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#Perspectivas // Obstáculos para producir todo ese petróleo; por Andrés Guevara

Perspectivas Obstaculos para producir todo ese petroleo por Andres Guevara

En mi post anterior, publicado aquí en Prodavinci, hablé sobre cuán difícil sería para Venezuela explotar todo su potencial petrolífero: aunque consiguiéramos extraer un 40% de nuestras reservas (algo así como 3,7 millones de barriles por día, desde hoy hasta el año 2100), la tarea es cualquier cosa menos sencilla. Y, además, la permanencia del status quo lo imposibilitaría, al menos mientras no haya cambios estructurales urgentes.

Actualmente PDVSA no tiene músculo financiero para mantener la producción de petróleo y tampoco tiene capital para aumentarla. De modo que la primera reforma estructural necesaria es permitir la participación protagónica del sector privado en la industria petrolera y transformar la participación del Estado en opcional, en vez de obligatoria.

En la Constitución se establece que la República es dueña de todos los recursos de hidrocarburos (Artículo 12) y que el Estado reserva para si las “actividades vinculadas al petróleo” (Artículo 302). No soy abogado, pero desde mi punto de vista creo que esto no significa que el gobierno sea quien debe extraer el petróleo: puede decidir asignar derechos de extracción o contratar al sector privado para realizarlo, considerando que el Estado está en bancarrota.

#Perspectivas El gran potencial del gas natural y el condensado en Venezuela; por Andrés M. GuevaraLa Ley de Hidrocarburos es menos ambigua y totalmente incompatible con la reforma aquí propuesta. El Artículo 22 establece que el Estado, sea directamente, a través de PDVSA o en joint ventures (también llamadas “empresas mixtas”) con participación accionaria superior a 50%, ejecute las actividades de extracción. Ésta es un área que requiere otra reforma, pero podría ser resuelto de manera simple: permitiendo que el sector privado o empresas mixtas con participación minoritaria del Estado extraigan y comercialicen el petróleo.

En principio, esto no debería ser un problema. Por ejemplo, las regulaciones sobre los hidrocarburos gaseosos de Venezuela son bastante razonables, un precedente válido que permite la participación privada en la producción del gas sin la participación obligatoria del Estado. ¿Por qué habría de ser diferente con el petróleo? A fin de cuentas, también son hidrocarburos.

La reducción de la participación del Estado es una tendencia regional que no puede ser ignorada, sobre todo en países que son grandes productores de petróleo. En México y en Brasil, por ejemplo, el gobierno se dio cuenta de que forzar a su empresa estatal a ser la única operadora e inversionista en la industria del petróleo presionaba excesivamente su capacidad y capital. Los resultados inmediatos fueron falta de inversión, desarrollo ineficiente de los recursos naturales y, en última instancia, disminución de la producción y los ingresos.

México quebró el monopolio histórico de Pemex abriendo su industria y Brasil se prepara para revertir su ley de 2010 para relevar Petrobras de su posición de operador único del pre-sal, la versión brasileña de nuestra Faja, sólo que menor y ubicada en el mar (además, con petróleo de mejor calidad).

Las oportunidades de exploración y desarrollo son abundantes en el mundo. Los gobiernos están abriendo camino para el sector privado, pero el capital disponible para invertir es limitado.

¿Qué puede hacer Venezuela para ser más competitiva y atraer esa inversión?

Una reforma de la política fiscal es el otro cambio fundamental y necesario. Los impuestos a las empresas de petróleo y gas, incluyendo a PDVSA, tienen que ser competitivos para que invertir en Venezuela sea sostenible a precios bajos del petróleo. Sólo así seremos más atractivos que otros países. Es necesario brindar estabilidad para que las empresas puedan invertir a largo plazo y, además, simplificar los procesos que permiten la inversión.

No es nada del otro mundo: modelar las condiciones fiscales (impuestos sobre la renta y regalías) dependiendo del tipo de hidrocarburo y del nivel de precio, para que ofrezcan un retorno financiero justo a los inversionistas y sean atractivas en relación con nuestros competidores (México y Brasil, por sólo mencionar un par). Estas condiciones fiscales también deben tomar en consideración factores como el riesgo-país (muy alto en Venezuela) y los riesgos de la exploración (muy bajos en la Faja y más altos costa afuera).

Venezuela y todo el petróleo que nunca será extraído; por Andrés M. Guevara320Algunas personas podrían leer en una propuesta como ésta que, si fuese implementada, estaríamos regalando nuestros recursos. Veámoslo así: en el contexto de un Estado en bancarrota como el nuestro, más una economía basada en recursos naturales con fecha de vencimiento, es mejor que nuestra sociedad tenga un poco de algo que mucho de nada.

En Venezuela es necesario implementar una reforma legislativa y ajustar nuestra política energética con urgencia para maximizar la producción de petróleo y gas. La participación del sector privado será fundamental y sólo podrá ocurrir en condiciones fiscales competitivas y estables, que ofrezcan una compensación justa y protección de las inversiones, que conjuntamente ayuden a contrarrestar nuestro alto riesgo-país.

Esta metodología implica participación directa del sector privado (con todos los beneficios de empleo e inversión), pero manteniendo la participación indirecta del Estado a través de tributación. A propósito de eso: la cuota de tributación del gobierno con la actual ley del gas es de casi 60% de los lucros y con la actual ley del petróleo más del 80%, una porción importante. Esta estrategia es también compatible con el principio constitucional de que la propiedad de los recursos es de la República y con seguir teniendo una empresa nacional de petróleo como PDVSA que opere algunas (pero no todas) las actividades de hidrocarburos en el país.

Expuesto esto, todavía creo que la dirección, a corto plazo, es aprovechar el Gran Potencial del Gas Natural y del Condensado como un primer paso y, paralelamente, implementar las reformas estructurales aquí propuestas para alcanzar los 3,7 millones de barriles de producción diaria, o cualquier otro nivel de producción que deseemos, a medio y a largo plazo.

Es obvio que las limitaciones para abrir este camino no son las reservas de petróleo, sino la falta de voluntad política para crear condiciones que atraigan los recursos financieros necesarios para que esto suceda. Lograr este cambio está en nuestras manos.

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Texto previamente publicado en inglés en Caracas Chronicles

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