- Prodavinci - https://historico.prodavinci.com -

Fundación para la Cultura Urbana: nueve años haciendo ciudad

FCULa Fundación para la Cultura Urbana (FCU) cumple nueve años trabajando los temas de ciudad. A propósito del onomástico, el periodista Hugo Prieto le realizó una entrevista a Herman Sifontes y a Rafael Arráiz Lucca. Queremos aprovechar la oportunidad para informarle a nuestros lectores que hemos renovado el acuerdo de intercambio de contenido con la Fundación así como también hemos acordado la elaboración de proyectos conjuntos que anunciaremos a su debido tiempo. A continuación publicamos la entrevista en la que se abordan temas de ciudad, educación y la relación entre lo público y lo privado.

Por Hugo Prieto

Herman Sifontes y Rafael Arráiz Lucca tienen en común la creación y el desarrollo de la Fundación para la Cultura Urbana, cuyos inicios se remontan a septiembre de 2000. Ha sido una travesía, que en cinco áreas de trabajo (fotografía, arquitectura y urbanismo, producción editorial y comunicacional audiovisual) han marcado una profunda huella en el quehacer cultural y social de Venezuela.

Sifontes es el Presidente Ejecutivo del Grupo de Empresas Econoinvest y Rafael Arráiz Lucca preside la Fundación para la Cultura Urbana. A partir de 2001 encabezan un proyecto de responsabilidad social empresarial que sirve de puente entre sectores académicos y autoridades de elección popular (alcaldes y gobernadores) para hacer de la ciudad el “gran tema político” de los venezolanos.

Desde un comienzo, las ideas que impulsan se adscriben a una experiencia que tuvo en la ciudad de Curitiba (Brasil) un desarrollo singular en manos del alcalde Jaime Lerner. Pero, también, cuenta la experiencia del ex alcalde de Bogotá, Enrique Peñalosa o del renovador de Barcelona, Oriol Bohigas. Se trata de poner en marcha proyectos sustentables en materia de urbanismo, transporte público, movilidad y seguridad ciudadana. Sifontes sostiene que este principio es fundamental en un país, cuyas cuentas fiscales son altamente sensibles a coyunturas foráneas. El debate tiene que ser amplio y de voces diversas para que se traduzca en políticas públicas sin exclusiones.

La idea de definir una nueva relación entre lo público y lo privado es una necesidad acuciante en Venezuela y en otros países del mundo, a raíz de cambios institucionales y nuevas realidades, que además se percibe como propuestas complejas, no exentas de incertidumbre. ¿Qué visión tienen ustedes?

Herman Sifontes: Así como en el año 29 del siglo XX hubo que crear un nuevo mundo, con instituciones que no existían, en el cual lo público y lo privado prácticamente se fusionan, esta nueva crisis que se genera a raíz del colapso financiero de las instituciones de Estados Unidos, obliga a repensar el mundo, que viene transformándose a una velocidad acelerada, a partir de los años 80, con la incorporación de las nuevas tecnologías a los procesos productivos. Esta crisis obliga a replantearse las relaciones entre el Estado y la sociedad y entre el Estado y las empresas.

Rafael Arráiz Lucca: Si ves el panorama de las fundaciones privadas en Venezuela, adviertes que hay un reconocimiento público a su trabajo. En apenas ocho años, y a partir de cinco áreas –colección de fotografía, arquitectura y urbanismo, sello editorial– hemos hecho un trabajo que es reconocido y eso nos enorgullece, porque no ha sido fácil desarrollar este tipo de iniciativa. Hemos establecido alianzas con otras organizaciones que son muy interesantes para la proyección de la fundación y de otros intereses de Econoinvest. Es el caso de Prodavinci, un medio interactivo que abrió sus puertas recientemente. La fundación también tiene vínculos con el programa de responsabilidad social empresarial del Grupo de Empresas Econoinvest, liderado por su casa de bolsa y por Seguros Carabobo.

Caracas se ha convertido en una ciudad apocalíptica. Es uno de los temas con el que la fundación establece vínculos con la gente. ¿Sus propuestas se han convertido en aportes para la ciudad? ¿Han tenido incidencias públicas, privadas o gubernamentales?

