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Maestra, no me etiquete

0871_mythnatural_d¿Qué explica la excelencia en el desempeño profesional de una persona? La respuesta a esta pregunta puede interesarnos en el plano personal. Pero, sin duda, también tiene un interés para entender las posibilidades de desarrollo de una nación. El capital humano es uno de los elementos que define la posibilidad de innovar y progresar de una sociedad, por lo que entender los determinantes de la excelencia es un tema que debe ocupar a aquellos que diseñan e implementan políticas públicas, en especial, las políticas educativas.

Hay dos respuestas comunes para explicar la excelencia en el desempeño. Muchas personas piensan que las habilidades y predisposiciones con las que nacemos son la causa de la excelencia. Es decir, el talento explica a la excelencia, por lo que los más talentosos serían los mejores. La otra línea del pensamiento se decanta por explicar la excelencia como consecuencia del “trabajo duro”. La gente cuyo desempeño calificamos de excelente le dedica mucho tiempo y esfuerzo a mejorar su desempeño, y, en consecuencia, terminan siendo los mejores. Geoff Colvin, en su libro Talent is Overrated , cuestiona ambas explicaciones y, basado en un cúmulo de investigaciones académicas, argumenta que aquéllos que tienen un excelente desempeño en su área de trabajo son los que aplican los principios de la “práctica deliberada”.

La “práctica deliberada” debe cumplir varias características para diferenciarse de la simple “práctica”. La “práctica deliberada” es una actividad diseñada específicamente para mejorar el desempeño. No es simplemente dedicar tiempo a una actividad, es practicar con la intención de mejorar, en especial, en los aspectos que tenemos debilidades. Por ello, en la gran mayoría de las ocasiones, la práctica deliberada requiere la presencia de un profesor o maestro que pueda diseñar un plan de trabajo y corregirlo en el tiempo, además de ofrecer una evaluación permanente del desempeño. La “práctica deliberada” también es una actividad exigente mentalmente. Sea que la actividad sea física, como un deporte, o mental, se requiere un alto grado de concentración para que la práctica tenga un efecto positivo. Como dice Colvin, de acuerdo con las investigaciones, la práctica deliberada no es -no puede ser- divertida, es un trabajo exigente física y mentalmente y que requiere dedicarle tiempo, mucho tiempo, para realmente mejorar el desempeño.

Los profesionales que se encargan de estudiar los determinantes del desempeño han llegado a la convicción de que existe la “regla de los diez años”. Se requiere de diez años de “práctica deliberada” para llegar a tener un verdadero desempeño excelente en un área. Por supuesto, un niño que comienza a tocar el violín a los cuatro años, cuando cumpla los diez años de práctica, tendrá apenas catorce años de edad. Comenzar temprano en la “práctica deliberada” puede ofrecer una inigualable oportunidad para el desarrollo de la excelencia. Y aquí es donde debemos conectar esta discusión con el sistema educativo.
Los maestros en las escuelas (y los padres) pueden creer que la excelencia en el desempeño se explica por el talento. Bajo esta creencia, un niño de siete años, o incluso menor, puede ser “etiquetado” como no apto para los deportes, la música o las matemáticas. La “etiqueta” puede ser suficiente, bien sea por sus efectos sicológicos, o porque los padres y maestros no realizan esfuerzos suficientes para ayudar a al niño etiquetado, para que ese niño no pueda desarrollar todo su potencial.

En el caso de que los maestros (y padres) crean que el esfuerzo es el determinante de la excelencia -un caso, a mi parecer, mejor que el anterior-, sería muy conveniente que aplicaran los principios de la “práctica deliberada”, pues esa sería la manera de que los niños puedan realmente mejorar su desempeño. La simple práctica puede terminar cansando al niño cuando encuentra que su desempeño no mejora al ritmo que debería mejorar. Dos niños pueden pasar diez horas practicando matemáticas a la semana. El que lo haga bajo los principios de la práctica deliberada tendrá una ventaja indiscutible.

El desarrollo del capital humano es uno de los principales objetivos de un país subdesarrollado. Necesitamos excelentes artesanos, técnicos, profesionales y artistas. Considero importante que se investigue si la forma como los padres y los maestros explican el éxito puede influir en el desarrollo del capital humano de nuestros niños.