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Esther Duflo y Abhijit Banerjee, economistas del MIT, hablan sobre programas sociales y desarrollo

Del blog de Innovations for Poverty Action publicamos la siguiente entrevista:

Entrevista a Esther Duflo y Abhijit Banerjee, economistas del MIT

Por Tim Ogden y Laura Starita

En una conferencia auspiciada recientemente por la organización Innovaciones en la Acción contra la Pobreza (Innovations for Poverty Action – IPA), la Iniciativa de Acceso Financiero y la Universidad de Yale, los editores de Philanthropy Action se sentaron con Esther Duflo y Abhijit Banerjee, dos de los fundadores del Laboratorio de Acción contra la Pobreza Abdul Latif Jameel (JPAL) en MIT y con Investigadores Afiliados de IPA. Duflo, Banerjee y los demás economistas de JPAL e IPA aplican el rigor de las técnicas de los experimentos controlados aleatorios (el mismo enfoque que se usa en medicina para determinar si un tratamiento o medicamento realmente logra el efecto para el cual fue diseñado) en relación con las intervenciones contra la pobreza, a fin de identificar si un programa es o no efectivo. A continuación, ellos resaltan las intervenciones contra la pobreza que consideran consistentemente efectivas y ofrecen su opinión respecto en las áreas en las que los donantes individuales pueden lograr un verdadero impacto.

Philanthropy Action: Algo que siempre le queremos preguntar a gente como ustedes, que pasa tanto tiempo en el mundo en vías de desarrollo y trabajando directamente con los sectores de menores recursos es, ¿qué haría si tuvieran un millón de dólares para dedicarlos a alguna causa destinada a mitigar la pobreza?

Esther Duflo: En este instante, se lo daría a los incentivos para fomentar la vacunación. En los países muy pobres, la gente gasta muy poco en salud preventiva, quizás por razones que no son las mejores. No es que realmente estén en contra de la vacunación, es simplemente que de alguna manera no encuentran el tiempo para hacerlo, o tienen otras cosas que hacer. Y uno se da cuenta lo mucho que se puede lograr gastando, así sea un monto mínimo, en convencerlos para que ellos inviertan en salud preventiva. En un proyecto, regalamos un kilo de lentejas por cada vacuna que le pusieran a un niño y eso tuvo un gran impacto, logrando que los padres llevaran a vacunar a sus hijos.

Abhijit Banerjee: Equivalente a Diez – el factor de impacto fue de 10 veces.

ED: Por eso, ahora tememos variantes de estos programas, con diversos artículos. En realidad pienso que la vacunación es algo que sabemos que genera una enorme diferencia en la vida de la gente, de manera que, personalmente, es mi favorito en este momento.

AB: Pienso lo mismo.

PA: Eso me hace pensar en lo que, en el campo de la tecnología, llaman el problema de la “última milla”, refiriéndose a que muchas veces el problema no es que el dinero no sea suficiente. Por ejemplo, no es que no haya suficientes mosquiteros para evitar la malaria, sino que no hay suficiente gente que los use, o, en su ejemplo, esto pasa con la vacunación. ¿Existen algo más que se haya implementado con el fin de resolver el problema de la última milla?

AB: En el campo de la salud, uno de los proyectos donde me parece que ambos vimos cierto éxito se relaciona con los medicamentos contra la TB (tuberculosis) y hacer que la gente los tome como debe ser. Tenemos muchos años pensando en este problema. Nos pidieron que estableciéramos algo llamado el reto Yunus [nombrado así en honor del ganador del Premio Nóbel]. En el reto se les pide a los estudiantes presentar soluciones prácticas y posibles de implementar que puedan resolver un problema específico. El que escogimos fue cómo lograr que se cumpla el tratamiento contra la TB.

Un grupo de estudiantes planteó una solución brillante – al menos conceptualmente brillante – que ahora está bajo evaluación aleatoria en Pakistán. La idea es realmente un auto-incentivo: buscamos trazas del medicamento en la orina del paciente. En el programa, el paciente coloca su orina en una banda de prueba y, si realmente tomó el medicamento, la banda refleja un número o código que pueden ingresar a su teléfono celular y ganar minutos extras. En muchos aspectos resulta una solución brillante, aunque es posible que no funcione. La necesidad de la evaluación aleatoria se basa en el hecho de que, muchas veces, la teoría falla. Pero esta es una idea donde el concepto es muy inteligente y estamos buscando cuál sería esa última milla, ¿cómo podemos incentivar a la gente? Si funciona, creará un modelo que permitirá derivar soluciones de tecnología más sofisticada para este tipo problemas; creo que, en general, esa sería la dirección correcta a seguir.

