¿Cómo incrementar el ahorro y la inversión en Venezuela?

Fabián Coelho y la paradoja del ahorro y la inversión en Venezuela

Por Conversaciones | 5 de junio, 2009

escherContinuando con la conversación sobre el ahorro y la inversión en Venezuela, presentamos aquí la opinión de Fabián Coelho.

El ahorro y la inversión en Venezuela: una paradoja incómoda pero superable

Por Fabián Coelho

La paradoja es un prodigio del lenguaje, una muestra de su carácter insubordinado, de su desafío a las leyes de la lógica valiéndose de las leyes de la gramática. El caso planteado en el artículo de profesor Herman Sifontes apunta hacia esa línea.

Ciertamente, desde el título, “Del ciudadano rentista al ciudadano (re-)constructor de un país”, encontramos una propuesta lúcida y visionaria, fundamentada en experiencias similares que han dado resultados positivos y paradigmáticos en el mundo: la importancia del ahorro y la inversión para echar un país a andar y el papel protagónico del ciudadano en esta empresa colectiva.

Los argumentos son sólidos. Se indaga en las causas y las consecuencias de estas actitudes en Venezuela y fuera de ella. El caso, por ejemplo, de la estabilidad y la incertidumbre, resulta particularmente interesante para ilustrar el grado de desarrollo de una nación con respecto a otras. En los grandes imperios de la humanidad, a lo largo de la historia, los cereales han cumplido el papel de ofrecer la tranquilidad y la certidumbre que aseguran las provisiones de alimentos para largas temporadas, ya sea en la vida cotidiana o en las campañas militares. En China el arroz, en Roma el trigo, en México el maíz, han tenido papeles importantísimos en el desarrollo cultural y la expansión imperial.

En el mundo actual pasa lo mismo. Los países con mayor estabilidad y menor grado de incertidumbre suelen ser, por regla general, los más prósperos, los más desarrollados, países donde sus ciudadanos con sabia previsibilidad ahorran. Ejemplos como el de Alemania en Europa y Chile en Latinoamérica suelen ser los más citados. Venezuela, dolorosamente, aún se encuentra lejos de ellos.

Como bien señala el profesor Sifontes, en este momento no existen condiciones propicias para el ahorro. El Viernes negro marcó un antes y un después en la economía venezolana. Intentar ahorrar en este país y en moneda local se convirtió en una tarea desesperanzadora. Las tasas de interés no palian el efecto de la inflación. Y, en este momento, acceder al ahorro por vía de los dólares es prácticamente imposible para un ciudadano sin mucha pericia en estas lides, pues proteger bajo la custodia de una moneda extranjera el producto del trabajo y el esfuerzo es una empresa enormemente dificultosa por el control de divisas. Es decir, los ciudadanos venezolanos no contamos ahora mismo con perspectivas para el ahorro. Tenemos sólo dos opciones: dejar erosionar el dinero en una cuenta bancaria o sucumbir al frenesí de consumo que defienden y justifican tantos aduciendo que si no gastas el dinero ahora, más tarde sólo podrás adquirir algo de menor valor. La incertidumbre, pues, nos corroe.

Por otro lado, el gobierno actual no garantiza las condiciones en que el gesto de ahorrar e invertir sea protegido por políticas económicas previsivas claras -tal como apunta el profesor Sifontes-, por un sistema financiero sano y un alto nivel ético de quienes lo conducen, sino que, por el contrario, cada día se afinca más en un discurso agresivo que ahuyenta no sólo a los inversores extranjeros, sino también a muchos nacionales.

El gobierno actual, sin embargo, conserva su legitimidad democrática y ello se confirma con aquel lugar común que reza que cada pueblo tiene el gobierno que merece. Sin duda, el resentimiento y el rencor que se fue fermentando en aquellos millones de venezolanos olvidados por los gobiernos soporíferos y corruptos de décadas anteriores, condujo a los lamentables acontecimientos de 1989 y la posterior elección, hace más de diez años, de quien aún hoy nos gobierna.

El líder carismático y cuasi-mesiánico que preside este país es una clara advertencia del debilitamiento de las identidades políticas tradicionales fraguado durante largos años de descontento y desencanto, y el hecho de que aún hoy se encuentre en el poder demuestra que un gran número de venezolanos, a pesar de años de fracasos, desilusiones e ideologías improvisadas, no ha aprendido la lección.

