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[Video] ¿Son los controles de precio la solución para la inflación? // #SeisPorDerecho

El economista Daniel Raguá, en el blog #SeisPorDerecho, explica la relación entre los controles de precios y la inflación. ¿Usted qué opina y cómo vive este fenómeno en su cotidianidad?

El control de precios es un mecanismo mediante el cual un gobierno puede establecer un precio fijo de venta de determinados bienes. Usualmente se usa con la finalidad de mantener asequible estos bienes para la población.

Algunos defienden la intervención del Estado porque consideran que los controles de precios son necesarios para asegurar una mínima disponibilidad de productos para el consumo masivo. Otros, desestiman los controles de precios al considerar que fijar un precio artificialmente bajo, promueve la compra desmesurada de este bien hasta agotar su disponibilidad, provocando escasez.

En la literatura económica se ha discutido extensamente que los controles de precio pierden sentido cuando se usan para frenar la inflación, dado que desincentivan la producción y generan escasez, lo que provoca mayor inflación.

Veamos un ejemplo: un agricultor, productor de tomates, vende cada tomate a 10 monedas. Ese precio le permite cubrir sus costos y obtener ganancia. Por cada tomate que vende, 5 monedas van al pago de sus 3 empleados que le ayudan con la siembra, la cosecha y la administración de la parcela; 2 monedas van para la compra de tierra y fertilizante y las 3 monedas restantes son la ganancia del agricultor.

Ahora, supongamos que el gobierno decide regular el precio del tomate debido a que el país comienza a atravesar un proceso inflacionario. El precio sigue siendo de 10 monedas, pero ahora es fijo. Esto no afectará al agricultor mientras sus costos se mantengan iguales. Pero, debido a la inflación, el gobierno decreta un aumento de salarios y ahora el productor debe destinar 6 de las 10 monedas que obtiene al vender cada tomate, para el pago de salarios.

Frente a esto, el agricultor debe tomar una decisión: comprar menos fertilizante, renunciar a parte de su ganancia o reducir su personal. Cualquier decisión que tome afectará su negocio. Por un lado, comprar menos fertilizante disminuirían la calidad de los tomates, pudiendo ahuyentar a sus clientes. Por otro lado, tener menor ganancia podría motivar al agricultor a producir otra cosa, lo cual afectaría la producción de tomates en el país y reducir su personal incrementaría la cantidad de trabajo que debe realizar, pudiendo esto limitar la calidad y cantidad de tomates que produce.

Supongamos que decide comprar menos fertilizante, arriesgando la calidad de sus tomates. Ahora, por cada tomate que venda el agricultor, destinará 6 monedas al pago de sus 3 empleados, 1 moneda a fertilizante y las otras 3 monedas son la ganancia. Todo parece estar casi igual que antes, sólo que ahora los tomates son un poco menos jugosos y son algo mas pequeños.

El problema no se ha resuelto, porque la inflación continúa, el precio del tomate sigue fijo y sus empleados le exigen un nuevo aumento de salarios. El agricultor decide recortar su presupuesto y despedir a su administrador y llevar él sus propias cuentas. Con esto podrá subir nuevamente el salario de sus ayudantes. Ahora, por cada tomate que vende, destina 6 monedas a los 2 empleados que quedan, 1 moneda para fertilizante y 3 monedas son la ganancia.

Pero el problema no se ha resuelto: la inflación no sólo ha afectado a los alimentos. Ahora el precio del fertilizante —que no estaba regulado— ha subido. Ahora, por cada tomate que vende destina 6 monedas para sus 2 empleados, 3 monedas para tierra y fertilizante —que subieron de precio— y sólo queda 1 moneda de ganancia.

Como la inflación aún sigue presente, el gobierno vuelve a aumentar los salarios y el fertilizante vuelve a subir de precio, pero el precio del tomate sigue congelado. En este caso, el productor no puede cubrir sus costos vendiendo los tomates a 10 monedas, por lo que decide cerrar. Quizá podría seguir produciendo y vender los tomates por debajo de la mesa a un precio mayor, pero arriesgándose a ser penalizado.

El control de precios no es algo nuevo. En el siglo XX se fijó el precio del muchos bienes y en múltiples países: Rusia, Estados Unidos, Alemania, pero no funcionaron. En Venezuela, desde 2003 se ha regulado el precio de más de 100 bienes y tampoco ha funcionado para garantizar el acceso a los productos. Venezuela tiene la inflación más alta del mundo y problemas de escasez sin precedentes.

El control de precios es atractivo para un gobierno porque mantiene la promesa de garantizar el acceso de productos básicos a toda la población. Sin embargo, mantener los controles por largos períodos deteriora la producción nacional, provoca escasez y rompe la promesa de que los bienes básicos son accesibles para todos.