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Sobre los resultados anunciados por el CNE; por Eugenio Martínez

Fotografía de Cristian Hernández para EFE

Fotografía de Cristian Hernández para EFE

La flexibilización de los controles de identidad en el proceso de votación del 30 de julio, la ausencia de testigos con acceso a las actas de escrutinio en cada mesa de votación y la evidente presión a los ciudadanos para que acudieran a sufragar son los principales hándicaps de los resultados ofrecidos por el Consejo Nacional Electoral (CNE).

Cuando la presidenta del organismo comicial anunció que se podía votar en cualquier centro del municipio en donde está inscrito el elector, eliminó una de las restricciones más básicas que existen para garantizar la integridad de una elección. Con la excusa de facilitar el voto a los ciudadanos afectados por la violencia, Lucena permitió que la posibilidad de votar en múltiples centros fuese real y sin ningún tipo de control.

Previo a las elecciones parlamentarias del año 2015, la presidenta del CNE Tbisay Lucena explicó: “La confianza en el CNE no es algo que hemos construido en un solo día. Es algo que hemos construido desde hace muchos años con las electoras y los electores (…) Es una confianza basada en hechos, no en un acto de fe (…) hemos dado las garantías para creer en el CNE. Es una confianza avalada por las mismas organizaciones políticas en varios sentidos: una es que sistemáticamente han participado en todas las auditorías que hemos hecho, y además, han contribuido con la seguridad del sistema electoral venezolano”.

La mayoría de estos argumentos no se mantuvieron en la precaria organización de la elección a la ANC, lo que aumenta las dudas sobre los anuncios de participación realizados por la presidenta del CNE en la noche del domingo 30 de julio.

¿Las captahuellas no evitaban que se votara más de una vez?

En el año 2015 Lucena explicó el uso de las captahuellas de esta manera: “Cada año nosotros vamos aumentando las garantías. No sólo mantenemos las que ya se han dado, que están todas publicadas en los centros de votación; las auditorías, los avances en los procedimientos, los protocolos técnicos, jurídicos y logísticos, sino también, por ejemplo, este año nos solicitaron que hiciéramos una auditoría de huellas después del proceso electoral. Efectivamente, el Consejo la aprobó”.

Sin embargo, el contraste entre las últimas elecciones y la votación de la ANC es evidente. En las elecciones parlamentarias del año 2015 se habilitaron 42 mil mesas de votación. No obstante, para el proceso del 30 de julio las rectoras del CNE (antes de hablar de violencia en 71 municipios y anunciar la creación de centros de contingencia) decidieron habilitar solo 24 mil mesas. ¿Por qué? Nunca se ofreció una explicación para este decisión. No obstante, la medida aumentó el promedio de electores por mesas a más de 800 ciudadanos, lo que provocó que el Sistema de Autenticación Integrado (SAI) no funcionara como lo hizo en el pasado.

Hasta 2015 el SAI, al momento que un elector se identificaba con sus huellas, podía generar cuatro incidencias distintas:

1. Coincidencia o match. Ocurría cuando el SAI determinaba que la huella del elector coincidía con una de la huellas previamente almacenadas para este elector.

2. No coincidencia o no match. El SAI determinaba que ninguna de las huellas del elector coincidía con las huellas previamente almacenadas para ese elector.

3. Sin miembros superiores. El elector carecía de miembros o extremidades superiores.

4. Sin huellas registradas. El elector no tenía sus huellas registradas en la memoria de la máquina.

Solo en el primer caso el elector podía votar directamente. En los siguientes tres supuestos (o incidencias) el ciudadano podía votar después de que se almacenaran y registraran sus huellas. En el caso de las personas sin miembros superiores la votación se ejercía cuando la máquina era desbloqueada por el presidente de mesa. No obstante, al momento de reducirse la cantidad de mesas que se usarían en la elección de la Constituyente el SAI quedó anulado para poder ejecutar estas funciones (solo puede almacenar los datos y huellas de 600 electores). Al anularse la principal función del SAI se abrió la posibilidad al voto múltiple, especialmente cuando se anunció que se podía votar en cualquier centro del municipio en donde el ciudadano está inscrito.

Este retroceso en el uso de la tecnología contrasta con lo que declaraba Lucena en 2015: “A partir del 2003 con la nueva plataforma tecnológica hemos ido perfeccionando el sistema electoral. Fuimos buscando, en cada una de sus fases, donde podíamos hacerle una mejora. La última mejora fue el tema biométrico. Estuvimos seis años investigando para finalmente en el 2012 proponer la identificación biométrica como parte integral del sistema electoral”.

¿Qué ocurre si el SAI no funciona correctamente?

En este caso debe evaluarse un conjunto de factores: al no existir competitividad entre partidos no había testigos en las mesas además el CNE no precisó si las personas en mesas de votación fueron los ciudadanos sorteados para este fin en el año 2016. Con este escenario, y sin el correcto funcionamiento del SAI una persona podía votar teóricamente múltiples veces en una sola máquina/mesa.

¿No se auditó el sistema?

