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Diario: Benjamin y París siglo XIX (2)

Lunes, 6 de abril de 2009

Desde muy temprano entregado a la PASION SEGUN SAN MATEO en la única versión que admiro incondicionalmente, la de Karl Richter de 1959 para “Archiv”. Entre tantas bondades que le encuentro la no menor es evitar dos de las provocaciones más frecuentes: la de utilizar instrumentos supuestamente originales, como si uno, después de dos siglos y medio de ruidos conservara la misma sensibilidad acústica de los contemporáneos del autor.

La otra es la de distorsionar la estructura de un conjunto discreto de instrumentos, para los cuales fue escrita la PASION, y convertirlo en una masa orquestal de proporciones dignas del más aparatoso Bruckner. Richter hace lo que Pound nos dijo que hiciéramos con la tradición y que a menudo se olvida: “make it new”. Que no es hacerlo de nuevo, como se podría pensar de manera descaminada, sino “hacerlo nuevo”. Haz nueva la tradición a la cual perteneces y no pretendas ser original rompiendo estúpidamente con ella. Recuerda, como insistía Thomas Stearn, que toda originalidad es siempre “espuria”, falsa, ignorante. Esto vale para todas las actividades, desde la cocina hasta las finanzas. Escuchar a Richter en este SAN MATEO es escuchar a Bach, el mejor Bach. Como en esta aria para contralto “Buss und Reu”, bella hasta las lágrimas.

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BENJAMIN Y PARIS XIX

Un comentario del respetado profesor Thimoty Clark (otra vez) sobre los
alcances de las reformas urbanísticas del Barón Haussmann:

Los detalles de la construcción hablan por sí solos. En diecisiete años, Haussmann rehizo París de un modo sin precedentes. De acuerdo con su propio estimado, los nuevos bulevares y espacios abiertos, desplazaron a 350.000 personas, 12.000 de ellos fueron desalojados nada más que para construir Les Halles y rue de Rivoli. Las estadísticas son el lenguaje de la haussmannización y, de manera poco grata, hablan a favor del barón. Para 1870, un quinto de la calles del centro de la ciudad había sido creación suya. Gastó 80 millones de francos en cloacas y 2.5 billones en total. En el cénit de su fiebre reconstructivista, uno de cada cinco de los trabajadores parisinos estaba empleado en el negocio de la construcción.

Los efectos del proyecto Haussmann para las clases trabajadoras fueron devastadores, sin embargo. Las hijas de los 350.000 desplazados volverían al centro del París de bulevares y grandes avenidas. Ejercieron los oficios más diversos pero, en su mayoría, se dedicaron a hacer de París un ciudad no sólo conocida por su modernidad, sino por la calidad y cantidad de sus prostitutas. Zolá escribió sobre el asunto (LA TABERNA, NANÁ) y Manet, Degas Y Toulouse-Lautrec se encargaron de reseñarlas en sus iconografías.