ED: También hay otro tipo de problemas de última milla, que tienen que ver con las personas que están supuestas a prestar el servicio: ellos también necesitan incentivos. No sé si usted lo consideraría la última milla …

AB: Es más bien la primera milla.

ED: [Risas] Está más bien entre las dos. El proyecto de vacunación del que hablé sugiere que incluso cuando el problema del suministro está completamente solucionado y los servicios de vacunación están disponibles, hay que empujar un poquito a la gente. Es necesario dar un incentivo para hacer que los padres lleven a los niños y también es necesario un incentivo para que el prestador de servicios esté allí. De manera que este es otro campo muy importante para hacer investigaciones y proyectos – pensar en cómo llevar los servicios a la gente.

PA: Cuando leemos dónde van la mayoría de los dólares que vienen de las iniciativas filantrópicas privadas y la ayuda oficial, vemos que una gran cantidad va a la salud, educación y otras áreas que el economista de Oxford, Paul Collier, denomina “sujetos fotogénicos”. ¿Creen que el dinero que va a estas áreas se está aprovechando bien?

AB: Creo que la crítica implícita de Collier se centra en el lugar equivocado. Si tenemos que pensar en cosas que sean buenas, sin ambigüedades, muchas de ellas están en esas áreas de salud y educación. Especialmente en el área de la salud, creo que simplemente hay una gran cantidad de dólares por allí y alguien tiene que recogerlos. No hay duda que otros programas pueden tener mayor impacto en el crecimiento económico, pero si pensamos en las consecuencias inmediatas para el ser humano, es muy difícil encontrar un argumento contra la salud y la educación.

Muchas veces, el verdadero problema radica en el diseño del programa. La frase que repetimos sin cesar es que la importancia de los detalles es infinita. La diferencia entre los programas exitosos y los no exitosos no tiene que ver con el área dónde se aplican, sino con cómo se aplican. La persona que lo implementa, ¿ha realmente pensado en las razones por las que un programa podría no funcionar? En mi experiencia, incluso cuando uno habla con organizaciones muy competentes y de muy buenas intenciones, éste es el paso donde se ven las mayores brechas. Quizás porque los paradigmas están tan a la mano para adoptarlos, simplemente no se llega a la reflexión sobre la última milla.

Inesperadamente, y muchas veces en forma lamentable, los detalles determinan todo. Si uno define mal los detalles, todo resulta mal. Por eso, como un ritual, frecuentemente terminamos hablando sobre la investigación a nivel macro, y sobre porqué esto no funcionó y esto sí funcionó. Pero, en la práctica, lo más probable es que esos elementos a nivel macro no tengan importancia. Lo que importa es que algunos programas están bien diseñados y otros no. En gran medida, nuestra meta ha sido llamar la atención sobre el detalle en todo esto.

Fíjese en el agua – respecto al agua hay cualquier cantidad de soluciones especiales, y unas pocas ideas que parecen buenas-. El trabajo más valioso no es diferenciar el agua de la salud; sino separar las múltiples ideas llamativas que logran un montón de cobertura en los medios y convertirlas en programas prácticos que no sean demasiado complicados ni resulten innecesariamente costosos.

La gente tiende a pensar, “tengo un martillo en las manos, por lo tanto, todo es un clavo”. Cada persona tiene sus propios prejuicios y todo tiene que pasar por ese filtro. Una de las mayores causas de los malos diseños es la ideología.

PA: Específicamente sobre este punto, para ustedes ¿cual sería la creencia más errada que se encuentra actualmente presente en los círculos dedicados al desarrollo?

ED: La creencia más errada es que existe una bala mágica y yo puedo encontrarla.

AB: Yo puedo encontrarla introspectivamente.

ED: Esa es la línea de razonamiento más peligrosa, porque existen múltiples razones que hacen que la gente sea pobre y múltiples razones por las que la gente sigue siendo pobre y decir que hay un solo programa o una sola solución es ya de por sí un problema.

