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#Perspectivas // Venezuela y todo el petróleo que nunca será extraído; por Andrés M. Guevara

Fotografía de Charlie Riedel para AP.

Fotografía de Charlie Riedel para AP.

Venezuela posee las mayores reservas de petróleo del mundo”. ¿Cuántas veces has leído esta frase? ¿Demasiadas para contarlas? A pesar de ser verdadera, asumiendo que se pueda recuperar económicamente 20% del petróleo en sitio en la Faja del Orinoco, es también profundamente engañosa por ignorar un hecho evidente sobre la vastedad de petróleo que hay bajo nuestro suelo: la mayor parte del mismo nunca verá la luz del día. Vamos a sacar las cuentas:

Supongamos que en 2016 Venezuela produce 2.4 millones de barriles de petróleo por día (entiéndase que estos son números redondos). De estos 2.4 millones de barriles, algo como 600 mil van para el consumo doméstico o la demanda interna, incluyendo los Caprices y Conquistadores de los años 80. Restan 1.8 millones de barriles por día para exportación que rendirían aproximadamente 26 millardos de dólares anuales, asumiendo un precio de 40 dólares por barril y considerando que el pago de esas exportaciones sea hecho en dólares contantes y sonantes.

BELLORÍN

Como el petróleo representa 95% de las exportaciones venezolanas y no tenemos ahorros, básicamente tendremos 26 millardos de dólares para importar todo lo que necesitamos para funcionar como país. Si lo comparamos con los 45 millardos anuales que importamos en promedio desde 2008, esto quiere decir que para volver a la “normalidad” en cuanto a importaciones, ¡necesitaríamos aumentar los ingresos del 2016 en más del 70%!

De la misma forma, esto representaría aumentar las exportaciones petroleras en 70%, de 1.8 millones de barriles por día a 3.1 millones y la producción de petróleo en más de 50%, de 2.4 millones de barriles por día a 3.7 millones (que fue, por cierto, la producción aproximada de Venezuela en 1998).

¿Pero será que conseguiremos vender este petróleo a 40 dólares por barril por siempre?

Antes de responder a esta pregunta, viajemos al futuro. Imagínense que estamos en el año 2100. Hace 70 años que el mundo alcanzó el pico de demanda de petróleo en el año 2030. Los carros eléctricos dominaron a Detroit y el mundo se mueve por energía solar, eólica, hídrica, hidrógeno y gas natural. Ya no más petróleo ni carbón. Lo poco que sobró de la demanda mundial de petróleo proviene de la industria de petroquímicos, como combustible de reserva y de países pobres que todavía están tratando de alcanzar al resto del mundo en cuanto a matriz energética. Esto provocaría un colapso en los precios del petróleo, sin perspectiva de mejora.

#Perspectivas El gran potencial del gas natural y el condensado en Venezuela; por Andrés M. GuevaraParece obvio: la noción de que podremos sustentar los niveles actuales de producción durante los próximos 200 años, como muchos creen, está absolutamente equivocada. El desenlace más probable es que en este siglo prácticamente habremos dejado de producir petróleo y una buena parte de esas reservas (e ingresos) quedarán debajo de la tierra para siempre.

Entonces, ¿qué debemos hacer si nuestra principal fuente de exportación tiene fecha de caducidad?

Rusia y Arabia Saudita saben la respuesta. En vez de trabajar con la OPEP para aumentar los precios, ellos han protegido su cuota de mercado maximizando la producción y desplazando a los productores más costosos. En pocas palabras, están tratando de producir todo lo que pueden lo más rápido posible y al menor costo posible.

Si queremos evitar dejar millardos de barriles de reservas (y de dólares) sin explotar, deberíamos hacer lo mismo.

¿Cómo sería un aumento masivo de producción? Supongamos que los niveles actuales de producción de petróleo convencional (1.2 millones de barriles por día) se mantienen de alguna manera a través de la combinación de técnicas de recuperación secundaria, desarrollo de reservas y algo de explotación. Esto deja todo el crecimiento para la Faja (ya que 3 de cada 4 barriles de reservas están en ahí), la cual necesitaría más que duplicar la producción de 1.2 millones de barriles por día para llegar a 2.5 millones. Para contextualizar, sería necesario duplicar los cinco proyectos en operación de la Faja concebidos en los años 90. La consecución de esto nos permitiría producir 3.7 millones de barriles por día, atender a la demanda interna de 600 mil barriles por día, dejar 3.1 millones de barriles por día para exportación que, a 40 dólares por barril, permitirían a su vez importaciones de 45 millardos de dóalres (en línea con nuestro reciente promedio histórico). En teoría con eso volveríamos a la “normalidad”.

Mantener un nivel de producción de 3.7 millones de barriles por día durante los próximos 84 años rendiría 113 billones de barriles. Pero, ya va: Venezuela tiene 300 millardos de barriles en reservas, ¿correcto? O sea que aunque logremos la tarea hercúlea de producir 113 billones de barriles hasta el 2100, habríamos producido sólo el 40% de nuestras reservas y habríamos dejado 187 millardos de barriles bajo tierra.

Esta línea de pensamiento cómoda y floja de que tenemos “las mayores reservas del mundo” ha desfigurado nuestra conversación sobre el petróleo en Venezuela. Tenemos que caer en cuenta de que el resultado más probable es que una buena parte de ese petróleo permanecerá enterrado.

Si queremos tener una oportunidad como sociedad de generar y capturar la riqueza del petróleo que se encuentra bajo tierra, necesitamos movernos y rápidamente porque estamos en una carrera contra el reloj. Hace falta imprimir un sentido de urgencia en nuestra sociedad y en la clase política para que actúe con coraje y decididamente. Está en nuestro control cambiar el final de esta historia.

Este artículo original fue publicado en inglés en www.caracaschronicles.com. Puede leerlo haciendo click acá.