Antes de las elecciones parlamentarias de 2015 Lucena indicaba: “Cada año nosotros vamos aumentando las garantías. No sólo mantenemos las que ya se han dado, que están todas publicadas en los centros de votación; las auditorías, los avances en los procedimientos, los protocolos técnicos, jurídicos y logísticos, sino también, por ejemplo, este año nos solicitaron que hiciéramos una auditoría de huellas después del proceso electoral. Efectivamente, el Consejo la aprobó”.

Sin embargo, estas ideas de aumentar las garantías no se mantuvieron en 2017. De las 110 fases (entre técnicas y lapsos legales) que ejecutó el CNE en las elecciones parlamentarias, para la organización de los comicios a la Constituyente se dejaron de ejecutar 70 fases o procesos. En la última década estas fases se han realizado con la participación de los testigos de la oposición y los técnicos de los observadores nacionales e incluso algunos acompañantes internacionales y 14 auditorías o revisiones técnicas esenciales al sistema de votación.

1. Producción de los cuadernos de votación

2. Software de máquinas de votación

3. Software de totalización

4. Huellas de electores

5. Producción de máquinas de votación

6. Producción de equipos del Sistema de Autenticación Integrado (SAI)

7. Infraestructura electoral

8. Auditoría al Sistema de Información al Elector (SIE)

9. Predespacho

10. Verificación Ciudadana Fase I

11. Verificación Ciudadana Fase II

12. Estadística de Participación

13. Archivos de Configuración de Máquinas de Votación

14. Auditoría de Telecomunicaciones pre evento electoral

La mayoría de estas revisiones no se realizaron. Y las escasas auditorías ejecutadas no contaron con la presencia de testigos de los candidatos, ni de observadores nacionales. En este sentido es importante destacar que el CNE asignó a la empresa en la empresa Arawana (Rif-j-40237947 1) la revisión del sistema. Esta empresa (que cobró Bs. 67.463.000 + Iva para avalar auditoría de la ANC) fue registrada en el mes de abril de 2017.

¿Hubo voto nulo?

El CNE dificultó al máximo la posibilidad que los electores pudiesen votar nulo. El dato de sufragios nulos pudiese servir para analizar mejor la participación anunciada por Lucena. No obstante, al momento de escribir este texto el organismo comicial sigue sin mostrar el detalle de los resultados de la votación para la ANC.

¿Puede el CNE demostrar que el dato de participación es real?

En un proceso con menos auditorías, sin tinta indeleble, que utilizó subregistros electorales, que no respetó la proporcionalidad ni la universalidad del voto ni la personalización del sufragio, con escasos controles contra el voto múltiple, con presión directa e indirecta a los 14 millones de inscritos en el Carnet de la Patria, resulta complejo avalar los resultados presentados. No obstante, una auditoría amplia a las bases de datos de huellas recabadas ayer en la plataforma biométrica pudiese servir para despejar algunas dudas (especialmente con el voto múltiple). No obstante, esta vía ya se intentó en el año 2013 y la revisión que planteó el CNE al archivo biométrico resultó inaceptable para la oposición.

¿Cuántas personas participaron realmente?

El anuncio que Lucena ofreció el domingo en la noche sugiere que votaron 41,5% de los electores inscritos, cifra que contrasta abiertamente con las proyecciones de votación que ofreció días antes Datanálisis. Según la encuesta del mes de julio

solo 12,6% de los votantes estaban muy dispuestos a votar, mientras 12,5% estaban algo dispuestos a sufragar, lo que implica que el mejor escenario de participación que proyectaba la encuestadora era de 25% del RE, lo que equivale a 4.8 millones de personas..

Por otra parte, los exit count realizados el domingo por firmas independientes ofrecen datos muy distantes del anuncio realizado por Lucena. La encuestadora Delphos proyectó una participación de 3,1 millones de electores, mientras Ratio-Ucab aseguró que habían participado 2,2 millones. Por otra parte, la empresa de mercado de capitales, Torino Capital, que contrató a la firma Innovarium para un exit count privado, proyectó un escenario de participación entre 3.111.807 electores (piso) y 4.086.309 (techo). Su estimado de personas que acudieron a sufragar es de 3.600.058 electores.

Sin embargo, el conteo que se difundía desde el Psuv y el CNE (supuestamente con datos proporcionados por un contador manual de los operadores del SAI) difieren de las proyecciones independientes. Según estos datos para la 1:00 pm del domingo ya habían participado 4 millones de personas. En esta proyección de votación se sugería que terminarían votando seis millones de electores.

¿El voto múltiple puede explicar una participación de 8 millones de personas?

Resulta difícil imaginar una estrategia de voto múltiple que pudiese generar, por ejemplo, 100 votos adicionales en cada una de las 24 mil mesas de votación. Si este fuese el caso se estaría hablando de apenas 2,4 millones de votos ficticios. En este sentido debe suponerse que la cifra de ocho millones de electores participando obedece a una mezcla de factores en donde la presión y control social jugaron un rol determinante.

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