Artes

Philip Roth

Por Alfredo Tarre Vivas | 14 de noviembre, 2009

Desde Berlín

DibujoPor Alfredo Tarre Vivas

Abrazar a tu héroe en su destrucción, sin embargo – dejar que su vida ocurra dentro de ti cuando todo está tratando de disminuirlo, imaginarte a ti mismo en su mala suerte, implicarte no en su ascenso mecánico, cuando es el punto fijo de tu adulación, sino en la confusión de su caída trágica- bueno, en eso vale la pena pensar*

Philip Roth, ‘American Pastoral’

Un día después de haber terminado la nueva novela de Philip Roth, ‘The Humbling’, leí mientras trabajaba que al novelista le habían otorgado el premio literario del periódico Die Welt. Me alegró la coincidencia ya que mientras terminaba el artículo acerca de Lars von Trier se me había ocurrido seguir la serie de artistas trágicos y quién mejor para continuar que Roth.

Este año se han cumplido cincuenta años de la publicación de ‘Goodbye, Columbus’, su primer libro, y ‘The Humbling’ es su trigésima novela. Philip Roth ha logrado en vida algo que muy pocos escritores alcanzarán vivos o muertos: se ha convertido en un indiscutible clásico. Después de haber pasado treintaicinco años siendo un escritor muy conocido pero no obstante de segundo o tercer nivel, a partir de 1995 con la publicación de ‘Sabbath’s Theater’ y luego con la excepcional trilogía americana (‘American Pastoral’, ‘I Married a Communist’ y ‘The Human Stain’), se aseguró un puesto en la pléiade de novelistas del siglo XX. Entre los incontables reconocimientos que se le han otorgado, vale la pena destacar los dos más significativos: la publicación de sus obras completas por The Library of America (primer autor que recibe este honor en vida) y la plaza que lleva su nombre en su ciudad natal, Newark. No me deja de asombrar, y digo ‘asombrar’ a falta de mejor palabra que explique un sentimiento de total estupefacción, que esas cuatro novelas hayan sido publicadas en un espacio de cinco años. Claro que lo que ha venido después mantiene un altísimo nivel, sobre todo ‘The Plot Against America’, pero muy pocos escritores escriben en toda una vida lo que el de Newark escribió en cinco años. ¿Cómo lo ha hecho? Esta pregunta se la han hecho novelistas, críticos y amigos por igual. Saul Bellow, amigo y gran influencia de Roth, expresaba su impresión no sólo acerca de la calidad de las novelas a partir de 1995, sino acerca del hecho que publicara una tras otra (entre ‘American Pastoral’ y ‘I Married a Communist’ pasó sólo un año), ‘me gustaría poder entenderlo’, confesó a un periodista.

La única respuesta lógica es que desde 1989, año en el que después de haber pasado una larga temporada viviendo entre Europa y Estados Unidos, volvió definitivamente a su país natal y se mudó a una casa aislada en Connecticut en la que según él mismo confiesa no hay nada que lo distraiga y no hace más que releer a sus autores preferidos y escribir.

Me ha sido muy difícil encontrar el ángulo para escribir este artículo. Una obra muy extensa de la que he leído mitad (la mejor mitad) y releído un cuarto (el mejor cuarto), de una temática densa y difícil de abarcar en pocas páginas; eso sumado a mis limitaciones ha hecho de la planificación de este escrito una auténtica pesadilla, todo lo contrario a lo que pensé que sería escribir acerca de un novelista al que disfruto como a pocos. Pensé en concentrarme exclusivamente en la última novela, que bien podríamos llamar novella, ya que se lee en una sentada, pero me pareció que dejaría por fuera la parte de la obra que más me interesa. Creo que lo mejor sería dividir la obra de Roth de manera harto arbitraria en dos categorías respondiendo a la temática principal, hablar de algunas de las novelas de cada grupo y finalizar ubicando y reseñando la última.

Los dos grupos que saltan a la vista son el de las novelas en las que la muerte tiene un rol protagónico y aquellas cuyo motor es la influencia de la Historia en los personajes. En el segundo renglón colocaría a la trilogía americana y ‘The Plot Against America’ y en el primero a todas las demás. En los dos grupos el autor se guía además por la idea citada como épigrafe en este artículo ya que, sin excepción, las novelas describen a sus protagonistas en el momento de la caída trágica.

El ensayo será publicado en dos partes. En esta entrega escribiré acerca de las novelas históricas y en la próxima acerca del otro grupo al que pertenece la última publicación.

