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Diario: mensajes y mensajeros

No mejora el tiempo, con intermitentes estallidos de luz, que alternan con períodos nublados o de lluvias extemporáneas. En la memoria, el desastre del litoral del Estado Vargas hace una década. Cientos de muertos y extensos barrios destruidos por deslaves y aguaceros infinitos. La línea del mar retrocedió decenas de metros y la hermosa franja que iba de las montañas al mar, esa costa abrupta de Joseph Conrad, fue borrada para siempre.

Su nuevo aspecto es un paisaje fracturado y desolado en amplios sectores del recorrido. Un desastre sólo comparable a la desidia con la que la administración revolucionaria enfrentó la desafortunada contingencia. Un descuido que ya forma parte de la historia universal de la infamia.

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Por la última entrega de la revista Connaissance des Arts, me entero de una exposición organizada por el Museo del Correo de París. “De Hermes al SMS, la saga del mensaje”. Y de eso se trata, y ninguna institución más adecuada para patrocinarla, de una historia de las formas que ha adoptado el mensaje desde sus comienzos. Y, al menos para nosotros, en los comienzos fueron los griegos. Y tanta fue la relevancia que le concedieron a la comunicación, que designaron Hermes para que hiciera de cartero. Ante las previsibles deficiencias del olímpico servicio postal, el hombre inventó la escritura y se procuró los soportes que garantizaran la transmisión: tablillas de barro, papiro, pergamino, papel, mensajes de texto y el alucinante twitter. Pero aun otros medios fueron ingeniados para superar las limitaciones de los medios: palomas mensajeras, “pneus”, telégrafos, teléfonos e Internet. Pero la muestra es mucho más amplia e ingeniosa. Expresiones marginales, y dramáticas, de la comunicación han sido consideradas por los organizadores. Como los mensajes lanzados por los deportados desde los trenes; las comunicaciones cifradas; la correspondencia de guerra y tantas más. La historia de la humanidad es la historia del intercambio de mensajes. Los mensajeros, como el de Maratón, han salvado ciudades enteras. En otros casos, sus misiones los han destacado sobre el común de los mortales. Adolf Hitler, por ejemplo, fue condecorado con la Cruz de Hierro por haber cumplido, no sin riesgos, el encargo de llevar un mensaje en medio del fuego de la batalla. Hay mensajes y mensajeros. La de ellos es la historia misma de la humanidad. El mensaje es el masaje, decía un setentista Macluhan