Es hora de que vayamos dejando atrás este peldaño de la gran escalera que es nuestro desarrollo como nación y nos dediquemos a sacar a este país adelante con propuestas tan diáfanas y sustentables como la del profesor Sifontes. Coincido con él en que los venezolanos somos trabajadores incansables y esmerados, de gran capacidad emprendedora, pero a veces también nos dormimos en facilismos cancerígenos directamente emanados desde lo alto del poder. Debemos librarnos de quien nos quiere aletargados y dóciles sobre el plato de comida gratuito, y para ello es necesario un cambio de conciencia que apunte hacia un grado de mayor madurez política y económica como nación. En la medida en que alcancemos el peldaño siguiente, lograremos ubicarnos un paso más cerca de la realización de las propuestas del profesor Sifontes.

En resumidas cuentas, para lograr el gobierno idóneo que propicie las condiciones para una ejecución saludable del ahorro y la inversión se requiere que una gran parte de la población venezolana experimente el cambio de conciencia necesario para el cambio de gobierno. Una ciudadanía que recupere la memoria histórica, que entienda el carácter transitorio de las riquezas derivadas del petróleo, que comprenda que una nación no debe estar bajo el poder de un solo hombre durante tantos años, una ciudadanía que asuma una actitud previsiva ante el futuro siempre incierto de un país como el nuestro, será, pues, la ciudadanía económica que participe activamente en la (re-)construcción de nuestro país. Una ciudadanía que, además, no perciba este cambio como producto simplemente del desencanto y el descontento con el gobierno actual, sino que vaya en dirección a un ideal común de prosperidad y progreso. De un país mejor.

Venezuela debe atravesar aún ese largo proceso de cambio de conciencia para ver los frutos. El camino es tortuoso, está lleno de obstáculos, trampas y falsos atajos. No nos desesperemos ni caigamos en la urgencia de inmediatismos. Recordemos las palabras del filósofo José Manuel Briceño Guerrero cuando dice que por ocuparnos de lo inmediato, de lo urgente, olvidamos lo fundamental. Y lo fundamental es, ahora, Venezuela y nuestro futuro. La paradoja del artículo de Herman Sifontes es que para llegar al punto donde planes como los que propone sean ejecutables aún debemos transitar un largo trecho, puesto que es evidente que en este país, en las condiciones actuales, son prácticamente impracticables.

Fabián Coelho es estudiante de la Escuela de Letras de la Universidad de los Andes, Mérida, Venezuela. Narrador. Ganó la penúltima edición del concurso de cuentos de la Clínica Metropolitana.

Foto: Maytevidri

Conversaciones 

Comentarios (3)

Henkel Garcia
5 de junio, 2009

Fabián,

Totalmente de acuerdo con tu post. De hecho, le comentaba a mi papá que debemos darnos cuenta que el problema no es Chavez ni los presidentes que hemos tenido. La situación del país es producto de la contribución de cada uno como habitantes, como venezolanos. Si nuestro aporte promedio es mediocre, no podemos aspirar un país de primer mundo. Hoy en día creo que vamos en ese camino hacia la madurez y aprendizaje… Pero todavía nos falta por recorrer

Saludos

Sonia Duque
8 de junio, 2009

La pregunta es como construir la ciudadanía económica bajo las actuales circunstancias. Primero la construcción de ciudadanía, luego los cambios sociales. No creo que pueda ser al revés.

jesùs gonzàlez briceño
10 de junio, 2009

Para poder crecer los pueblos o sociedades necesitan tener una conciencia històrica que valorice los aspectos esenciales de su conciencia històrica para poder discernir què es lo bueno y lo malo que les permita avanzar cuando se presenten situaciones complicadas o crisis.Sin duda alguna el facilismo es enemigo principal del desarrollo cualitativo y cuantitativo de los pueblos que deben forjarse su propio futuro con grandes esfuerzo y, allì estan lios ejemplos de algunas naciones que ,aùn formadas por numerosas naciones o grupos sociales, han logrado salir adelante en las màs difìciles crisis por las cuales han atravesado

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