H.S: Hemos cubierto nuestras expectativas originales, en el sentido de que abrimos un espacio para el debate en torno a los problemas urbanos más urgentes: transporte público, espacios urbanos e inseguridad. A lo largo de ocho años hemos creado una gran plataforma para el debate y, como decía Rafael, allí confluyen muchas instituciones. Nosotros formamos parte de una gran red de gente que le interesan estos temas. Con la Escuela de Urbanismo de la Universidad Central de Venezuela tenemos un programa de coediciones y reuniones periódicas que se realizan en Boston. Al igual que con la Escuela de Urbanismo de la Universidad del Zulia, con la Universidad de Los Andes y organizaciones ciudadanas que participan, permanentemente, en las actividades de la fundación. De todas esas actividades llevamos una bitácora que muestra cómo se amplían las redes y, a su vez, el debate. En las recientes elecciones de gobernadores y alcaldes (23–N) vimos, con mucha satisfacción como una serie de temas vinculados a la ciudad y a lo urbano empiezan a manejarse con un lenguaje común. Es otra señal de que vamos en la dirección correcta. Pensamos que tuvimos alguna influencia en ese sentido. Hay que darle mayor continuidad y difusión a ese trabajo.

El sello editorial ha difundido experiencias urbanas y reflexiones sobre la ciudad a partir de una amplitud de miras notable. ¿Hay un proyecto editorial mucho más amplio detrás de los títulos que se han publicado?

R.A.L: Los proyectos editoriales, forzosamente, se hacen a lo largo del tiempo. Nuestro programa de coedición con la Facultad de Arquitectura de la UCV, por ejemplo, llega este año a seis títulos. ¿Por qué ha sido así? Porque los libros, efectivamente, se publican, se distribuyen y están bien hechos. Tenemos un programa similar con la Universidad de Los Andes y con la embajada de España llegamos a publicar seis títulos. Es una tarea ardua, en la que hemos ido alcanzando el éxito. El prestigio es algo que se construye día a día. Quisiera mencionar, como un factor relevante, el Premio Anual Transgenérico de la Fundación. Esto quiere decir, y en Venezuela es algo que pasa muy poco, que ocho veces se han publicado los títulos premiados por el jurado, pero también aquellos que han sido objeto de recomendación. Hemos construido un sello editorial variado, en el que predominan dos áreas de investigación: el tema urbano y de la ciudad, propiamente dicho, y la indagación sociológica de Venezuela como una sociedad de inmigrantes. Se han publicado cinco entregas de entrevistas y en el horno hay cinco títulos adicionales. Es un proyecto de 20 títulos en los próximos cuatro años. Los fondos editoriales se van decantando, pero eso no quiere decir que descuidemos otras áreas, como la poesía o la ficción.

H.S: En el área novelística respaldamos, junto con la editorial Norma y el Pen Club, la convocatoria al premio bienal Adriano González León, que va por su tercera edición. Es una apuesta por la narrativa venezolana.

Quisiera insistir con las urgencias urbanas de Caracas, una ciudad donde la movilidad es realmente un problema asfixiante y de sus espacios urbanos, sometidos a un bombardeo incesante tanto desde el sector público como el privado.

H.S: Además del énfasis editorial, hemos propiciado un trabajo singular a través de la Cátedra de Imágenes Urbanas, que coordina Tulio Hernández. Retomamos el trabajo sobre violencia, espacios públicos y cultura urbana que realizó Tulio desde Fundarte, y se amplió además con seminarios para periodistas, en los que las propuestas e investigaciones académicas de urbanistas y sociólogos, profundizan la visión de la ciudad como un asunto público de primer orden. Esa es otra esfera de la fundación que hemos fortalecido.

R.A.L: Un programa que ha tenido una gran incidencia ha sido el Concurso 100 Ideas para la Ciudad. Lo hemos hecho dos veces en Caracas, una para público general y otro para público juvenil, en alianza con Ultimas Noticias. En Valencia, con El Carabobeño; en Barquisimeto, con El Impulso; en Maracaibo, con Panorama y en Cúcuta conjuntamente con la Cámara de Comercio de esa ciudad. Recientemente, la Alcaldía Metropolitana, nos preguntó si teníamos inconvenientes en caso de que ellos organizaran un concurso similar para el cerro Ávila. Para nada. Es una enorme satisfacción haber colocado una idea sobre la mesa, que luego toma para sí la comunidad, se apropia de ella y la convierte en una herramienta de trabajo. ¿Qué va hacer la Alcaldía Metropolitana con el resultado de ese concurso? Implementar la idea ganadora y con ella un programa de gobierno para el pulmón de Caracas. El resultado del concurso en Barquisimeto fue considerado con mucha atención por el ex alcalde y actual gobernador de Lara, Henry Falcón.

Una iniciativa desde el ámbito de lo privado se convierte en parte de las políticas públicas. ¿Esto es una mera satisfacción o una forma de hacer visible a las ciudades y sus grandes problemas?

