Perspectivas

Presión 2×2; por Carmen Beatriz Fernández

Por Carmen Beatriz Fernández | 28 de marzo, 2017

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El gobierno venezolano recibe mayor presión internacional cada día que pasa. El nuevo y amplio informe de Luis Almagro tiene 75 páginas detalladas que se suman a las 132 entregadas hace casi un año a la Asamblea de la OEA, y que dan cuenta de la tragedia venezolana, apurando por una solución. Este informe, tal como ocurrió con el que le precedió, deberá ser discutido próximamente en la asamblea de la OEA con el voto a favor de 18 países socios. De allí, y tras una nueva votación afirmativa de 24 países, podría decidirse la aplicación de la Carta Democrática, un compromiso hemisférico suscrito entre todos los países americanos para abrazar la democracia y sus formas.

El proceso tiene un sabor a “déjà vu” que hace que pueda perder interés noticioso, pero la situación hoy es bastante distinta a la del primer informe de hace sólo diez meses. La coyuntura es más grave porque el proceso de deterioro ha sido muy acelerado, son peores todos los indicadores, y el informe Almagro da buena cuenta de ellos: con una hiperinflación que ya va por su tercer año se ha generado un empobrecimiento atroz de la sociedad: la pobreza alcanza al 80% de la población, existe gran desabastecimiento de alimentos y medicinas, y 3 de cada 4 venezolanos han perdido en promedio 9 kilos de peso en el ultimo año. Pero además en estos diez meses el gobierno de Maduro ha cruzado la línea amarilla de la democracia y expropiado el voto popular, secuestrando arbitrariamente la conducción del referéndum revocatorio, primero, y desconvocando luego las elecciones de gobernadores que por constitución debieron haberse realizado el pasado diciembre.

Como si esto fuera poco, en los 10 meses transcurridos entre ambos informes, el Departamento del Tesoro de los Estados Unidos dictó sanciones contra el vicepresidente de la República Tareck El Aissami por sus vínculos con el narcotráfico, arrojando así una sombría mancha de estado forajido sobre el país con las mayores reservas de crudo del planeta.

Nunca antes las presiones internacionales sobre Venezuela habían sido de tal magnitud. Sin embargo no basta con ello. Para que se produzca un cambio democrático la presión debe ser continua, y no intermitente como ha sido hasta la fecha. Además a las presiones internacionales hay que añadir la presión nacional. Y algo más: a la presión ejercida por quienes han sido tradicionales adversarios hay que añadir la presión ejercida por quienes han sido tradicionales aliados. La presión debería darse en cuatro planos, una matriz de presión 2×2, tanto en el eje nacional-internacional y como en el de aliados-adversarios.

1. La presión externa de los adversarios viene dada por las acciones del gobierno de Trump, por la OEA y por el grupo de los 14. La Asamblea de la OEA podría no llegar a los 24 países votantes a favor de la aplicación de la Carta Democrática, pero ya quienes quizás son los 14 países más importantes del continente, suscribieron una carta en la que le exigían a Venezuela la celebración de elecciones. La iniciativa es muy relevante porque pese a que en el concierto de las naciones de la OEA todos los votos valen lo mismo, en las relaciones internacionales y comerciales es claro que no todos los países importan igual. Aquí son los países grandes, con real incidencia en las relaciones multilaterales, quienes demandan elecciones en Venezuela para considerarla un país que pueda ser tratado como igual.

Doblemente importante resulta que la vocería de los 14 haya sido asumida por México, porque desde hace casi un siglo la cancillería mexicana asumió la “doctrina Estrada”, que implica no sojuzgar a países latinoamericanos cuyo gobierno haya emergido de una revolución. Es decir, México reconoce como legítimos a países latinoamericanos cuyo origen de gobierno sea el revolucionario. Es ésta la razón de la histórica amistad internacional entre México y Cuba, entre otras cosas. De manera que no sólo los 14 exigen elecciones, sino que entre líneas se lee lo que ya es un secreto a voces: ¿cual revolución?

