Crónicamente

Felices juntos, por Hensli Rahn Solórzano

Por Hensli Rahn Solórzano | 14 de septiembre, 2013

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La política funciona porque los seres humanos dependemos los unos de los otros. Ésa es mi amiga Nena, la que me consiguió el empleo. Tiene dos cuerditas en la muñeca, «Estás de rechupete» y «Aries». Es full militante del Partido y otros frentes de izquierda. Yo soy más pobre que ella y siempre busca agradarme:

– ¿Te traigo Coca-Cola? Voy bajando…

Es 2013, año del sacudón venezolano: muerte de Chávez, elecciones presidenciales y en diciembre las elecciones municipales. Estamos en un edificio por el centro de Caracas. Los pisos superiores están invadidos. Lobby y mezzanina son de la fundación para la cual trabajamos.

No hay muros entre nosotros, sólo computadoras sobre la interminable mesa. Gente codo a codo. Demasiados esclavos y un solo puesto con mejor paga al cual ascender. Sorpresa, sorpresa: ya está ocupado el cargo. El ambiente es chill out. Un solo coordinador que nunca nos dirige la palabra. De resto, vacilo con Nena: “Váyalo”, le contesto para decirle que sí. Me encasqueto de vuelta el audífono flácido y agrego otras palabras que sin embargo no logro oír, por el volumen de mi música: “Ahora te pago”.

— En especias o en cripileo en sus labios.

El Partido se ha llenado de juventud guapa, marihuanera y divertida. Intento dejar de pensar en ella. Más o menos por la mitad de «Me enamora», Juanes MTV Unplugged, una lata negra colisiona con mi mouse. Es Nena:

— Sabes que te deseo.

Ve mi expresión de incredulidad, así que reformula su tesis. Esta vez, su voz suena más potente y se cuela entre la cumbia:

— Solo había Zero.

La miro con intensidad para agradecerle el detalle, pero me rocía una buena dosis de desprecio en spray. Como el otro día, seguro se puso a ver lo que dejé abierto en la compu: el Facebook de otra jeva bien ricarda. Termino de escribir lo que voy a escribir, pero algo en el aire aclimatado sigue sin cuadrarme en lo más mínimo.

Remuevo un audífono con aire de gravedad, rechiflo, y de cualquier modo meto los ojos en la profundidad de los anteojos de Nena. Tácticas de persuasión.

— ¿Ahora qué? –le suelto.

— Ella no te conviene.

Se dirige a mí, pero habla al infinito, a los pixeles de su monitor. Ella es un doble no: está explotada y usa gorra de la oposición. La mesa sin fin se estremece con un zumbido de abejorro, todos se apremian sobre sus BlackBerrys. Tres puestos más lejos, un aullido burlón. La gordita de Diseño celebra un chiste en cadena. Al Samsung Galaxy  de Nena también le cae un mensaje.

— Alguna vez lo hablamos claro… le digo. Sería un error. Chambeamos felices juntos, día a día.

Trabajo y placer juntos no van bien. Siempre digo la misma paja, pero a quién engaño. El oficialismo es un estado de enamoramiento. Algo de fidelidad. En fin, o estás con eso o eso te maletea. No sé adónde diablos me lleva esta mujer con su ternura al detalle y sus arranques de rabia.

— De pana insisto, ¿qué más quieres?

— Mmm… contesta sin cesar de teclear la pantalla táctil. Se concentra en el mini resplandor.

Y la malicia le pela los dientes, como si apareciera de pronto la respuesta desde los astros y la lee en voz alta:

Alguien muy cercano a ti cambia de opinión. Ayúdalo a encontrar el amor en quien menos se lo espera. Sus sentidos capitaliza y revoluciona su alma. Época fértil. 21 de marzo al 20 de abril. Planeta: Marte. Color: rojo. Número: 313.

Hensli Rahn Solórzano Cronista. Músico. Es autor de "Crónicamente Caracas" (Fundación para la Cultura Urbana, 2008). Fue ganador del IX Concurso Anual de Cuentos Sacven, en 2013, y del Premio de Cuento Policlínica Metropolitana en la edición de 2010. Puede seguirlo en su cuenta Twitter @HensliRahn

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