Perspectivas

#Venezuela / Una coyuntura con resistencia; por Luis Carlos Díaz

Por Luis Carlos Díaz | 21 de julio, 2014

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En una reunión reciente solicitaron un resumen de la situación-país, sin el compromiso de plantear soluciones ni acciones posteriores. Tan sólo querían narrar qué pasaba. Aquí algunos apuntes:

Las condiciones para que aumenten las protestas sociales en los próximos meses están dadas. El primer semestre de 2014 tuvo más protestas que todo el 2013 y las razones empeoran. Hay escasez de cosas básicas aunque el BCV se haya negado a presentar las mediciones oficiales y no todas las economías familiares pueden sostenerse pagando sobreprecios o colas (que son un pago de tiempo) para adquirir productos.

Otras cosas vitales y sencillas como algunas medicinas para el corazón, oncológicas o neurológicas, sencillamente no se encuentran. El malabarismo de dólares centralizados por el Gobierno no sólo ha sido ineficiente para las aerolíneas: también ha afectado a la industria farmacológica, alimenticia, de telecomunicaciones, automotriz y química (entre otras). Eso lo estamos pagando caro, con muertes por falta de insumos y un deterioro acelerado en la calidad de vida. En muchos casos, aunque se aprueben divisas, las fallas en los suministros ya llevan muchos meses acumulados.

En materia económica ha faltado valentía y dignidad para tomar las decisiones correctas que frenen la inflación y el endeudamiento público. Se ha alargado la borrachera de petrodólares un poco más y en paralelo el sistema de propaganda ha sido eficaz para culpar a terceros. Culpar a quienes deben subir sus precios. Nunca el poder ha explicado que la inflación se impulsa porque tienen encendida la máquina de imprimir bolívares sin respaldo, lo que aumenta el humo de economía farsante con una moneda que vale cada vez menos.

La alternativa a esto, que es el crecimiento económico por la vía de la producción, también está mellada. Estamos produciendo menos de muchos rubros, desde alimentos hasta petróleo. En paralelo, el aparato público crece y el Estado sostiene cada vez más puestos de trabajo dependientes de la renta petrolera y la recolección fiscal que no son productivos. No agregan valor. En materia energética somos un colador. Estamos  muy vulnerables en el sector eléctrico y nunca nos explicaron en qué se fue el presupuesto de tantas emergencias, adjudicados sin licitación ni rendir cuentas. A través de millones de tubos de escape y termoeléctricas quemamos presupuesto subvencionando los combustibles, lo que altera  aún más la economía.

La lucha anticorrupción prometida hace meses no ha tenido ningún logro y más bien se ha protegido a los sospechosos. El mismo abandono de consignas ocurrió con los planes de desarme, la reforma de la justicia y la humanización carcelaria. Se acumula la impunidad, así que se multiplican los delitos y el sistema de extorsiones a múltiples niveles, porque es más barato robar si no habrá consecuencias. Aumentan las mafias para casi cualquier rubro asociado al Estado, desde conseguir sacos de cemento a 30 bolívares, hasta no ser investigado como alguna de las empresas de maletín que fugaron más de 25 mil millones de dólares de la cárcel cambiaria.

Sin embargo, las protestas sociales siguen sin encontrar en los políticos a sus operadores naturales. Los liderazgos no terminan de concentrar la representación de múltiples sectores sociales. Sus discursos pocas veces conectan con las clases populares, así que hay incomprensiones mutuas que generan más inercia en la tragedia cotidiana. Por eso menguaron las protestas de calle que sólo pedían un cambio de Gobierno. Esa fórmula no ocurría así de manera automática, porque la incertidumbre es costosa, ¿quién se iba a arriesgar a tener aún menos certeza que la actual? Hacer cola por comida es cruel, pero la amenaza de que la alternativa sea que no haya comida funciona para amarrar a los más débiles. Por eso protestaron los jóvenes, que tenían menos qué perder. Pero hoy son una generación frustrada por la represión y la falta de nexos con otras agendas de sensibilidades.

Claro que la cosa no está mal para todos. Mucha gente sigue trabajando, muchas cosas se siguen vendiendo en el mercado, porque la gente sabe que ahorrar dinero es perderlo. Consumir y comprar es, en cierta forma, proteger el capital de depreciación. Significa que hay margen para ciertos sectores comerciales, de servicio y consumo… pero esa bonanza momentánea se paga por otro lado con gastos en seguridad y más temores ante secuestros. Ni la boliburguesía ni el empresariado tradicional, por ejemplo, ha disminuido su cantidad de escoltas.

Es el momento de la incertidumbre sin esperanzas, porque con esperanza sí habría ánimos para lograr cambios. Un sector del país ve a los lados y no se encuentra. Se sabe multitud pero no movimiento. Y eso no es casual, ocurre porque la esperanza fue tiroteada, porque quienes detentan el poder han comprendido que no alcanza para todos. Ni siquiera para los suyos. De allí se explica que inventen nuevos impuestos y ollas para raspar. Así que la estrategia gubernamental se mantiene: reducir las aspiraciones de la gente y ver cómo otros se van del país. Pero la renta petrolera y la recaudación fiscal no alcanza en un sistema corrupto e insaciable. No todos podemos ser funcionarios del Estado ni podemos esperar que nos regalen una casa bielorrusa, nos subvencionen el crédito y nos cubran con más dinero público los seguros privados de HCM porque los hospitales no sirven. El chavista way of life es una franquicia limitada y excluyente.

