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¿Qué hacer cuando comienza a fallarnos la memoria?; por Samir Kabbabe

¿Qué hacer cuando comienza a fallarnos la memoria; por Samir Kabbabe 640AB

Fragmento de Mnemosyne (1876-1881), de Dante Gabriel Rossetti

Los olvidos son asunto frecuente y es común no saber cuándo empezar a preocuparse por ellos. A medida que avanzamos en edad nos percatamos de que los recuerdos están sometidos a cambios y la memoria está sometida a plasticidad.

El registro y almacenaje de información, así como la incorporación de la información a la conducta y acciones como procesar o evocar, son procesos complejos. Memoria y aprendizaje van juntos, pero el aprendizaje depende de la capacidad de registro, de la atención, de la concentración, además del uso y la repetición de lo registrado y la evocación.

En estos tiempos que vivimos con entornos de ansiedad y, además, tantos cambios en el conocimiento y en las exigencias de nuevas destrezas, se afecta la atención y la capacidad de registro de nueva información. Y a medida que vamos cumpliendo años los sistemas de registro y memoria de nuestra mente pueden acumular cierto deterioro.

Por eso es útil puntualizar algunos conocimientos básicos de la apasionante biología de la memoria y la mente humana, para saber cuándo un olvido es benigno y no representa mayor problema, pero también cuándo un olvido es patológico y amerita de atención médica.

¿Qué hacer para preservar la memoria e identificar tempranamente una demencia?

La memoria

La memoria la constituyen varios sistemas que funcionan para el almacenamiento, la retención y la recuperación de informaciones. Así que, funcionalmente, la memoria se clasifica en cuatro tipos.

1. Memoria de Trabajo. Es la memoria operativa, la de corto plazo. Permite la actividad cotidiana y se mantiene mientras la información está en la conciencia. Por ejemplo: para desplazarnos en automóvil por alguna ruta activamos circuitos de orientación espacial, que son circuitos aprendidos y almacenados sobre el manejo y las normas que manipulamos precavidos de lo que acontezca, como la velocidad, los movimientos de los otros vehículos, los semáforos, los baches y cualquier desviación fuera de lo normal, mientras estamos al tanto del reloj, de la radio y de lo que nos digan los acompañantes. Por eso es habitual no retener todo lo que pasa durante la actividad de esta memoria.

2. Memoria Episódica. Es explícita y consciente, porque es la que reúne las experiencias personales y únicas de cada individuo, así que puede recoger innumerables detalles de lo vivido. Esos recuerdos pueden durar minutos o volverse permanentes. Es la que permite, por ejemplo, evocar una experiencia en la playa, acostados, plácidos, a las cinco de la tarde, con brisa una refrescante que lleva algunos granos de arena a rozar la piel algo húmeda y caliente, con el ruido de olas, el olor de mar, el placer, la ensoñación. Todos esos elementos almacenados confluyen simultáneamente y nos hacen vivir de nuevo la experiencia, hasta en sus más mínimos detalles. Esta memoria coherente que recoge los mapas de todo lo acontecido, sentido y vivido, existe gracias a una integración que se da en una parte de nuestro cuerpo: el hipocampo.

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El hipocampo es la zona resaltada en color rojo.

El hipocampo es fundamental para la memoria episódica y la integración de los recuerdos. Su nombre se debe a que tiene forma de caballito de mar si se corta y se lo ve de frente. Está ubicado de tal forma que hace contacto con las distintas partes que almacenan las informaciones que confluyen en él durante la memoria episódica. En el hipocampo y en la zona entorrinal (que está debajo de él) hay células neurológicas progenitoras que terminan en neuronas con complejidades de conexiones que formarán nuevos circuitos neuronales para nuevos aprendizajes, nuevos recuerdos.

Hay una actividad conocida como Sinapsis de Hebb que consiste en la actividad de descarga simultánea de todas las neuronas conectadas entre sí, partiendo del hipotálamo. Con la activación repetida, como un árbol de navidad con luces intermitentes, cada vez que enciende se consolida la permanencia de la información en la corteza cerebral de las distintas partes del cerebro donde se deposita la memoria. Posteriormente se liberan esas células hipotalámicas, quedando disponibles para la adquisición de nueva información.

Cuando alguien padece la Enfermedad de Alzheimer uno de los hallazgos típicos es la marcada reducción del volumen del hipocampo y la zona entorrinal.

