pero mis prospectos para esta
semana se empiezan a enturbiar.

2.

La partida de Gabo está incorrecta. El nombre no es, nuestras
cédulas están malas y la fecha de nacimiento debe ser la de
Maza Zavala.  Mi esposa anda arreglando eso.

El miércoles me llama desde el centro de Caracas. No
dice mi amor, no dice buenos días. Arranca a informarme.
Hay en su tono de voz algo que me recuerda a Sigourney
Weaver en Alien 2.

Fui para la jefatura pero me dijeron que eso no se
podía arreglar allí sino que había que ir a Tribunales…

¿Pero el pelón no fue de ellos?

Ya lo sé, pero en Gaceta salió un decreto y cambiaron
las competencias y en Tribunales me mandaron a la LOPNA.
Y allí una tipa que estaba mandando mensajes por el celular y
comiéndose una empanada me escupió y me dijo que quién
había sido el subnormal que me había mandado para allá.

¿Y tú no les dijiste que te habían mandado
de Tribunales?

Ya lo sé, pero salí de allí oliendo a queso y llegué de
nuevo a la p… jefatura donde exigí que me pasaran con el
responsable de eso y un tipo me dijo que el Dr. No sé que no
había llegado porque se encontraba realizando unas
actividades importantísimas y que me fuera a la central cerca
de la iglesia de Santa Teresa y yo le dije que no sabía donde
era y el muy m… me dijo que tenía que saberlo porque allí
era donde se pagaban los impuestos municipales y que yo
debía pagar impuestos municipales, ¿no? ¿O es que acaso no
los pagaba?
¿Lo puedes creer? ¿LO PUEDES CREER?

¿Y fuiste para allá?

¡Fui ayer! La tipa con la que hablé y me dijo que iba a
ayudarme, la cambiaron hoy, pero un abogado me mandó de
nuevo a la jefatura porque y que ya habían hablado y los tipos
me iban a dar una aclaratoria que tenía que traerle  y acabo de
buscarla…

No quiero seguir preguntando pero ya estamos allí.

¿Y?, murmullo.

Que en vez de partida de nacimiento pusieron de
DEFUNCIÓN y cuando les digo que corrijan esa barbaridad
la mujer va y me responde que ella no puede arreglar eso
porque está en su hora de almuerzo y comerse el p… menú
del día es su derecho constitucional. ¿Lo puedes creer? ¿LO
PUEDES CREER?

Claro que sí. Me imagino a mi señora y tiene la cara
como un balón.

¡Tengo ganas de gritarle groserías horribles!, me dice.
Pero no sé cuales pueden ser…

3.

El viernes en la mañana una camioneta Avalanche verde
pistacho y un Kia Sorrento blanco están bloqueando el
estacionamiento del trabajo. Veo unas chicas con vestidos de
noche en el Kia, unos vasos con alcohol. Un chamo con un
mohicano se baja de la camioneta y parece un turpial adicto
al crack.

Panita, me dice, ¿tu sabes dónde queda el club
Mirage?

Le digo que no sé, que me está tapando el puesto.

¿Pero estás seguro?, continúa, campaneando lo que
parece ser un Buchanans en un vaso de plástico rosa.

El puesto, vale.

Es que era en esta calle, sigue, viendo con ojos
perdidos los alrededores.

Yo bailo entre la implosión y la explosión. Intento
contar cuantos son dentro de la Avalanche pistacho. Gana la
explosión.

¡Mueve esa vaina, vale!, ladro por fin.

Me preparo a pasar sobre una panda de socialites de
segunda, espero que nadie esté armado.

Pero el muchacho me mira entristecido, le da un trago meditativo
al vaso.

¡Que mal humor!, suspira.

Se montan en la camioneta, se alejan con una música
altísima de los Black Eyed Peas.

Invento groserías horribles. Nadie más que yo las va a
escuchar.

Lucas García París 

Comentarios (21)

mahebo
15 de mayo, 2010

Ay! Lucas que retrato tan fidedigno de lo que a diario tenemos que vivir.Lamentablemente es la cruda realidad no ficciòn,pero tu nos lo muestras maravillosamente bien. Como siempre ese toque de ironìa que nos hace drenar con una sonrisa.

miriam osorio
15 de mayo, 2010

Esto no es ficción sino un ralato de lo que nos pasa a diario… Solo que muy bien contado y hasta ameno… Definitivamente los venezolanos tenemos cara de baløn ultimamente

Sí Luis
15 de mayo, 2010

Excelente escrito. Corto,preciso, revelador, casi dramático, o trágico, ó cómico con trágico. Dió en el clavo. Lo leí con interés.

Anthony
15 de mayo, 2010

Quizá me van a tildar de pitiyanki, asalariado de la C.I.A. oligarca, y todo ese cuento que solo ellos manejan. Pero la realidad es que con esos sueldos paupérrimos a quién creen Ustedes que van a colocar en esos puestos…? Lógico que a personas de muy baja estima intelectual (suena fuerte y bochornoso, pero es así) Y no quiero llegar a la ofensa personal. Pienso que si, por el contrario esos cargos los manejasen personal altamente calificado y/o adiestrado, otras serían las circunstancias. Sino pregúntense porqué los obligan a ponerse la gorra y la franelita roja para cuanto evento salga por ahí… Ese es nuestro karma, un ESTADO ineficiente a cargo de manos ineficaces, y eso es conveniente para el GOBIERNO. Personas de carácter dócil y temperamento volátil. Es mi punto de vista, perdón si me desvié del tema. Gracias.