En una de las escenas más conmovedoras de ‘The Plot Against America’, la última novela ‘histórica’ de Roth – que relata con increíble verosimilitud qué hubiera podido pasar en Estados Unidos si los republicanos hubieran elegido al famoso aviador Charles Lindbergh, fascista confeso y portador de la Cruz de Servicio del Aguila Alemán otorgada por orden del Führer a extranjeros por servicios prestados al Tercer Reich, como candidato contra Roosevelt en las elecciones presidenciales de 1940, saliendo de éstas como indiscutible vencedor – el padre del pequeño Philip (el mismo Roth a los ocho años, desde cuya perspectiva leemos la historia) regresa de visitar a su sobrino que convalece en un hospital militar en Canadá después de haber perdido una pierna en la guerra. El hombre lleva una noche sin dormir y le cuenta a su esposa y a sus dos hijos lo que vio en el hospital, les cuenta que Alvin, su sobrino, está destruido, ha perdido muchísimo peso y no quiere seguir viviendo. Cuenta cómo hizo todo lo posible para animarle y subirle la moral, pero en el medio de su recuento se queda callado y luego dice que después de haber pasado momento ahí, viendo lo que le rodeaba, decenas de muchachos mutilados… El padre deja la oración por la mitad y comienza a llorar. Su esposa trata de reconfortarlo diciéndole que está cansado, que mañana estará mejor, y le hace una señal a los niños para que se vayan a sus cuartos. En ese momento el padre, apoyado en la madre, continua llorando desconsolodamente…

“…llorando como un bebé abandonado y al mismo tiempo como un hombre siendo torturado – porque no tenía poder para parar lo imprevisible. Y como la elección de Lindbergh no hubiera podido dejarme más claro, el desenlace de lo imprevisible lo era todo. Volteado de manera incorrecta, el implacable imprevisto era lo que nosotros niños estudiábamos en la escuela como ‘Historia’, la inofensiva historia, en la que todo lo inesperado en su propio tiempo es reportado en la página como inevitable. El terror de lo imprevisible es lo que esconde la ciencia de la historia, convirtiendo al desastre en épica.”**

“Recuperar el terror de lo imprevisible que la ciencia de la historia esconde es lo que busca Roth en sus novelas, devolverle el carácter mundano a la épica, porque como reflexiona el padre más adelante, “La historia es todo lo que pasa en todas partes. Incluso aquí en Newark. Incluso aquí en la avenida Summit. Incluso lo que le pasa en su casa a un hombre común – eso también será historia algún día.”***

En la trilogía americana, así como en la novela citada, ésa parece ser la intención de Roth. En ‘American Pastoral’ nos describe los efectos que tiene en una familia aparentemente ideal el eslogan repetido por extremistas hasta el cansancio durante los años sesenta: “Bring the war home!” La guerra la trae una niña de dieciséis años a un pueblo rural a una hora de Newark en forma de una bomba con la que vuela el abasto que hace de oficina postal y asesina a un médico que casualmente había parado a comprar estampillas en el momento menos indicado. La novela trata la descomposición de una familia, de una ciudad y de una sociedad. La historia familiar de los Levov, con su ‘mindless ascendancy’ y su caída trágica, ocurre a la par de la caída de Newark, una de las ciudades más devastadas por la crisis social sufrida a finales de los años sesenta en Estados Unidos, el fin del idilio americano.

La novela marca el regreso de Nathan Zuckerman, célebre novelista protagonista de varias novelas de Roth, que por última vez había aparecido en ‘The Counterlife’ en 1986. Zuckerman, un hombre sin escrúpulos, detestado por su familia por su manía de novelar las historias más íntimas de sus parientes, aborrecido por la comunidad judía, que lo comparó a Goebbles cuando publicó su primer cuento, por su manera de representarla en sus historias, desheredado por su padre juntos antes de morir, provocador, irreverente, vuelve en ‘American Pastoral’ cambiado, visiblemente afectado por las peores consecuencias de un cáncer de próstata. Impotente e incontinente, aislado voluntariamente de casi todo contacto humano, vuelve a Newark al quincuagésimo aniversario de su promoción de bachillerato en el que se ve inevitablemente conmovido por lo que ve. Pero la novela, a diferencia de las otras narradas por Zuckerman en el pasado, no se centrará en él ni en su familia. En el aniversario se encuentra con Jerry Levov, un compañero de escuela, el hermano de Seymour ‘Swede’ Levov, ídolo deportivo de la infancia, personificación del sueño americano, que años atrás había citado al novelista porque aparentemente tenía algo que contarle, quería hablarle de su padre que había muerto poco antes, para que el novelista le escribiera una elegía. El encuentro resultó completamente estéril y Zuckerman llega a la conclusión de que hay gente que no tiene nada que contar. Pero hablando con Jerry se da cuenta de que el Swede no había contado su historia no porque no la tuviera, sino porque no había podido. Conversando con el hermano, se entera de que el Swede acaba de morir y en pocos minutos escucha la historia que el difunto no le había podido revelar, la historia de la bomba.