3. Memoria Semántica. Es la memoria explícita o declarativa. Consciente y duradera para toda la vida, guarda los conocimientos del entorno y la información genérica que se adquiere en distintos contextos.

A ella se accede sin que haya detalles del momento en que fueron adquiridas las informaciones, como sucede con el uso del vocabulario, la asociación de conceptos, el significado de lo que es un tenedor, una palabra escrita, un semáforo en rojo, un olor característico, una esvástica, una alarma.

Esta memoria tiende a permanecer estable con la edad y su pérdida es patológica: cuando uno no sabe  qué es un tenedor o para qué se utiliza, hay un trastorno patológico.

A medida que la pérdida de esta memoria avanza, los objetos pierden su significado y así un gavilán pasa a ser sólo un ave rapaz, de ahí a ser un ave, de ahí a un ser vivo, de ahí a ser un objeto.

4. Memoria Procedimental. Implícita, no consciente y duradera, es la memoria de ejecución. Inflexible, repetitiva, automática. Son los hábitos, las habilidades, los condicionamientos y también las asociaciones: un bate, por ejemplo, puede servir como arma; una paleta como una cuchara.

Está adaptada a las experiencias y a las necesidades del individuo: un violinista tiene mejor expresión motora de los dedos, un ciclista con experiencia ejecuta el manejo de la bicicleta sin problemas.

Esta memoria también tiende a permanecer estable con la edad y su pérdida siempre es patológica.

¿Cuándo son benignos los olvidos?

Los olvidos benignos son trastornos de la memoria en los que ocurre alguna alteración en los sistemas de almacenamiento, retención y recuperación de informaciones, pero que no comprometen la funcionalidad cotidiana ni la autonomía. Pueden ser transitorios, pero cuando son permanentes o frecuentes, obedecen a una declinación de la función cerebral de la memoria como ocurre en la ancianidad. Por eso se hace necesario diferenciarlos de una entidad denominada Trastorno Cognitivo Leve (TCL, también denominada predemencia), donde la declinación es mayor de la observada para la edad y pueden cursar con limitaciones de otras funciones cognitivas y comprometer la autonomía.

En la demencia, una condición más avanzada, la pérdida severa de la memoria y la declinación de otras funciones cognitivas superiores comprometen la actividad cotidiana, la independencia y la interrelación con el mundo externo y el autoempoderamiento, requiriendo una asistencia permanente.

Los olvidos benignos ocurren en cualquier etapa de la vida. Y a medida que avanza la edad se hacen más frecuentes y tienen una instalación lenta y progresiva. Habitualmente se asocian con acciones rutinarias y automáticas de la memoria de trabajo. Suelen deberse a falta de atención, aislamiento, ansiedad, depresión o hiperactividad. Y un síntoma son las frecuentes las pérdidas de objetos en acciones automáticas, como llaves, lentes, lápices…

También hay olvidos benignos cuando se cambia el foco y el contexto de una actividad. Es decir: no se recuerda lo que se iba a hacer o a buscar, ni lo que se acaba de leer o decir cuando se cambia el contexto.

Bill Cosby, el humorista estadounidense a quien se le sigue juicio por cosas que sucedieron hace muchos años y de las cuales (aparentemente) ahora ni se acuerda, explicó en una oportunidad que al abandonar la silla de su escritorio para buscar algo en la alacena, al llegar se le olvidaba a qué iba y que luego, al volver a sentarse en la silla, le volvía a la memoria. Y esto le sucedía reiterativamente, l oque le permitía concluir, y así lo explicaba, que había unos dispositivos en las nalgas que al sentarse activaban la memoria.

No se trata de eso, sino de que los recuerdos tienen contexto y funcionan como ventanas que se abren secuencialmente.

Muchas veces el olvido de locaciones, fechas o lo que se acaba de escuchar ocurre por déficit de registro provocado por ansiedad, pánico, falta de atención, aislamiento o depresión.

En tiempos de guerra, por ejemplo, los niños en Bosnia no registraron en su memoria durante los bombardeos ni gran parte de los hechos y vivencias. Y los niños y algunos adultos de la Siria actual probablemente no registren partes de sus dramáticas vivencias.

¿Cuándo son patológicos los olvidos?

Los olvidos son patológicos cuando tienen instalación aguda o subaguda. Son patológicos los olvidos que, por su magnitud y frecuencia, afectan la actividad cotidiana, la independencia y capacidad de interrelación.

