Esto no es aquí

“Hablar solos”, de Andrés Neuman; por Alberto Sáez

Por Alberto Sáez | 21 de enero, 2014

“Me asfixia estar esperando mi muerte para reanudar mi vida”

Decir adiós es difícil, y más si es a tres voces. Despedirse con la muerte a cuestas es comenzar a vivir en un tempo distinto al que estamos habituados. Comenzamos el viaje de retorno de manera atropellada, para saldar cuentas con nosotros mismos sin tener con qué. La mirada gana una nueva perspectiva que la salud nunca otorga. El sabor de las cosas cambia y la memoria se convierte, más que nunca, en ese lugar al cual aferrarse para sentirse vivo. En resumen, decir adiós con la muerte a cuestas es la forma más honesta que tiene el hombre para marcharse. La muerte es un adiós que se aproxima en silencio.

portada-hablar-solos_300Hablar solos, la novela de Andrés Neuman, nos narra de forma corta y directa a una familia que está signada por la enfermedad del padre, Mario, quien al verse en esta situación decide, de manera visceral, emprender un viaje por carretera con su hijo de diez años, Lito, con la intención de que se quede con un grato recuerdo de él. Porque para Mario “las deudas de amor también existen” y la necesidad de saldarlas antes de su partida era una forma de poder irse en paz. “Tenía que hacerlo así. Tenía que fabricarte ese recuerdo”.

Para Lito, el viaje es una aventura, un hecho que jamás volverá a suceder, porque su padre le ha dado la oportunidad de ser grande, de conversar con él sobre todo lo que se le ocurre, de reír sin razones aparentes. Lito disfruta lo aparente, pero no descubre que en este viaje su padre le está enseñando a crecer.

“Papá vuelve. Se acerca. Me levanta la cara con las dos manos. Y me propone quedarnos a tomar una copa. ¡Una copa! ¡Papá y yo! ¡En un bar! ¡De noche! No lo puedo creer. Esto sí que es lo máximo. Me levanto de la silla. Me limpio el sirope con una manga. Me pongo bien derecho. Y nos vamos juntos a la barra. Papá se pide un whisky. Yo me pido una fanta. Con mucho, mucho hielo”.

Mientras ellos emprenden el viaje iniciático que cautivará a Lito, Elena, la madre, se queda en casa, enfrentándose a la tristeza inminente que se avecina mediante el sexo y la lectura. Y ambas cosas la van transformando a medida que reflexiona sobre su cuerpo, la muerte y la literatura. “¿Cuál es la diferencia entre compadecerse de un enfermo y desertar de él?” es la premisa que la persigue y la tortura.

Cada uno de los personajes que integra esta novela es una voz que desarrolla un capítulo, solos, haciendo que el coro de voces que integra este libro se escuche uno a uno, logrando detallar lo que se entona (un réquiem) y mostrando las aristas personales de una misma historia que, al final, se conecta en un mismo hecho: Mario, Elena y Lito están aprendiendo a decir adiós.

***

ESCUCHE TAMBIÉN: [Audio] Andrés Neuman conversa con Ángel Alayón y Willy McKey en Agenda Éxitos

Alberto Sáez 

Comentarios (1)

Rafael
21 de enero, 2014

no dejaré de leerlo.

Envíenos su comentario

Política de comentarios

Usted es el único responsable del comentario que realice en esta página. No se permitirán comentarios que contengan ofensas, insultos, ataques a terceros, lenguaje inapropiado o con contenido discriminatorio. Tampoco se permitirán comentarios que no estén relacionados con el tema del artículo. La intención de Prodavinci es promover el diálogo constructivo.