Se dice que Zuckerman le funcionó a Roth como via de escape, que en voz de Nathan se atrevió por primera vez a escribir con libertad, evadiendo en cierta forma la responsabilidad de lo que escribía. El provocador, el irreverente, el misógeno, todos esos adjetivos podía el novelista desviarlos hacia su alter ego. En ‘American Pastoral’ Roth se libera del viejo Zuckerman. Por primera vez el narrador admite desde el principio de la novela que lo que va a contar es su versión de la historia partiendo de los diez minutos de conversación que mantuvo con Jerry Levov. Recogiendo los pocos detalles que pudo captar en esos diez minutos, haciendo un viaje imaginario a las entrañas de su héroe de infancia y al núcleo de su familia en via de descomposición, el novelista desarrolla una historia maravillosa, en la que el mismo narrador confiesa su posible distancia con los hechos reales. Eso al lector le importa poco, lo importante es que la historia perfectamente hubiera podido ser así.

En ‘I Married a Communist’ y ‘The Human Stain’ el enfoque es parecido. Una vez más partimos de una historia personal que termina describiendo la realidad de toda una era de la historia reciente de Estados Unidos. Me voy a permitir algunas palabras acerca de la primera porque aunque sería difícil argumentar que es la mejor de las tres, sí es probablemente la que más me ha gustado. Roth describe como la cacería de brujas de los años cincuenta acaba con la vida de otro de sus héroes de infancia, el actor de radio Ira Ringold, su vecino y el hermano de su maestro de literatura en la escuela. La historia la cuenta en gran parte el hermano de éste, Murray, con el que Zuckerman se encuentra por casualidad en la universidad vecina a la cabaña en la que vive separado del mundo. La novela se divide entre las conversaciones con el viejo Murray y los recuerdos de infancia del novelista, historias que en muchos puntos se unen ya que los hermanos Ringold fueron figuras importantes en la infancia de Nathan. Una gran novela acerca de la locura de los primeros años de la guerra fría en Estados Unidos, de la era McCarthy, es también la conmovedora historia de un adolescente descubriendo la vida adulta, el terrible poder de los ideales y la grandeza de la literatura. Roth consigue en esta novela un balance que no es fácil encontrar en las otras (con la excepción de ‘The Plot Against America’), el balance entre lo trágico y lo entrañable, la esencia de cualquier historia, ya sea realidad o ficción. La relación entre el joven Zuckerman y su ídolo, un personaje excepcional, es verdaderamente conmovedora. Ira es una bestia, un hombre inmenso y multifacético, tierno y brutal, que establece una relación con el niño/joven que le saca su mejor lado. Pero Zuckerman crece y se va a la universidad, y poco a poco se va alejando de las enseñanzas que le había dejado su ídolo en su mejor momento.

Decía antes que la novela tiene también un lado de ‘Bildungsroman’ y las páginas que describen el encuentro del joven escritor con su excéntrico profesor universitario, Leo Glucksman, son una genial descripción de la introducción de un joven al mundo de las letras, del momento en el que descubre la esencia de la literatura, la importancia de la contradicción, de los matices, de la incompatibilidad de la literatura con cualquier agenda política. El aprendiz de escritor que había llegado a la universidad con una concepción muy bien intencionada de la literatura como forma de instrumento social, de ayuda al hombre común, tiene que escuchar como su apasionado profesor lo impreca:

“‘No tienes que escribir para legitimizar el comunismo y no tienes que escribir para legitimizar el capitalismo. Estás fuera de los dos. Si eres un escritor, estás tan desvinculado de uno como del otro. Sí, ves diferencias, y claro que ves que esta mierda es mejor que esa mierda, o que aquella mierda es mejor que esta mierda. Tal vez mucho mejor. Pero ves la mierda. No eres un funcionario del gobierno. No eres un militante. No eres un creyente. Eres alguien que lidia de una manera muy distinta con lo que pasa en el mundo. El militante introduce una fe, una gran creyencia que cambiará el mundo, y el artista introduce un producto que no tiene puesto en el mundo.'”****

Si quieres rebelarte contra la sociedad, le dice más adelante, escribe bien. Si quieres defender una causa perdida, defiende la causa de la palabra.

