- Prodavinci - https://historico.prodavinci.com -

El milagro de Fernando Denis

Lunes de Patricia

DenisPor Patricia Lara Salive

No quiero cerrar este año con temas de violencia. Voy a hacerlo con el milagro de la poesía, con la magia con que ensarta las palabras este cienaguero, hijo de una madre de 13 años, analfabeta, a quien conoció a los 10 porque lo criaron una abuela, también analfabeta, y un padre con dos años de primaria apenas; Fernando Denis, levantado en una casa llena de primos, con patio y traspatio donde había gallinas, patos, cerdos, pavos, gatos, perros; refugiado desde su infancia en los libros que le mitigaban la soledad; Denis, quien empezó a escribir poesía a los 10 años y fue capaz, mientras en las tardes de su niñez corría por la playa, de detenerse a mirar los crepúsculos de la ciénaga para identificarlos después en la obra de Turner, pintor al que descubrió en un poema de Borges que lo llevó a buscar sus cuadros, de cuya contemplación surgió su bello libro de poesía, La Criatura Invisible en los Crepúsculos de William Turner (1997).

Pues bien, ese Fernando Denis, que de verdad se llama José Luis González, quien en su preadolescencia conoció a Shakespeare, a los clásicos y a los grandes poetas, gracias a la biblioteca que en Ciénaga tenía Rafael Caneva, un intelectual del Banco, Magdalena, que para educarle el oído lo puso a leer poesía en rima; Fernando, quien hace seis años resucitó del infierno del alcohol y dejó de caminar las calles en las noches y de refugiarse durante el día en las bibliotecas y en el café que le regalaban las bibliotecarias, acaba de publicar, con Editorial Norma, La Geometría del Agua, un libro que, como lo escribió William Ospina, uno de sus mejores amigos, es “una de las obras poéticas más notables de nuestro tiempo”.

Y ella comienza con uno de los poemas que Fernando Denis escribió en su temprana juventud: La dama de sal:

La flor del pez se oscurece.

En el reloj del agua duerme la cóncava luz que mueve sus agujas de hielo.

La espada se disuelve, su nombre convertido en una ola ya es también hierro enfadado bajo la luna de agua.

Y mientras el mar teje su museo, su colección de auroras y de noches, la dama de sal se yergue, ingrávida, y permanece inmóvil junto al abismo insondable con su leyenda:

Yo soy el mar. Y el agua va y viene con mis recuerdos.

***

No puedo concluir esta columna sin decir que no hay palabras lo suficientemente fuertes para condenar el atroz asesinato del gobernador del Caquetá, Luis Francisco Cuéllar, cometido por las Farc. Con este nuevo crimen perpetrado en momentos en que el país estaba convencido de que, por fin, ahora sí iban a liberar al hijo del profesor Moncayo, las Farc reavivaron el odio en su contra y aseguraron la reelección de Uribe, en caso de que pase el referendo. Ojalá escuchen el llamado de monseñor Castrillón: “’Alfonso Cano’, te suplico que los secuestrados sean puestos en libertad”. No les queda otro camino.

Patricia Lara Salive es narradora y periodista colombiana