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Por Rafael Osío Cabrices
Sinar Alvarado nació en Maracaibo pero podría decirse que es tanto venezolano como colombiano. De hecho, ha alimentado su fructífera carrera periodística en ambas naciones, publicando en El Nacional, Soho, Gatopardo y muchas otras publicaciones periódicas. Es una de las voces más sólidas en la nueva camada de cronistas del continente, como es evidente en su libro Retrato de un caníbal (Debate), su reportaje sobre el “comegente” del Táchira que ganó en 2006 el premio Random House Mondadori/Banco de Venezuela al periodismo de investigación.
Hay diarios cerrándose en todo el mundo. En EEUU se perdieron 35.000 empleos en los medios por la recesión; fue uno de los sectores más golpeados. ¿Se muere el periodismo tal como lo hemos conocido hasta ahora?
Se muere sin duda alguna, pero lo hace para transformarse, para convertirse en otra cosa que, de momento, seguiremos llamando periodismo. En tiempos de cambios tan drásticos y acelerados sería ingenuo pretender que el periodismo siga inalterable. Más que ingenuo, creo yo, sería indeseable. Una disciplina cuya esencia es libre, dúctil y abierta difícilmente podría permanecer ajena al ambiente de evolución que la rodea. Por otro lado es natural que nuestro oficio corra riesgos, sufra bajas, viva pérdidas y ganancias durante este proceso de transformación. y nosotros, quienes hacemos periodismo, obviamente tendremos que adaptarnos, cada uno en su tarea, y juzgar de qué manera seguiremos trabajando sin desorientarnos demasiado.
Entre tanto, en América Latina, el tema más público en torno a los medios es la lucha entre éstos y los gobiernos del eje chavista. ¿Hasta qué punto tienen razón estos regímenes sobre los medios, y hasta qué punto tiene la razón la SIP en sus argumentos de defensa?
Es cierto que los medios están siendo usados con fines políticos, pero eso siempre ha sido así. Es imposible ejercer periodismo, trabajar publicando noticias sobre la vida de un país y no tocar la balanza que equilibra el poder. Los gobernantes del llamado eje chavista o pecan de inocentes ante este fenómeno (que lo dudo), o simplemente sobreactúan y se victimizan. Además los medios, como todo el mundo, tienen sus intereses, y es apenas lógico esperar que los defiendan cada vez que los ven amenazados.
Tú has hecho tu carrera en torno a la crónica, un género muy importante tanto en el periodismo como en toda la literatura hispanoamericana, al que se ha dedicado mucha reflexión y mucho encomio en los últimos años. ¿Ha ganado la crónica algo más de espacio, y sobre todo, ha obtenido respaldo de los lectores, no sólo de la Fundación para el Nuevo Periodismo Iberoamericano de García Márquez?
No tengo mediciones ni cifras que sustenten esta tesis, pero sí creo que la crónica como género ha ganado lectores en años recientes, aunque no tantos como quisiera. La razón es simple: ahora existen algunas revistas que antes no había. En todo caso estoy entre quienes insisten en ejercer este tipo de periodismo, aunque siga siendo, como es ya tradición, un asunto de élites (intelectuales o de criterio, no económicas).
Foto: María Elisa Duque
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