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#Testimonios “Si yo salgo corriendo, tú me metes un tiro por la espalda…”; Miguel Rodríguez por Nolan Rada

Por #Testimonios | 2 de marzo, 2014

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Miguel Rodríguez no estaba protestando el 21 de febrero en la Av. Bracamonte, a las 5:10 de la tarde en Barquisimeto. Nadie lo hacía. Sólo una bolsa negra quemándose en una calle con escombros alteraba la normalidad del espacio, sin que el tránsito de la zona se detuviera. Nadie protestaba en la misma avenida donde el día anterior se registró una manifestación de las que ocupan a Venezuela desde hace más de diez días. Las protestas estudiantiles que comenzaron en el estado Táchira han desencadenado el malestar en distintos sectores de la sociedad venezolana. Miguel bajaba por la calle en búsqueda de la Av. Lara, donde normalmente toma un ruta 21 hacia el oeste. Pero un funcionario de la Guardia Nacional lo ha interceptado y apunta hacia su cara con una lanza bombas lacrimógenas.

Tres vehículos rústicos machitos le pasaron cerca mientras caminaba; dos de chasis largo y uno de chasis corto. El de chasis corto, 30 metros después de haberlo pasado, se devuelve a su encuentro. De los cuatro funcionarios que bajaron de la unidad, todos con armas largas, uno se dirige a Miguel con una escopeta automática tipo pajiza que le cuelga y el arma de gases antidisturbios con la que ahora le apunta.

− ¡Epa! Párate ahí. ¿Qué llevas en el bolso?

− Tranquilo, hermano. Yo tengo mi uniforme. Acabo de salir del trabajo.

El guardia toma el bolso azul y rojo que cuelga del hombro derecho de Miguel, cocinero de contornos de un restaurante del Sambil Barquisimeto. Da un paso atrás y le dice al guardia, quien todavía le apunta al rostro:

−¡Epa! Cuidado. Se te puede escapar un tiro.

−Qué se me puede salir un tiro nada. Déjate requisar y pídele a Dios que no tengas nada, porque si encuentro algo que te implique, te meto tres años. Eso es lo que están dando.

−¡Coño, pero tranquilo! Te estoy diciendo que yo no tengo problema en que me requises. Estoy saliendo del trabajo.

¿Tú sabes lo que son tres años por mariquear?, dice el guardia mientras revisa el bolso y los funcionarios de los otros vehículos comienzan a disparar proyectiles hacia los edificios y bombas lacrimógenas hacia los estacionamientos de las residencias. No hay nadie protestando. Miguel Rodríguez intenta argumentar:

−¡Yo lo que estoy es trabajando!

−Yo no sé si tú estás trabajando o estás con estos carajitos−, dice el guardia, quien luego dispara apuntando hacia el aire a nivel de la cara de Miguel.

Las detonaciones de los otros funcionarios han cesado. Pero no la requisa.

−¡Móntate, móntate, móntate! Acuérdate de que estamos en un operativo− le dicen los compañeros de Jeep al funcionario que encañona a Miguel Rodríguez.

−¿Cuál operativo, si aquí tenemos a uno?

−¡Deja a ese chamo quieto!

−Si aquí lo que estamos haciendo es nuestro trabajo… −replica el funcionario, que esta vez dispara dos proyectiles al aire.

Los compañeros vuelven a repetirle que se monte. Él se dirige a Miguel:

−Vete de aquí. Sal corriendo.

−¿Tú crees que yo soy guevón o soy loco? Si yo salgo corriendo, tú me metes un tiro por la espalda y dices que estaba huyendo.

−Ah, no vas a correr…

Lo siguiente que escuchó Miguel Rodríguez fue el sonido del aire que expulsaba una bomba lacrimógena que ahora libera humo a sus pies. Luego de patearla, se apartó del lugar hasta que, treinta metros después, otro sonido vuelve a detenerle: otra vez los guardias estrellan proyectiles en las paredes de las residencias, en una zona donde nadie estaba protestando.

#Testimonios 

Comentarios (3)

Oswaldo Aiffil
2 de marzo, 2014

Lo triste es que quizás no pueden regresar con las bombas y los perdigones sin percutir porque los regañan. Como no quieren reprimir los gastan contra blancos inexistentes. Todo es posible Nolan.

TuitBotica (JDVR) (@juliovivasr)
2 de marzo, 2014

Muy buen trabajo, Nolan!

Nolan Rada Galindo
6 de marzo, 2014

Muchísimas gracias por leer y sumar su opinión.

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