Hender Ruiz
15 de mayo, 2010

Interesante cuestion observar aqui escrito esta realidad ten repelente que nos acosa dia a dia, gracias por esta revelacion, creo que ahora es nuestro deber reirnos y tolerar, para que no valga de nada que nos vean la cara de balon. El mejor remedio contra el grosero es la indiferencia.

bonilla3
15 de mayo, 2010

Sr Lucas,su narrativa es muy verosimil,es ta creible que al leer cada uno de los tres episodios funestos,parecen que ya los he vivido; y pienso que una gran parte de nuestra gente ve una realidad escrita, de la vida diaria y cotidiana.Lamentablemente asi es nuestro comportamiento tipo; salvo muy contadas excepciones, sin duda alguna,que marcan la diferencia.El perìodo de ocurrencia de estos eventos grotescos, es tan alto, que,se vuelve costumbre,y tenemos que armarnos de una inmensa paciencia y tolerancia, para dejar pasar tan bajo comportamiento.Como me entristece que esto sea el pan nuestro de cada dia,como me duele que nos vean cara de balon y nos pateen continuamente;de verdad,y muy de acuedo contigo,sr Lucas;como pesan algunos dias,y en ciertos momentos provoca decir groserias horribles…paciencia y paciencia!

Mitchele Vidal
15 de mayo, 2010

Triste pero cierto, para usar un clisé. El mal humor se adueñó de nosotros 🙁

Maria Leon
16 de mayo, 2010

MUcho de la realidad cotidiana se muestra en su relato, y en todas nuestras ciudades donde el respeto por los derechos ajenos no importan, la sea una funcionaria, un conductor del transporte publico, no respetamos si siquiera al peaton al cruzar la calle, es triste pero es la demostracion de la decadencia de un pais, donde no nos respetamos a nosotros mismos ni ha nuestro projimo, no se donde se fue la solidaridad que se supone teniamos. En fin seguimos en esta agresion mutua de todos lo dias

Catch Apero
16 de mayo, 2010

“Un turpial adicto al crack”…¡Brutal!

Sydney Perdomo
16 de mayo, 2010

Si vale,que por cierto siempre hay un bolsa que te saca lo poco de buen humor que te metes cada día después de tanto atropello que se vive a diario. ¡Buenas letras caballero!

Saludos y mis respetos sinceros. 🙂

Alonso García
17 de mayo, 2010

20 puntos, alumno.

Digiletras
17 de mayo, 2010

Muy sabrosos, que es el mejor elogio que tengo para la literatura, los tres minicuentos, o como se llamen, pero me molesta el pudor del 2do. Las groserías, como todas las demás palabras, ¡son para usarlas! Esos m… y p… me parecen muy ingenuos en este tipo de relatos.

Jaco
17 de mayo, 2010

Se tiene que ser muy creativo estos días para romper los círculos de violencia. Tu crónica es tan cierta, que provoca risa!. Felicidades!! 🙂

Ricardo
18 de mayo, 2010

Existosa narracion de cualquier tramite en una oficina Publica. Gracias por el buen rato. “Comer es su derecho constitucional” .jaja

jose antonio gonzalez
19 de mayo, 2010

Es la realidad vivida y sentida ,en ese dejar hacer dejar pasar,es la implosion de un pais que se cae a pedazos;gracias por tan preciosa narracion de lo consuetudinario,presente en nuestros dias donde la palabra FUTURO, se autojubilo.

Marcela
23 de mayo, 2010

Qué bueno! Lucas!! Sencillamente punzante . . .me sorprendo al no sorprenderme …cuánto me acostumbro a que esto suceda!! Igual que los demás… Y entonces confirmo, que de esta vamos a salir, vamos a sobrevivir, porque…lo mismo hicieron las cucarachas, cocodrilos, iguanas…(entre otros) 🙂

Cligès
21 de junio, 2010

Sucede a diario.

la senora
24 de junio, 2010

Es real, lo de la partida de nacimiento da para 10 cuentos como estos y mas.

Estek
28 de julio, 2010

;D que risaa me diooo!! xD

Alex
18 de febrero, 2011

La triste realidad, con la primera narración ya estoy acostumbrado!! La verdad es que todo lo que se refiere a “atención al cliente” en Venezuela brilla por su ausencia.

Asombrate cuando cuando te traten bien, porque no es lo común.

Que triste decir que este tipo de actitudes sea el pan nuestro de cada día, pero lamentablememte es asi, a veces estamos en aquellos dias que amanecemos con los apellidos revueltos y provoca &%$$#%&…. en fin, tenemos que armarnos de paciencia y no contribuir con este tipo de actitudes.

Miguel Patiño Mata
28 de abril, 2011

Ja… tengo todas las barajitas y muchas más… Gracias por el mal recuerdo