2. La presión externa de quienes hasta hace muy poco fueron aliados, y aquí hay que considerar a los gobiernos de Santos en Colombia y Bachelet en Chile, quienes se han sumado al grupo de los 14. Pero también las presiones de China y otros deudores, en relación a que la posibilidad de cualquier nuevo endeudamiento o refinanciamiento esté supeditada al aval de la Asamblea Nacional, tal como lo contempla la Constitución. Eventualmente también podrá haber presión externa de aliados como el grupo de los expresidentes Zapatero, Torrijos y Fernández, e incluso de Raúl Castro, cuando se tiendan puentes a una negociación real, que no diálogo.

3. La presión interna de los tradicionales adversarios: Ninguna presión internacional será efectiva si no se produce una presión interna simultáneamente. En los últimos meses, tras el diálogo, la presión local fue aflojándose. Antes del diálogo facilitado por El Vaticano y los tres expresidentes, la Unidad había venido trasladando el conflicto político a la calle y al Parlamento, espacio donde juega con claras ventajas, mientras que el oficialismo intentó llevarlo al seno del resto de las instituciones públicas, donde posee desproporcionado control. Pero el llamado “diálogo” resultó ser fundamentalmente una puesta en escena, tras la cual se generó una desmovilización de calle que redujo enormemente la presión interna.

4. El cuarto y ultimo elemento es la presión interna de los amigos, ejercida por quienes han sido tradicionales aliados dentro de las fronteras nacionales. Sin ellos, y sin la posibilidad de que el resto de la sociedad les tienda puentes, difícilmente se llegará a la necesaria redemocratización. Una parte del chavismo, la más sensata, debe ayudar a diseñar una solución institucional y electoral. Hay señales tenues de que esto puede darse. Una de ellas, quizás la más significativa, relatada en un informe de El Vaticano, nos habla de una proporción de voto entre militares en la última elección de 70% a favor del cambio, aún mayor que la proporción en la sociedad como un todo. Recientemente una dirigente oficialista importante, que fue una de las personas más cercanas a Chávez, exigió el calendario electoral de las elecciones de gobernadores que por constitución están obligadas a hacerse y demandó el fin del aberrado control cambiario (que llega a una diferencia de paridades hasta de 300 a 1) y que beneficia a unos pocos creando inimaginables distorsiones en toda la sociedad.

Estos cuatro puntos de presión son por igual importantes para que el retorno de la democracia en Venezuela y la mejora de la crítica situación que vive su pueblo. No solo deben ejercerse en simultáneo, sino de forma continuada y no espasmódica. Aún cuando se llegara a aplicar la Carta Democrática ésta por sí sola no generaría los cambios necesarios. El oficialismo es ya una clara minoría en la sociedad, pero posee casi todo el control institucional y sin la adecuada presión no se generará el desenlace electoral. Los países con gobiernos no legítimos pueden sostenerse por un tiempo, aunque en la dinámica internacional “ser mal vistos” suele venir acompañado por condiciones más desventajosas para el intercambio comercial y las negociaciones financieras. Y, con ello, aún mayores dificultades en lo que ya es una crisis humanitaria.

Hasta ahora la estrategia de Maduro ha sido muy sencilla: sobrevivir. Un día a la vez. No hay porque suponer que cambie lo que le ha funcionado hasta la fecha. Sería posible, y deseable, la definición de un calendario electoral regional, antes de cumplirse el ultimátum de los 30 días que establece el informe de Almagro. Ello le aligeraría al gobierno la presión internacional. La suma de las presiones debe llevar a un desenlace positivo y a la conducción de una real negociación. Esa negociación debe incluir unas garantías mínimas para los actores y la procura de una justicia transicional. El Vaticano, que fue parte del fallido diálogo podría fungir ahora de garante. El diálogo es instrumento de cualquier negociación, pero no cualquier diálogo conduce a una negociación. Y hoy la negociación es imperativa.

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Carmen Beatriz Fernández 

Comentarios (1)

Carlos Molinatti
31 de marzo, 2017

Totalmente de acuerdo! Tengo años diciendo que el verdadero milagro para la reconstitución de la democracia pasa por la sociedad civil como un todo, trabajando, repito trabajando, como un todo!

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