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Barco hundido

Seguro Stephen King le tiene envidia al guionista de esta tercera final entre los eternos rivales de nuestra pelota.

El suspenso de estos dias supera con creces cualquier largometraje del popular escritor fanático de los Medias Rojas de Boston.

Desde temprano, los fieles al Magallanes pretendieron atormentar a los caraquistas con la confirmación de que Pablo Sandoval estaba por aterrizar en el “José Bernardo Pérez” de Valencia.

Por SMS, “pines” de Blackberrys, correos electrónicos, twitters y no sé si por señales humo, la información de que el “Kungfú Panda” había llegado al parque en un helicóptero de la policía judicial corrió como Gregor Blanco persiguiendo un fly!

Además de anunciar la presencia del temible bateador, también creyeron amenazar con Carlos Guillén quien había tomado práctica de bateo y Carlos García estaba pensando si alinearlo o no…

Ya si hubiesen mandado el mensaje informando que Johan Santana sería el abridor, a los caraquistas poco nos importaba, ya el otro zurdo había hecho el trabajo en la jornada anterior, cuando Magallanes perdió la Serie…si claro, Gustavo Chacín.

De inmediato el cliché: “se gana con hombres, no con nombres”.

Así que cuando se escuchó la voz de Play Ball en la firme garganta del principal Henry León, unos y otros, dicha sea la verdad, estábamos angustiados, concientes de todo lo que puede pasar en 9 episodios, como pasó.

El “Gran Blanco”, Grégor, enganchó el envío de Jim Brower y lo desapareció por todo el medio. Otra vez el refuerzo de los Tiburones de La Guaira era el responsable de la alegría caraquista. ¡Ehhhhhh La Guaira uh!

Inaugurada la pizarra, Luis Maza y Josh Kroeger fallaron, con dos outs vino el turno de Carlos Maldonado quien se embasó por sencillo, Celestino lo imitó, Raúl Padrón conectó doble para impulsar a Maldonado, López se quedó en tercera y luego se engomó por batazo de Jesús Guzmán que provocó pifia de Andrés Eloy Blanco. Padrón avanzó a la antesala, Corona también se enredó y vino el hombre de tercera para anotar la cuarta carrera. Guzmán se quedó en segunda esperando el remolque de René Reyes quien no pudo colaborar.

Ya la leyenda de un pitcher siniestro que empava a los suyos servía de excusa para el boquete abierto en el casco de la nave.

La presión no estaba de lado del Caracas.

Si bien 4 carreras no garantizan nada y menos comenzando el juego, el Magallanes estaba obligado a hacer por lo menos 5 y tenían que enfrentar a Jason Standrige, quien había podido someterlos en el tercero de la final, el día que tuvieron que guardar sus escobas.

El primer inning de Standrige tuvo algunas complicaciones, le dio boleto a Reegie Corona y vino Sandoval para conectar doble. La anotación siempre será esa, doble y quien no vio el juego podrá imaginarse que tratándose del “Kungfú Panda” el batazo fue contundente, pero no, fue un “podrido”, lo que pasa es que Pablo hasta cuando le da mal da hit.

Maza tomó la pelota y tiró a tercera donde Gregorio Petit concretó el segundo out y luego Michael Ryan fue dominado con rodado por primera.

En el segundo se embasó Gregor después de que falló Petit y fue pescado en intento de robo. Maza conectó rocincito para el tercer out.

Vino el segundo del Magallanes, Standrige no se vio igual que el domingo, no estaba controlando sus picheos.

Alex Escobar disparó sencillo y Andrus recibió boleto, luego vino Robinson Chirinos con batazo que provocó una jugada inolvidable, doble Play iniciado por Gregorio Petit que impidió que la Nave izara velas. Con lo que vino después, el jugadón cobró niveles épicos.

Se acercaron con dos carreras, las únicas que les permitió Standrige, finalmente el ganador, con labor de 6 completos, dos carreras, una merecida, 6 ponches y dos boletos.

Luego vinieron Julio Mañón, impecable y los Leones fabricaron otra con Maldonado abriendo con sencillo y avanzando a la “adulterina” por wild pitch, López se ponchó tirándole y apareció Jackson Melián para empujarlo con otro imparable.

Vino el relevo del valiente Orber Moreno y aunque dio una base por bolas sacó el cero sin dificultades.

En el noveno ya era notable el desconcierto y la impotencia en la cueva de los turcos. Otra vez el “Gran Blanco” conseguía embasarse, esta vez con sencillo, Maza también la puso en terreno de nadie y vino Kroeger… “¿Será que toca?” La incógnita duró segundos, el toletero, que quién sabe desde cuándo no toca, se sacrificó con éxito y movió a los corredores.

Fuera Arias vino Hernández y el castigo de Maldonado con doble que se trajo las dos de la cuenta definitiva.

Entonces, como si no era suficiente tanta emoción, las torres de luz, todas, se apagaron. Sólo quedó encendida la pizarra en la que se leía claramente Caracas 7 Magallanes 2.

Juan Carlos Gutiérrez estaba por subir al morrito cuando el JBP quedó en la tortal oscuridad. Era literalmente, el colapso eléctrico.

El día anterior se habían ido cuatro torres, esta vez fueron todas. El comportamiento de los asistentes fue ejemplar y en minutos la luz se hizo de nuevo para que el estelar cerrador terminara la historia por la vía de 1, 2, 3…

La celebración fue ilimitada, los Leones cumplieron una de las máximas que repitieron los caraquistas como un mantra: “a la tercera va la vencida”.

Y para devolver la afrenta de los dos blanqueos, se dijo que Nat Geo viene a Venezuela para documentar el extraño caso de cómo las arepas son el mejor alimento para los Leones.

Los Leones consiguieron el título número 17 y no hubo forma de no recordar al “Chico” Carrasquel.

En el estadio nadie quería irse, en muchas casas sonó hasta la madrugada el gran tema de Porfi Jiménez “Se hunde el barco… prepare la Nave que va a naufragar…” ¡ y así fue!

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