AB: Allí parece que hubiese un verdadero axioma que dice que uno puede poner a la gente a cargo de su propio destino y luego irse. Sin embargo, cuando uno reflexiona sobre eso, ve que estas personas viven bajo un enorme stress, en todo respecto. Su hijo está enfermo, sus padres están muriendo, no tienen ingresos. Todos los días tienen que salir y buscar trabajo. ¿Se puede esperar que tengan el tiempo o la perspectiva suficiente para ser capaces, en todo momento, de tomar las riendas de su destino, de operar los sistemas políticos y encontrar oportunidades? No puedo decir que sea la idea más errada, pero sí que es una idea muy poco probada.
Sospecho que en conjunto está equivocada. Quiero decir que si uno selecciona una o dos cosas y le dice a la gente que debe participar en eso, probablemente lo hagan muy bien. Pero si uno piensa en la cantidad de cosas que esperamos que la gente haga para ocuparse de sí mismos, rápidamente se convierte en algo abrumador. Uno quiere que participen en el comité de mantenimiento forestal, el comité de mantenimiento ambiental, el comité de aguas, el comité de educación, el comité de salud del pueblo. Deben conseguir un micro-crédito y para pagarlo, comenzar un pequeño negocio, al mismo tiempo deben asegurarse que sus hijos tengan la ayuda que necesitan en sus tareas. Si uno piensa en la cantidad de cosas que se les imponen, en forma predeterminada, creo que implican un enorme reto.

PA: Eso se parece a la línea de razonamiento que considera; bueno, no se puede hacer todo, por lo tanto, hay que escoger un objetivo. Pero, si no se hace todo entonces es sólo una gota en el balde y no genera impacto.

ED: No necesariamente. Hay muchas cosas que tienen gran impacto. Hay programas con un objetivo bastante bien definido que están diseñados para hacer una cosa y la hacen muy bien. Creo que otra idea no probada y potencialmente errónea es que se debe hacer todo a la vez, si no, no funciona. Esta es una creencia bastante cómoda pero no probada; por que si se vive en ese mundo, es prácticamente imposible evaluar lo que uno hace.
Mientras que si uno dice, voy a presionar este botón y ver si logro este resultado, es posible que se encuentren muchas cosas que funcionan sorprendentemente bien y con una consistencia sorprendente. De hecho, el mundo no es tan increíblemente complejo como para que cada lugar necesite una combinación única de cinco factores sólo para generar algo. No sé si hubiéramos podido decir eso mismo hace cinco años, pero ahora estamos empezando a estar en posición de decir que una serie de cosas, si están bien diseñadas, simplemente funcionan bastante bien en una amplia gama de contextos.

Por ejemplo, los programas de educación suplementaria y, en general, los programas de educación destinados explícitamente a lograr un conjunto específico de competencias en niños que no cuentan con ellas o, como mencioné antes, los pequeños subsidios o incentivos simbólicos para lograr que las personas hagan algo (mayormente con respecto a salud y educación) que es bueno para ellas pero que por alguna razón no hacen si no se les da un empujoncito. En esta categoría yo también colocaría a los programas de transferencia de efectivo y a las iniciativas destinadas a desparasitar.

PA: Dra. Duflo, usted decía que frecuentemente que lo que pasa es que la teoría sobre un programa que podría funcionar se desarrolla e implementa en un ambiente, entre un grupo de personas y con un enfoque determinado, para evaluarlo y si no se logran resultados rápidamente, la gente simplemente levanta las manos y dice; esto no sirve y sigue adelante.

ED: Yo me refería más bien a que esas teorías surgen y se ensaya con programas, pero realmente nunca aprendemos de ellos y luego, de alguna manera pasan de moda y pasamos a otros programas. Creo que sólo el hecho de hacer un experimento constituye una mejora cuántica respecto a cero. Lograr más sería mejor, pero normalmente no es lo que podemos hacer. Fíjese en las microfinanzas. Todavía no existe una evaluación del impacto de los préstamos a nivel de microfinanzas – sólo tenemos los resultados preliminares respecto al impacto de un modelo básico, un grupo otorgando microcréditos. Eso es todo. No se trata de que existan resultados previos involucrados. No existe ningún estudio y eso es sólo microfinanzas, un área que cientos de economistas ya están estudiando.