Sumergido en este nuevo ambiente académico, descubriendo a todos los grandes autores, y lejos de casa, Zuckerman prácticamente olvida a Ira y es por eso que la historia detallada de su caída la oye más de cincuenta años después de boca de su hermano Murray, que durante unas cuantas largas noches de amena conversación le cuenta lo que siempre había querido contarle a alguien, pero que a esas alturas no puede porque ya toda la gente a la que hubiera podido interesarle ha muerto. Una historia de fanatismo político, de traición, de mentiras e indignación, y sobre todo de cómo los eventos de una era pueden acabar con cualquier persona.

Me frustra mucho releer lo escrito y darme cuenta de todo lo que he dejado por fuera. No puedo hacer más que recomendar enérgicamente la lectura de estas novelas. Me duele en particular haber obviado ‘The Human Stain’, un novela que además de tratar el tema del racismo en la sociedad americana y de las secuelas de la guerra de Vietnam, también trata, ambientada en la época del escándalo Lewinsky, el problema de la doble moral, de la hipocresía frente a todo lo relativo al sexo, de la estupidez de lo políticamente correcto, de las maravillas de la Viagra…

En la próxima entrega trataré aquellas novelas que se centran en la relación de los personajes con la muerte. Como ya he dicho, ‘The Humbling’, publicada hace algunas semanas, es una de ellas.

**********

* To embrace your hero in his destruction, however – to let your hero’s life occur within you when everything is trying to diminish him, to imagine yourself into his bad luck, to implicate yourself not in his mindless ascendancy, when he is the fixed point of your adulation, but in the bewilderment of his tragic fall – well, that’s worth thinking about.

** “…crying like both a baby abandoned and a man being tortured – because he was powerless to stop the unforeseen. And as Lindbergh’s election couldn’t have made clearer to me, the unfolding of the unforeseen was everything. Turned wrong way round, the relentless unforeseen was what we children studied as ‘History,’ harmless history, where everything unexpected in its own time is chronicled on the page as inevitable. The terror of the unforeseen is what the science of history hides, turning disaster into an epic.”

*** “History is everything that happens everywhere. Even here in Newark. Even here on Summit Avenue. Even what happens in his house to an ordinary man – that’ll be history too someday.”

**** “‘You don’t have to write to legitimize Communism, and you don’t have to write to legitimize capitalism. You are out of both. If you are a writer, you are as unallied to the one as you are to the other. Yes, you see differences, and of course you see that this shit is better than that shit, or that that shit is better than this shit. Maybe much better. But you see the shit.You are not a government clerk. You are not a militant. You are not a believer. You are someone who deals in a very different way with the world and what happens in the world. The militant introduces a faith, a big belief that will change the world, and the artist introduces a product that has no place in that world.'”

Alfredo Tarre Vivas 

Comentarios (5)

Alejandro
14 de noviembre, 2009

Muy buen articulo. Y comparto las palabras y el juicio sobre I Married a Communist.

Felicitaciones.

Yajaira
14 de noviembre, 2009

A propósito del extraordinario artículo de Alfredo, con respecto a Philip Roth, cuyos libros hay que salir a comprar, no sólo por la temática que es fascinante, la irresponsabilidad de haber olvidado aun autor como Roth , que siempre podemos de subsanar y como en todo ,y sobre todo, por el entusiasmo de Alfredo que es contagiante. Quizás por esa mirada de un singular observador , como Alfredo, un cineasta fresco e irreverente ,que no quiere dejarnos sólo con la movida neuronal ni con el ego del texto realizado. Coherente es Alfredo con lo que cita, en la que nos recuerda el papel del artista , sea cual sea el formato Herzlichen Glückwunsch, wo ist der nächste?

C.J.
14 de noviembre, 2009

Buen artículo para introducir parte la obra de este grandísimo escritor. Servirá también para animar a quienes no lo han leído a que de inmediato den remedio a esa tara. Cada vez disfruto más tus artículos. ¿Tienes twitter?

Alfredo
16 de noviembre, 2009

Muchísimas gracias por los comentarios. Respondiendo a tu pregunta C.J., no, no tengo Twitter. Yajaira, la segunda entrega aparecerá esta semana. Espero que también la disfruten. Saludos,

Jose el Negro
17 de noviembre, 2009

Me ha gustado el artículo Pex. Eso si, me parece que para poder seguirlo sin aburrirse, se necesita conocer bastante bien la obra de Roth. Lamentablemente sólo conozco “La conjura contra América” la cual englobaste en el bloque de novelas históricas. Me pondré manos a la obra para estar al dia y poder disfrutar un poco más de este y del próximo artículo. Sigue dándole duro!!

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