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Mnemosyne (1876-1881), de Dante Gabriel Rossetti. Haga click sobre la imagen para ampliarla.

Toda alteración de la Memoria Semántica es patológica. No es normal que se pierda la capacidad de saber qué es una cuchara, qué significa la luz roja del semáforo o qué significa ser apuntado por un arma.

Toda alteración de la Memoria Procedimental es patológica. No es normal que se pierda la destreza de utilizar los cubiertos para comer, cómo utilizar un destornillador o cómo escribir.

También son patológicos los olvidos cuando se presentan junto con la declinación de otras funciones cognitivas que acompañan a la memoria, como la comprensión, el lenguaje, el cálculo, el razonamiento, la toma de decisiones, etcétera. La razón es que sugieren alguna enfermedad como el Alzheimer.

Si le preocupan los olvidos,
acuda al médico

Si tiene motivos para preocuparse por sus olvidos, acuda al médico. Y si lo que le preocupa son los olvidos de un familiar, acompáñelo al médico y participe en la consulta. Un médico calificado podrá explorar a través de tests validados si los trastornos de memoria revisten alguna anormalidad o requieren precisión diagnóstica y algún tipo de tratamiento.

Después del interrogatorio y el examen físico, si hubiera elementos de juicio para sospechar que no se trata de olvidos benignos, el médico buscará descartar anormalidades y enfermedades que alteran el funcionamiento normal del cerebro y la mente. Y pueden ser las responsables del deterioro de la memoria, como trastornos de la función de la glándula tiroidea, hipoglicemia, insuficiencia cardíaca, renal o hepática, déficit de sodio o de potasio, de vitamina B12 o ácido fólico, alcoholismo, pobre concentración de oxígeno en sangre, efectos medicamentosos y depresión, entre otras cosas.

El médico también juzgará si es necesario solicitar estudios adicionales (tests especializados, estudios de imágenes, electroencefalograma) que permitan confirmar o descartar un TCL o una demencia como el Alzheimer.

Proteja y promueva su memoria

Para un buen registro y almacenaje de información y una buena recuperación de lo almacenado, es necesario el adecuado manejo del estrés, no dejarse invadir por obsesiones ni emociones extremas como el pánico, darle el tiempo necesario a las ocupaciones y no retar a la mente con múltiples actividades simultaneas, descansar, divertirse, dormir lo necesario, descargar los contenidos tóxicos de la mente y mantener una nutrición balanceada.

Además de eso, las únicas estrategias que han mostrado evidencias definitivas para la prevención de los olvidos, el TCL y la demencia, son los ejercicios aeróbicos, los ejercicios cognitivos y las dietas balanceadas como la mediterránea. Todo el resto de cosas que se han anunciado y mercadeado, como las estatinas para normalizar colesterol, los antioxidantes comercializados, los vasodilatadores que venden como “oxigenadores”, productos naturales como gingseng y gingkobilova y todo lo que la industria farmacéutica y las paralelas han buscado mercadear, no han mostrado evidencias de tener impacto alguno.

Cuando hay un diagnóstico definitivo de un TCL, tiene efectividad preventiva el uso de Donepezil y vitamina E. En pacientes con diagnóstico definitivo de demencia se utilizan medicamentos que mejoran a los pacientes y, obviamente, también es necesaria la estabilización de cualquier otra enfermedad en estas personas.

En cuanto a los ejercicios, pues nunca menos de 150 minutos semanales de ejercicios aeróbicos, distribuidos en no menos de tres días. Además, los ejercicios cognitivos (muchas páginas de Internet tienen modelos) deben consistir en mantener activas las funciones cognitivas, como juegos de cálculo y memoria, razonamiento, asociación de ideas, actividades creativas y con propósitos escribir, emprender proyectos.

Somos memoria

Hay que evitar el aislamiento y ejercitar la memoria en lo afectivo del contexto familiar, pero también con nuestros congéneres en lo social y cultural. Hacerlo en una cotidianidad con propósitos de provecho cívico y de responsabilidad con el país, superando las desmemorias que sólo sintonizan nuestra historia, nuestras anécdotas y las fechas épicas extraviadas que repiten desde la época de la conquista los errores de las riquezas fáciles en oro, perlas y mene, en vez de mirar el trabajo diario, creativo y exitoso que aporta crecimiento y madurez a la sociedad, sus tradiciones y cultura.

Sin memoria cultural las sociedades son precarias. Y sin memoria no hay individuos libres.