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Actualidad y futuro de los museos en Venezuela… ¿la década del silencio?

Paso por allá

03-reticulareaPor Lorena González

En la actualidad, ir de museos en Caracas se ha convertido en una experiencia desoladora. En especial si recordamos que en décadas anteriores nuestro país fue de la punta de lanza del arte contemporáneo en Latinoamérica. La razón: excelentes espacios expositivos que, al tiempo que desarrollaban líneas de investigación bien definidas, mantenían una constante política de adquisiciones, lo cual colocó a las colecciones de arte nacionales, como uno de los mejores registros de la historiografía de nuestro país y de otras latitudes.

Hoy en día, entrar al Museo de Bellas Artes, el museo más antiguo de Venezuela, entraña el debatirse entre varias emociones y sorpresas. En primer lugar, y debido al traslado del personal de la Galería de Arte Nacional a la nueva sede, el MBA confronta actualmente graves problemas de personal, ya que se les hace imposible atender sus propios espacios y los de la antigua GAN, que ahora forman parte de toda la institución. Es por ello que sus salas abren aleatoriamente, pues no hay personal suficiente para vigilar las exposiciones. Esto quiere decir que si usted está interesado en ver la exposición de la colección Arte del siglo XV al XIX ubicada en el primer piso (sala 12), tendrá que trabajar con el azar y correr con la suerte de que sea ese el día en que, precisamente, la sala esté abierta. De igual modo, aunque lo logre, no podrá verlo todo, y tendrá que volver para ver las salas que ese día cerraron y que abrirán al día siguiente. En mi caso, me tocó la fortuna de encontrar abierta la sala 12 y la exhibición Estampas de Goya en la sala 17, no corriendo con la misma fortuna en el caso de la muestra Cubismo y Tendencias Afines en la sala 15 y Arte del siglo XX en las salas 13 y 14.

A esta suerte de decadencia aleatoria se le une la ausencia de una línea de investigación que sostenga un discurso coherente entre los proyectos expositivos. En todas las salas, se trabaja con la Colección en sus distintas variables, en una lectura tan fortuita como el sistema de apertura de las muestras. Finalmente, en lugar de encontrarnos con la obra más reciente de algún maestro venezolano o con alguna colectiva de arte emergente, las infinitas variables de la Colección son tan sólo sobresaltadas por extraños fenómenos como la exhibición titulada: Antiimperialismo y soberanía en tiempos de Cipriano Castro, una politizada instalación histórica que se encuentra justo en la sala que colinda con la instalación permanente de la Reticulárea de GEGO.

Los otros museos venezolanos no corren con mejor suerte. Desde el año 1999, las políticas de adquisiciones fueron suspendidas. En diez años, en lugar de asentar las fortalezas y reestructurar las debilidades que estas instituciones tenían, hemos acudido a un desmantelamiento sostenido de sus estructuras, desactivando completamente sus mecanismos. En la actualidad, el Museo Alejandro Otero parece estar a punto de perder su comodato con lo cual desaparecería como institución para volver a formar parte del Complejo Cultural La Rinconada. En el mutismo más absoluto se encuentran el Museo Jacobo Borges, el Arturo Michelena y el Museo de la Estampa y el Diseño Carlos Cruz Diez. El Museo de Arte Contemporáneo muestra a un extraordinario y solitario Niemeyer, en tanto que la maravillosa nueva sede de la Galería de Arte Nacional exhibe la colección que conformaron políticas de adquisiciones de décadas anteriores y que llega, por supuesto, hasta la producción artística de finales del siglo XX…

Ir de museos en Caracas: ¿diez años de silencio o de qué?

Imágenes que acompañan a este artículo:

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