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Diario: Alegorías y TS’AI LUN

Una mañana claramente luminosa la de hoy, la primera en mucho tiempo. Cielos azules y buen clima, señales de tiempos mejores. Los signos que a diario nos presenta el cosmos, como los del sueño, con siempre alegóricos. O sea, que al decir una cosa a menudo os están diciendo otra. “Una verdad oculta bajo un bello engaño”, es la definición e alegoría que nos dejó Dante en El convite.

Y en una de sus cartas del destierro, la más conocida de todas, la dirigida a Can Grande de la Scala de Verona, vuelve sobre el tema: “El nombre alegoría procede del adjetivo griego alleon, que en latín significa extraño o distinto”. Poco después, en la misma comunicación, revela los dos sentidos en que debe entenderse la Divina Comedia: “El asunto de toda la obra, en sentido literal, es simplemente el estado de las almas después de la muerte, pues todo el desarrollo de la obra gira alrededor de este tema. Pero si consideramos la Comedia en su sentido alegórico, el tema es el hombre sometidos, por los méritos y deméritos de su libra albedrío, a la jusicia del premio y el castigo”. De la misma manera que la Comedia, el cielo también es una enorme alegoría, la más vasta de todas, con mucho de extraño y distinto. Leer, en su sentido alegórico, la escritura celeste fue una profesión que se tuvo en alta estima guante la Antigüedad y el Renacimiento. Sus nombres, pronombres y adjetivos están allí para el que sepa leerlos.

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FERGUSON Y TS’AI LUN

Pero no es sobre las alegorías que me propongo escribir este primer domingo del último mes del año, mientras escucho la preciosa voz de Maria Cristina Kier. Sino sobre Ts’ai Lun, el mítico inventor del papel. Y lo hago estimulado por las ilustraciones que utiliza el profesor Naill Ferguson en sus cursos de Harvard sobre “Sociedades del mundo”. El objetivo es tratar de explicar porqué China se “quedó atrás”, cuando Occidente se desarrollaba. El de las ilustraciones es un regalo del querido amigo y presidente vitalicio de la S.I.A.F. (Societé Internationale d’Amis de Ferguson) . El profesor, de origen escocés, por supuesto, trata de responder la pregunta de porqué China, a pesar de las ventajas con que contaba, no fue capaz de un desarrollo sostenido. Entre otras ventajas, conocían el uso de la pólvora, de la rueca, de la brújula, el reloj y el papel. La historia del papel es la más apasionante, y nos afecta, de manera especial, a los que hemos hecho la vida alrededor del maravilloso material, producto de las necesidades y la imaginación de Ts’ai Lun, el visionario eunuco a quien le debemos su invención.

Hasta hace poco, digamos unos cincuenta años, lo cual no es computable en China, todos los estudiantes chinos de primaria estaban familiarizados con una frase: “Ts’ang Chieh inventó los ideogramas y Ts’ai Lun inventó el papel”. Ts’ai Lun era un funcionario en la corte del Imperio Celeste del siglo II, que vino a resolver ,en el año 105 dC., las limitaciones de una escritura que tenía como soporte la pesada e incómoda superficie de los tallos de bambú. Como un homenaje al genio de Ts’ai Lun, al cual debo buena parte de las mejores gratificaciones de mi vida, mañana pienso reproducir su biografía tal como la redactara, en siglo V AD, el gran escriba Fan Yeh.