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Diario: Las oleadas de Carlota Pérez

087D1VIZ001_1El sábado, patrocinada por el Grupo Inocente y otras OMG (Organizaciones Meta Gubernamentales), una clase magistral de la profesora venezolana Carlota Pérez, investigadora de la Universidad de Cambridge y consultora internacional. Su apasionante intervención fue la actualización de una tesis que ha venido sosteniendo desde hace años, de vigencia intachable, y que fue recogida en su influyente libro publicado en 2002 en inglés y en 2004 en castellano con el título, no demasiado atractivo, TECNOLOGICAS Y CAPITAL FINANCIERO. La dinámica de las grandes burbujas financieras y las épocas de bonanza.

Se trata de una novedosa interpretación de las andanzas de la economía occidental, y ahora globalizada, durante los últimos doscientos y tantos años. A partir de 1750, para ser más exactos, y hasta el sol incierto de hoy. El resultado es fascinante, como son siempre fascinantes los intentos de predecir, de vaticinar lo que todavía no ha ocurrido. Una actividad que se cuenta entre las más arriesgadas. Tal vez por su propia naturaleza de “ciencia-no-científica”, a la economía, más que a cualquier otra disciplina, se le exige que nos revele que es lo que va ocurrir en el futuro más o menos inmediato. No es frecuente, en una conferencia sobre cáncer de mamas o la leucemia, por ejemplo que esperemos del especialista que nos aclare cuál va ser el tratamiento de la enfermedad en los próximos años. Los médicos ya no son los videntes-chamanes de la tribu. Le profesan demasiado respeto al método científico como para aventurarse en predicciones y profecías. Con la economía y los economistas parece ocurrir lo contrario. Durante los últimos diez o veinte años, se ha reforzado la tendencia a esperar de los especialistas no sólo el exhaustivo y, siempre difícil, análisis de las condiciones actuales de la economía, como lo hacían Engels o Keynes. Ahora lo que se premia, y remunera, es la capacidad, siempre incierta, avizorar, primero que nadie, las condiciones del porvenir inmediato. El prestigio del economista, en estos días, se basa en el average de ciertos en sus predicciones, así como el del beisbolista se establece en base a sus batazos inatrapables. Del experto en ciencias económicas ahora pedimos no sólo que sea sabio sino, y sobre todo, que sea adivino. Con lo impredecible de las actuales condiciones económicas, no quisiera estar en sus zapatos, no importa las gratificaciones materiales. El oficio de adivino siempre se cuenta entre los más peligrosos. En poblaciones de la Polinesia, hasta hace unos 150 años, la vida de los profetas dependía del acierto de sus predicciones. Se dice que ninguno disfrutó de una larga existencia.

La profesora Carlota Pérez, por fortuna, no pertenece a esa raza de profetas efímeros. Sus teorías son más sensatas y mejor fundadas. Como son todas las tesis que encuentren sus fundamentos más allá de los titulares de Financial Times o los artículos de The Economist. Desde temprano en su libro nos dice que sus análisis son considerados “dentro de una perspectiva interdisciplinaria amplia trascendiendo las fronteras de la economía”. Y en esto radica, al menos en parte, la fascinación de su propuesta. El que no mira para atrás no puede ver hacia delante. Para explicar el surgimiento de lo que llama las revoluciones tecnológicas, la profesora Pérez, ha propuesto una “Teoría de las oleadas”. Son cinco las revoluciones tecnológicas que reconoce desde 1770. A saber: la Revolución Industrial; la Era del vapor y los Ferrocarriles; la Era del Acero, la Electricidad y la Ingeniería Pesada; la Era del Automóvil, el Petróleo y la Producción en Masa, y la Era de la Informática y las Telecomunicaciones. Cada una de estas revoluciones se presentaría en forma de oleada e implica un cambio de paradigma. Cada oleada, a su vez, tiene dos períodos distintos. El primero es el de “instalación” y el segundo el de “despliegue”, y, entre ambos, un breve espacio de reacomodo. En la primera mitad, siempre la más agresiva, se presenta la lucha de lo nuevo contra lo viejo; el desmantelamiento del marco institucional; la exaltación del individualismo y el auge de la “destrucción creadora”. En la segunda mitad, se restituye la responsabilidad colectiva, se reactiva el rol del Estado y se gesta la próxima oleada. Cada una suele tener una duración de 20-30 años y, en total, cada oleada se lleva de 40 a 60. La tesis de la profesora Pérez, cuya claridad expositiva es sólo comparable a la claridad de su estilo, lo cual, hablando de economistas debe entenderse como una bendición, es, por supuesto, mucho más compleja y sofisticada. El modelo implica un desplazamiento pendular, que va del período de instalación al de despliegue, hasta que esté lista la próxima oleada.

Al escuchar la apasionante exposición se me ocurrió, y así se lo dije al prof. Pérez, que su modelo de interpretación de las revoluciones tecnológicas, se inscribe en el modo más amplio que ha determinado las formas expresivas del espíritu en Occidente. Que siempre ha sido bipolar, con un desplazamiento que emula al del péndulo y que va de lo anteclásico o romántico a lo clásico para recomenzar una vez que se presenta una nueva sensibilidad que requiere de una nueva expresión. El cambio de sensibilidad es lo que produce las revoluciones que ha conocido la historia. En sus dos primeros movimientos el péndulo de la sensibilidad occidental produjo estos momentos:

ROMANTICISMO: Grecia Presocrática: Un período de “destrucción creadora; los viejos dioses comienzan a ser cuestionados; la filosofía es una intuición individual; la “lucha contra lo viejo” es un signo de los tiempos. Es el primer período anti-clásico. La época de Heráclito, Empédocles, Zenón.

CLASICISMO: Grecia Helénica. Superación del individualismo, énfasis en la polis y los “intereses colectivos”. Activación del “rol del Estado”. Triunfo del espíritu clásico. Esquilo, Sófocles, Pericles.

Y, desde esos momentos originarios han seguido, siempre con desplazamientos pendulares, la Grecia Alejandrina-Roma; Edad Media-Renacimiento; Barroco-Ilustración; Romanticismo-Modernidad. Y así.

Foto: elcorreodigital