H.S: Al comienzo hablamos de las crisis que se generan, no sólo en Venezuela sino en el mundo, donde la empresa privada no puede estar ajena. No podemos seguir con un programa social de este tipo como se hacía en los 80. La alternativa habría sido una pinacoteca, una gran colección de obras de arte, que era lo que se hacía. Pero la dinámica de los tiempos que corren nos obliga a actuar hasta el ámbito que nos permite nuestra función empresarial. Y eso significa poner ideas en un colectivo. Lo importante es que se abra un debate público sobre temas que son cruciales, en el que la ciudad es capital. La ciudad lo abarca todo y desde tiempos ancestrales ha sido el ámbito para el comercio, para lo sagrado. Hay una conexión tremenda entre el hombre y la política y esa conexión hay que restablecerla, hay que rescatarla en un mundo que está cambiando profundamente y desde todo punto de vista. La movilidad, por ejemplo, plantea como solución los grandes ejes peatonales, porque el tema energético es determinante. La gente trabaja desde sus casas. Eso genera nuevas relaciones laborales y una nueva interconexión.

R.A.L: En 2001, hace ocho años, la Fundación para la Cultura Urbana invitó como conferencista a Enrique Peñalosa, quien para ese momento había entregado la alcaldía de Bogotá. Los alcaldes de Caracas, en cambio, acababan de ser electos. Me refiero a Freddy Bernal, José Vicente Rangel Ávalos, Leopoldo López, Henrique Capriles Radonsky y Alfredo Peña. Nosotros los convocamos a todos para que se sentaran en una mesa con Peñalosa, para que él les explicara que fue lo que hizo para transformar a Bogotá, cómo fue que operó aquel milagro. Los alcaldes que escucharon alertas aprovecharon esa experiencia y en las cosas que se hicieron bien, valió mucho la experiencia de Peñalosa. Actualmente, hay dos cosas que están aceptadas, pero en 2001 no. Una es que las ciudades son para los peatones y no para los carros. Unos decían que había que aumentar la vialidad y Peñalosa decía: no, tienes que ampliar las aceras. Mira lo que ha pasado en quienes captaron la idea. Lo otro, igualmente por recomendación de Peñalosa, era construir una biblioteca pública de primer mundo en el centro de un barrio, para propiciar la transformación urbana. Eso, lamentablemente, no se ha hecho, pero allí está como experiencia.

Para que el debate tenga eco en las políticas públicas es necesario identificar ideas incluyentes, con gran amplitud de miras. ¿Qué significación tiene el hecho de que distintas voces se impongan como parte de una agenda común? Todo esto converge en la educación ¿Cómo llevar estas ideas a las escuelas?

H.S: Todo lo que hacemos está enmarcado dentro de un espíritu profundamente democrático. En la fundación entendemos los espacios de Caracas y de las ciudades como referentes inclusivos, pero además como experiencias sustentables. Todos los proyectos que se conciban desde diversos ejes –transporte público, espacios urbanos y seguridad ciudadana–, tienen que ser sustentables. Jaime Lerner, ex alcalde de Curitiba es un pionero en todas estas cosas. ¿Qué es el Transmilenio de Bogotá? Un sistema vial de transporte público que compite en costos y calidad con el Metro. Tenemos que pensar en alternativas sustentables para países como el nuestro que son vulnerables a las coyunturas externas en sus cuentas fiscales. Ahí nos enlazamos con la misión y el objetivo de Econoinvest, que es promover el ahorro de inversión para financiar el crecimiento y que nos permita vivir en una democracia más plena. No estamos esperando resultados en el corto plazo, nuestro trabajo es de largo aliento. Queremos fortalecer las redes y darle mayor difusión y proyección a todas estas ideas, mediante diversas plataformas comunicacionales y que este debate se vaya ampliando, inclusive a las escuelas, para que se produzca una auténtica fusión entre lo técnico y lo político en las esferas institucionales. En estos ocho años creo que hemos construido esos puentes. No creo que haya un alcalde de Caracas o de cualquier otra ciudad que no tenga una conexión con el mundo académico, independientemente de su visión política.

¿Cómo hacer que el tema de la ciudad se convierta en un simposio de dos o tres días en cuarto o quinto año de bachillerato?

R.A.L: Como idea precursora tenemos el programa 100 ideas para la ciudad en el que participaron niños de diversas escuelas, tanto públicas como privadas. Fue una experiencia de divulgación muy exitosa. Realmente lo que planteas es apasionante. ¿Cómo convertimos el tema de la ciudad en el gran tema político en Venezuela? Pero con “P” alta y “P” amplia. Si pudiera hacerse una cátedra urbana en las escuelas sería maravilloso y creo que hay grandes posibilidades de lograrlo. Es el camino más corto para que niños de 11 ó 12 años, influyan en su vida adulta en la gestión pública y en los destinos de la ciudad.