En la actualidad tres cosas aglutinan al chavismo: la memoria del líder, suerte de manto que cubre a un gentío diverso e incómodo entre sí, pero donde está claro que por fuera no hay salvación. Por eso la competencia de halagos y los reacomodos de complicidades en torno a los nuevos microlíderes. Lo segundo que aglutina a la nomenclatura es la idea del “no volverán”. Eso es más fuerte que pasarla mal. Es la resistencia más grande a ceder un milímetro de poder. No es el miedo a un pasado que fue condenado por el relato, sino la imposibilidad de un futuro distinto. El “no volverán” también es un grito antidemocrático, el desconocimiento de la alternabilidad y el secuestro del poder. El tercer conector del chavismo es la sensación de que todavía queda de dónde sacar. Ya el proyecto no es importante sino que es el vehículo para mantener el usufructo del presupuesto público. Renunciar a él se percibe como un suicidio, así que la apertura está descartada. El congreso del PSUV será para reacomodar la hegemonía y las alianzas el mayor tiempo posible.

Por otro lado, la mayor parte de los medios de comunicación han optado por ser poco relevantes en la narración del conflicto. La ciudadanía tiene menos canales independientes y las redes digitales no pueden suplir toda la dieta informativa. No es gratuita. La compra y domesticación de medios es una movida diseñada para silenciar la diversidad. Sin embargo aún queda gente que saca fuerzas para oponerse y eso no deja de ser interesante.

Claro que hay más condiciones para la protesta, sí. Pero el metamensaje del poder en los meses anteriores se adelantó. Dice en voz baja: sepan que protestar significa cárcel, tortura, retardo procesal, brutalidad y hacinamiento, incomunicación con familiares, humillación pública, acusaciones de terrorismo aunque sólo vendas empanadas e impunidad o juicios en libertad para los policías y militares que asesinen ciudadanos durante la represión.

¿Hay margen de juego ciudadano con este escenario? Difícil si ocupamos el tiempo en la supervivencia. Salvo que se vea la defensa de la cotidianidad como a Kamchatka en la película argentina: un lugar para resistir.

Luis Carlos Díaz Periodista y bloguero

Comentarios (5)

Petrusco
22 de julio, 2014

Como siempre, excelente análisis.

Algunas precisiones:

“Los liderazgos no terminan de concentrar la representación de múltiples sectores sociales”

¿Liderazgos?, ¿Con qué se come eso?. Hay dirigentes, Estrellas Pop y viejos dinosaurios pero verdaderos líderes con mensaje coherente, seriedad y responsabilidad hasta ahora no se conocen que sirvan para aglutinar la alternativa al chavismo.

“Ni la boliburguesía ni el empresariado tradicional, por ejemplo, ha disminuido su cantidad de escoltas”

Para ser políticamente “correctos”, esta frase debería ser: “Ni la boliburguesía ni la burguesía tradicional, por ejemplo, ha disminuido su cantidad de escoltas”

“Por otro lado, la mayor parte de los medios de comunicación han optado por ser poco relevantes en la narración del conflicto”

Más bien los medios de comunicación han optado por ser un poco más MEDIOS y no tan protagonistas, que es lo correcto. Eso nos permite una visión menos sesgada y azuzante de la realidad, aunque la mayoría de las emisoras de radio en el horario vespertino transmiten programas de opinión totalmente cáusticos en contra del gobierno.

“La compra y domesticación de medios es una movida diseñada para silenciar la diversidad”

La compra de medios es una movida de negocio. Los medios de comunicación SON un negocio aunque siempre quieran pintar la compra venta con colores de libertad de expresión, derechos, etcétera.

Un abrazo

Julieta Camejo
22 de julio, 2014

Este juego está trancado, por favor que a alguien se le ocurra algoooo para salir de esta pesadillaaaa!

Moises P Ramirez
23 de julio, 2014

Luis Carlos, Dantesco recuento de la tragedia que vivimos. Huir o enfrentar la amenaza es el dilema sano. El dilema de resistir (aguantar) o aceptar (y adaptarse) no es tan sano. No he visto la película argentina, pero allí la adaptación (el peronismo) ha mutado horriblemente y esa sociedad se revuelve perversamente en una involución tan absurda como la venezolana.

Ser resilientes (no resistentes) en nuestra cotidianidad para poder enfrentar eficazmente al chavo-madurismo.

@manuhel
25 de julio, 2014

Kamchatka. Cómo no hacer esa analogía si la vivimos en cada situación.

La historia se repite otra vez, en tan poco tiempo, solo que un poquito más al norte.

Hugo
9 de enero, 2015

¡Viva Chávez!

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