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El problema de productividad de Venezuela, por Juan Nagel

Aun cuando gran parte del mundo desarrollado está atascado en un crecimiento lento o directamente en una recesión, hace unos días Venezuela exhibió cifras saludables de su Producto Interno Bruto (PIB). De acuerdo con el Banco Central, el PIB creció 5,6% en el primer trimestre del año, superando a Brasil, México y Colombia e igualando a Chile. Algunas autoridades de gobierno citadas anónimamente en The Wall Street Journal esperan que el PIB en general aumente en 5% en 2012.

Esta es una muy buena noticia, especialmente después que el país se vio severamente afectado por la crisis económica de 2008-2009. Desafortunadamente, este aumento repentino en el crecimiento no va a durar.

Puesto que se aproximan elecciones presidenciales, el gobierno ha estado haciendo fuertes gastos. Aunque no se rinde cuenta de las grandes cantidades de egresos gracias a la contabilidad fiscal desafortunadamente oscura de Venezuela, sí sabemos que el gobierno continúa emitiendo deuda y subiendo los límites de ella a pesar de que los precios del petróleo han llegado a un alto nivel histórico. The Economist pronostica que el déficit presupuestario superará el 6,7% del PIB este año.

El gasto durante un auge petrolero puede ser una buena forma de ganar elecciones y, sin duda, ayuda a proporcionar un alza temporal en las cifras del PIB. Pero ayuda muy poco a la productividad del país.

Desde hace largo tiempo se entiende que la productividad —la que se define a grandes rasgos como el valor de los bienes y servicios que produce el trabajador promedio— es el motor principal del crecimiento sostenido. El aumento de la productividad contribuye a explicar por qué algunos países crecen más rápido que otros durante largos períodos de tiempo, y por qué algunos países son más ricos que otros.

Hay diversas formas en que aquellos a cargo de las políticas pueden tener un impacto positivo en la productividad. Por ejemplo, al aumentar el capital se eleva generalmente la productividad, por la simple razón de que el capital permite que los trabajadores añadan más valor a sus procesos de producción. En forma similar, una mejor infraestructura tiene un impacto positivo en la productividad, como lo tiene la educación, un mayor acceso a la tecnología y una burocracia simplificada para los negocios.

Una investigación que hicieron tres destacados economistas venezolanos (Leonardo Vera, José Manuel Puente, y Pável Gómez) detalla los desafíos que enfrenta Venezuela en su búsqueda por elevar la productividad. Además de los factores como la infraestructura, la educación y la tecnología, los autores citaban la creciente propensión del país hacia un tipo de cambio sobrevaluado, como también los procesos políticos del país y las prioridades (negativas) de los principales actores políticos.

Una mirada rápida a los sectores que están contribuyendo a esta reciente tanda de crecimiento indica que ésta no está basada en incrementos palpables de productividad. Las cifras del crecimiento las están dando cuatro componentes principales: la construcción pública, los servicios financieros, las comunicaciones y el comercio minorista. Todo esto está relacionado con un aumento en el gasto de gobierno. Es poco probable que estas industrias formen la base de un crecimiento futuro. La razón principal de por qué los trabajadores en estos sectores parecieran ser más productivos se debe al dinero del petróleo que anda circulando, el cual permite que empresas de telefonía móvil vendan más artículos importados y que los bancos ofrezcan más servicios. Una vez que el precio del petróleo revierta a la media, estos incrementos de productividad desaparecerán, y el PIB se estancará.

Se me vino a la memoria el desafío de productividad de Venezuela en un viaje reciente a Caracas. El avión tuvo un retraso de más de una hora porque la aerolínea tuvo problemas para conseguir un repuesto para la nave; en parte debido a los controles de divisas de Venezuela.

Una vez que aterrizamos, tuvimos que esperar una hora más por el equipaje. El tráfico vehicular en la ciudad tomó otras dos horas. En total, un viaje de una hora se convirtió en una odisea de seis horas. Mientras tanto, nuestro taxista sólo podía esperar en el aeropuerto. No podía volver a la ciudad debido al tránsito, y nosotros no podíamos tomar otro taxi debido a problemas de seguridad.

En el mundo desarrollado, el amigo taxista habría hecho varias carreras de un lado a otro desde el aeropuerto. Podría haber verificado las condiciones de tránsito y luego haber revisado a qué hora aterrizaría el avión. Pero en Venezuela, eso es casi imposible.

Las historias abundan. La gente hace cola durante horas sólo para cobrar un cheque. Conseguir las divisas para que su compañía importe materias primas esenciales demora semanas, si no meses; una mayoría de empresas tiene departamentos completos dedicados a hacer el papeleo. Durante la era Chávez, todos estos obstáculos burocráticos han empeorado.

Los venezolanos se han vuelto perceptiblemente menos productivos en los últimos 12 años. Y, sin embargo, el PIB sigue creciendo.

El secreto para el crecimiento económico en la era Chávez es simple: siéntese sobre algo que todo el mundo quiera, véndalo a un precio que esté subiendo constantemente y gaste sus ganancias en forma generosa. Esto no tiene nada que ver con ser mejor en su trabajo.

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Artículo publicado originalmente en inglés en Foreign Policy