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Juego tramado, ma non troppo

No hubo round de estudio, los dos salieron al centro del ring a buscar la pelea. Gregor y Maza abrieron con hits. ¿Tocar o no tocar con Castillo? Es la final, la serie está un juego abajo, pero Hudgens no ordenó el toque, doble play, muerto el inning que pudo ser grande, Guzmán estaba out antes de llegar a la caja de bateo. Magallanes hizo una copia al carbón: dos bateadores, dos hits. ¿Tocar o no tocar con Chirinos? El almirante ordenó batear, Chirinos no bateó, el que sacó la casta fue Escobar. Magallanes 1, Caracas 0.

En el tercero a Simontacchi se le acabó el carburo, Reggie Corona nos salvó de daños mayores con una jugada de feria. Los Leones se fueron arriba dos por uno. La pelea esperada se había trabado, en fin de cuentas los dos equipos tienen una reputación que cuidar. Correspondiendo a esa fama y al momento Chirinos y Escobar, con dos palos, pusieron a Magallanes arriba 3 x 2.

Contra el sentir de la nación magallanera, Simontacchi salió para el cuarto. Uno de esos momentos del beisbol cuando todos tenemos el feeling de que una tragedia se avecina y nada se puede hacer, tampoco se puede uno morir en la víspera, hay que poner la cara. Esa premonición familiar a todo fanático del juego usualmente no falla: un golpeado, una base por bolas y Wilson Ramos en el home, sin outs. Salió el Almirante y trajo a un chamo, Manuel Álvarez. Hudgens ordenó el toque, bien, y después, gracias a Dios, cambió la seña, doble play. Parecía que la nave salía de la tormenta, que la nube negra se había disipado. Pero Carlos Maldonado vino a salvar a Hudgens, un solo swing y la tortilla se volteó de nuevo. Caracas 4, Magallanes 3. Ese era el tete a tete que Venezuela quería ver, aunque vaya arriba el Caracas.

Todavía celebraban los melenas su vuelta a la azotea cuando Elvis Andrus la sembró en las gradas. Bonifacio, ¡qué dolor de cabeza!, otro infield hit. Hudgens no sacó a Chacín, su pitcher crédito aunque para ese momento ya le hubieran dado tres jonrones. Y Reggie Corona no lo perdonó, ¡qué juego tan complicado!, y que le oyeron decir a Hudgens. Los melenas elevaban sus plegarias: Moscoso, sálvanos que Chacín no era Koufax. Pero Moscoso tampoco. Magallanes 8, Caracas 4. La nave, velamen al viento, entró en aguas más tranquilas.

Los pitchers melenas se sucedían. Sacaron a Gárate y trajeron a Cubillán para pitchearle a Elrod Andrus. La nave pego un salto, jonrón de Elrod, 12 a 4. El juego estaba en el congelador.

Pero Rafael Cova, un pitcher que debe ser hijo de Manacho, se las ingenió para despertar a todos los fantasmas que por décadas han atormentado a los magallaneros: cinco batearon, cinco se embasaron, bases llenas, una carrera. Por cierto, ¿Gregor Blanco cuando juega para La Guaira es así de bueno? Cuatro carreras, ufff. Otra vez el juego en el limbo, 12 a 8.

El beisbol no son solamente las jugadas al campo, el destino también se empeña en jugar: se lesionó, Jan Machí, el pitcher del año que dominaba a los leones, y el juego se puso chiquito, 12 a 9, y el Caracas con dos hombres en base. Entonces vino un turno de esos que es un regalo de Dios a los fanáticos del beisbol. José Castillo, la carrera del empate, contra el Kid Rodriguez. Un ponche que muy posiblemente pase a engrosar la leyenda de nuestro beisbol. Se fue el octavo, gracias a Dios, y aunque en el noveno hubo un jonrón solitario de Kroeger que puso las cosas 12 a 10, el juego en realidad había terminado con el ponche de Castillo.

Magallaneros a contener la euforia, faltan cinco partidos, todavía queda mucho por delante, recuerden al sabio de Tucupita: Un equipo nunca se ve tan malo como cuando va perdiendo ni tan bueno como cuando va ganando. Nos vemos en el universitario. Ahora solo tenemos que jugar para quinientos.

PD: ¿Por qué los comentaristas de la televisión hablan tanto?

Imagen: ABN/Américo Morillo

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