Afortunadamente, las microfinanzas no pasaron de moda antes que la [evaluación aleatoria] se pusiera de moda y ahora tendremos la oportunidad de comparar ideas. Pero otras cosas sí; como los subsidios a los fertilizantes. Cuando empezaron estuvieron muy de moda, ahora ya no. En el ínterin, nunca supimos lo que se logra con estos subsidios. Puede que sean buenos o malos, en este momento no lo sé. Por cierto, ahora se están poniendo de moda otra vez. Y todo sin que exista una sola prueba respecto a si un subsidio cambia la demanda respecto a los fertilizantes. Esto es sólo un ejemplo de lo que para mí es el mayor error, que es hacer las mismas cosas una y otra vez sin aprender nada de la experiencia, ya sea que se trate de un subsidio a los fertilizantes, o de microfinanzas.

AB: Me parece que parte del problema son las expectativas demasiado altas. Si la meta de las microfinanzas es cambiar la vida de la gente, ya se debería considerar como un fracaso, a pesar que los resultados reflejan ciertos logros razonablemente buenos. Creo que esto proviene de una específica estructura mental respecto al desarrollo, igualmente no probada, donde se considera que sólo se necesita que suceda algo grande y con eso las cosas simplemente…

ED: El “gran empuje”…

AB: …explotarán. No creo que exista ninguna prueba de que las cosas hayan sucedido así alguna vez. Fíjese en EE.UU. Su crecimiento fue muy lento durante mucho tiempo y se fue acelerando con el tiempo. En ese momento, eso no se consideró un desastre; la visión general era que a EE.UU. le iba muy bien. Pero, de repente, nos encontramos en un mundo que espera lograr todo en forma acelerada, de manera que es muy fácil fracasar.

Por eso, si ahora resulta que las microfinanzas no logra que todos los niños aprendan a calcular a los cinco años, se considera un fracaso. Creo que si simplemente aceptamos que a la larga, algunas cosas funcionan; eso, de alguna manera hará que la gente sienta el impulso, el entusiasmo, o la esperanza para actuar un poco más, y permita que todo se vaya acumulando por sí solo.

En realidad no contamos con el apalancamiento como para hacer que todo funcione y no creo que nadie lo haya tendido alguna vez. Creo que algunas cosas han funcionado. En EE.UU. la educación pública logró algo; tomó tiempo y luego todo se acumuló. No creo que en realidad sepamos qué cosas se acumulan entre sí, ni como hacer que se ajusten entre sí y se empiecen a mover sobre la misma trayectoria – eso simplemente parecería la gran promesa de los dioses.

ED: Volviendo atrás, quería retomar la percepción de que si uno no hace todo a la vez, lo que hace es lindo y amable pero no tendrá un verdadero impacto en el desarrollo. Acepto que realmente existen grandes ideas, pero también hay pequeñas ideas. La noción de que lograr desarrollo y aumentar el bienestar no resulta de la acumulación de pequeñas cosas es…

AB: … igual no se ha probado aún.

ED: Muchas veces, lo que se puede lograr son las cosas pequeñas.

AB: Quizás eso es lo que uno puede hacer – una serie de cosas pequeñas – y esperar que, de alguna manera, esas cosas pequeñas logren ayudar a impulsar el deseo innato de la gente. Esa lectura no es nada injusta. Igual no se ha probado. Pero existe la presunción de que los grandes cambios necesitan grandes apalancamientos. No existe ninguna prueba de que los grandes apalancamientos hayan fraguado grandes cambios.

PA: Hablando de grandes apalancamientos, mucha gente habla de la educación como gran apalancamiento. Por eso existe mucho interés en incrementar la tasa de asistencia de los niños. Realmente, el aumento en la asistencia ha demostrado ser un buen primer paso, pero no se traduce en un mejor desempeño de los niños. Aquí parece que se pasaron por alto detalles como mejorar la enseñanza, mejorar la infraestructura y mejorar la asistencia de los maestros. ¿Qué refleja su último trabajo en esta área?

ED: En resumen, el punto es que no creo que sea tan difícil hacer que los alumnos y los maestros vayan a la escuela, si se les ofrece un incentivo por ir. El problema es que muchos maestros no tienen esos incentivos. Una cosa que hemos encontrado es que la pedagogía es muy importante. Un problema que parecer ser común a muchos programas educativos es que simplemente no se ajustan a los alumnos.

AB: Todos en un mismo sentido: son demasiado difíciles.

ED: Demasiado difíciles para los estudiantes y por ende deprimentes para los maestros. Parte de la falta de motivación intrínseca en los maestros es la sensación de impotencia: ¿Qué pueden hacer? Trabajan con niños analfabetas y se espera que les enseñen cálculo de múltiples variables y eso, simplemente, no es lo que ocurre.

