- Prodavinci - https://historico.prodavinci.com -

Cielo inverso

La imagen que vuelve

angelheartPor Antonio López Ortega

El cineasta británico Alan Parker (1944) ha estado muy ligado a la música. Solamente con Fame (1980), Pink Floyd The Wall (1982) y Birdy (1984) -recordemos el inolvidable soundtrack de Peter Gabriel-, bastaría para ser un autor referencial. Ha tenido también aciertos y desaciertos, con películas memorables como Mississippi Burning (1988) -magistral estampa del encono racial- y éxitos de taquilla para asustar a jóvenes temerarios, como Midnight Express (1978). En los últimos años se ha apagado un poco, sin mayor resonancia, ocupado como parece en la escritura de guiones y en el apoyo a proyectos de terceros. Tiene, sin embargo, una pieza maestra, a la que vuelvo y revuelvo, quizás porque la apuesta narrativa habla de dobleces, de alteridades, de seres que creyéndose unos son en verdad otros. En 1987, contando con la actuación de un todavía apuesto Mickey Rourke y la severidad de Robert de Niro, Parker filmaba Angel Heart, una película englobada con el mote genérico de mistery-thriller para obviar una definición más acertada, un verdadero cruce de géneros y estilos.

Angel Heart relata la búsqueda detectivesca de un personaje que es el propio detective (Rourke), convertido hoy en otro ser para escapar del infierno. El astuto personaje rehuye de sus penas forjándose una vida alterna que él mismo no puede reconocer como parte del pacto que ha sellado con fuerzas extrañas. La conclusión narrativa no puede ser más obvia: al demonio no se le escapa nadie, y menos quienes han negociado el alma con fuerzas desconocidas. Ha llegado la hora en la que el diablo viene por lo suyo, y viene con crueldad fina. Todo el pútrido pasado del personaje converso es revivido ahora por el detective Angel: sus asesinatos, sus fratricidios, sus actos lascivos.

Recupero una sola escena final en la que el detective de hoy se redescubre en el ser de ayer: apenas destellos, luces callejeras, que le hacen ver a un saxofonista. El pacto se firma de noche, y Angel lo advierte por una imagen móvil, apenas presentida, que le hace entrever el horror de su vida anterior. En ese instante preciso entra finalmente al infierno, cuando ya no es nadie, cuando ya no reconoce la memoria como suya, cuando sólo es contradicción existencial. Al detective Angel lo espera un cielo inverso.

Antonio López Ortega