Ayer a mediodía, durante una lectura organizada por el amigo Antonio López Ortega, sentí, de repente, la necesidad de modificar un poema escrito hace unos cinco años y ofrecer una nueva versión, que fue la que leí. Aparece en mi POEMAS DEL CUERPO Y OTROS, se llama “Profecía” y ocupa la página 34:
PROFECIA
Han pasado casi dos mil años desde
que Séneca se cortara las venas.
Nuevas religiones han venido a ocupar
la vasta geografía de lo que fue el Imperio.
La pregunta por el hombre no ha cambiado,
sólo que ahora su horizonte es vacío, sin alma.
Son tiempos difíciles, pero vendrán mejores.
Otra versión nueva, igualmente de urgencia y más literal, es del poema de Merwin que incluí en mi entrada de ayer.
JOVEN CORTANDO FLORES
De repente ha dejado de ser joven
con su ramo de flores en la mañana
radiante la fragancia sale de ellas
como si estuvieran aún en el tallo
donde abrieron a la luz de la mañana
donde sin ser visto el tordo en algún
lugar continúa cantando su canto
inmaculado al día de las flores
y mientras el joven se mantiene allí
sosteniéndolas el frío rocío se desliza
hasta su mano en esta hora precisa
de sus vidas es la mano del joven
que las encontró apenas esta mañana.
Merwin es tan conocido por su poesía como por sus traducciones. Las ha hecho del castellano, del portugués, del francés. Y del chino, como se puede apreciar en “Joven cortando flores”, que habría sido del agrado de los grandes poetas de la dinastía Tang.