De hecho, hay una serie de cosas que se han hecho – yo he trabajado un poco en la enseñanza asistida con computadores y en la asistencia de los maestros. También he trabajado un poco con Pratham [una ONG de la India] en educación suplementaria a bajo nivel, como programas de lectura. En esa área estamos trabajando para encontrar una manera de dividir los programas en secciones que la gente de diversos niveles pueda culminar. Quizás no llegue a ser ciencia del espacio, pero si las metas son alcanzables, los niños podrán aprender y los profesores podrán enseñar. En parte, muchos de esos países heredaron programas que son realmente coloniales, diseñados para seleccionar la élite entre los niños oriundos del país y enseñarles lo suficiente como para que se convirtieran en funcionarios fiscales o algo así. A veces resultan completamente irrelevantes.

PA: Entonces, ¿debemos bajar nuestras expectativas para salvar al mundo?

ED: Bueno …por ejemplo, si consideramos los servicios de salud en la India. Una de las razones por las que son un desastre, y estoy hablando de un verdadero desastre – 30 por ciento de presencia y cinco por ciento de vacunación – es porque algún burócrata en la oficina soñó con todo lo que debían hacer las enfermeras, y resulta que nadie puede cumplirlo. Se les exige estar en cinco sitios a la vez. Por eso, si tienen tantas cosas que hacer, es muy fácil decirle a quien llegue: lo siento, debía estar en otra parte y por eso es que no estoy haciendo mi trabajo.

AB: Creo, siendo menos cínico, que en un sistema que es totalmente irrealista sentirás que eres un fracasado en cualquier caso, y entonces, es lo mismo ser un fracaso total.

PA: Es muy fácil hacer que la gente se vuelva cínica respecto al desarrollo.

AB: Sin duda, y creo que el sistema es muy bueno creando cínicos; porque genera un conjunto de modelos muy lindos, diseñados por algún ministerio o la OMS, personas que se sientan en su oficina y le dicen al personal de campo los pasos que debe seguir cuando surge un problema. Una vez que el empleado lo hace, debe escribir un memorándum para que lo evalúe el ministerio. Pero hay dos millones de estos memos, porque todos tienen su propia idea sobre lo que debe hacer ese empleado. Y eso hace que se vuelva cínico muy rápido, porque el punto es que implementar todo eso no resulta práctico y de todas formas, no pasa nada malo si uno no lo hace.

ED: Y no creo que sea un asunto de bajar las expectativas, por que al funcionario de la OMS en algún momento lo cambian, y el burócrata de la India no tiene ningún tipo de expectativas – de alguna manera sus expectativas son las más bajas. Por eso, estamos tratando de aumentar esas expectativas, pero también de hacer que sean reales.

PA: Vemos exactamente la misma dinámica entre los donantes y las ONG. Los donantes no donan si las ONG no establecen estas expectativas irreales; pero luego, el donante se vuelve cínico porque no se logra la expectativa irrealista que la ONG se vio obligada a aceptar.

ED: Eso es totalmente cierto y es precisamente esa cultura la que estamos tratando de cambiar. Debían decir; bueno, ustedes verán cómo es el impacto de este programa y estar de acuerdo en que habrá errores. Parte de las expectativa irrealista es la incapacidad de fallar. Nadie puede admitir que hizo algo malo, nunca. Si es el gobierno que falla con un programa equivocado, no lo reeligen. Si es un donante o una ONG, nunca puede admitirlo y eso es realmente un problema. Porque, para un donante, incluso si es importante, el monto de dinero entregado es muy pequeño comparado con lo que gastan los gobiernos de los países en desarrollo. Por eso, en realidad lo mejor que se puede hacer con ese dinero es usarlo en forma experimental. Tomar riesgos. Aceptar fracasos. Tratar cosas. Porque para un gobierno siempre será difícil – los gobiernos no pueden fallar, deben conseguir la reelección. Los donantes sí pueden fallar. Debían actuar como capitalistas en “capital de riesgo”, tratar de hacer otras cosas, dejar que la gente fracase, pero al menos ser responsable y documentar, ya sea el éxito o el fracaso, y aprender de los errores.

Traducción: Ana Cristina Punceles

Esta entrevista fue publicada en el blog de Innovations for Poverty Action en inglés el 17 de noviembre de 2008.